«No disparen a los niños«. La hermana Ann Rose Nu Tawng se arrodilla en el suelo, abre los brazos en cruz y suplica a las fuerzas de seguridad birmanas. Casi un año después de que fuera inmortalizada en una emblemática fotografía, esta religiosa aún tiembla al recordar ese día en que cree que Dios la salvó.
La imagen de esta monja católica birmana, vestida con un hábito blanco, en los primeros días de las masivas protestas contra el golpe militar se hizo viral en este país mayoritariamente budista y ocupó titulares en todo el mundo.
Dos personas murieron tiroteadas en esa manifestación de comienzos de marzo en el estado norteño de Kachin. La hermana Ann Rose recuerda haber llevado a un niño herido al hospital.
En la confusión y el caos, no supo que había sido fotografiada ni el impacto que la imagen tendría.
«Solo cuando llegué a casa, supe que mis amigos y mi familia estaban muy preocupados por mí«, explica a AFP, recordando que recibió una regañina de su madre, llorosa, al verla correr semejante riesgo.
«Cuando miro esa foto, no llego a creer que estuve allí, intentando salvar vidas entre el caos de los disparos«, explica. «Creo que Dios me dio coraje (…) Yo nunca hubiera sido tan valiente para hacer eso«.
Escapar de los militares es algo que esta monja de 47 años aprendió de niña bajo la junta anterior en el conflictivo estado de Shan, en el este de Birmania.
Hija de un pastor y una profesora, Anne Rose tuvo que dejar su casa a los nueve años huyendo de los soldados. Ese miedo se le ha quedado grabado en la mente y teme que ocurra lo mismo con los niños de ahora.
«Solía correr de niña cuando entraban a la aldea (…) Cuando veo soldados y policía en uniformes, me asusto, incluso ahora«, explica.
Pero en ese día de marzo en la ciudad de Myitkyina «no podía pensar en estar asustada«, explica. «Solo pensé que necesitaba ayudar y salvar a manifestantes«, añade.
En los días siguientes la represión militar se aceleró, con Amnistía Internacional denunciando el uso de armas de combate contra manifestantes indefensos. Una oenegé local calcula que han muerto 1.500 civiles y unos 10.000 han sido detenidos desde el golpe.
«Ya no tengo libertad»
Ann Rose ha tenido que pagar un precio por esa fotografía, en la que se arrodilla junto a un grupo de policías, dos de ellos también arrodillados y con las palmas de las manos juntas, haciendo el gesto del perdón.
Desde entonces ha sido detenida varias veces por las fuerzas de seguridad, que han tomado fotos de ella y le han revisado el teléfono. Aunque no está implicada en política, teme ir sola por la calle.
«Ya no tengo libertad«, lamenta.
La monja, previamente formada como enfermera, ahora trabaja en campos para desplazados en el estado de Kachin, escenario de un largo conflicto entre grupos étnicos armados y los militares.
Los combates en Kachin y otras zonas del norte fronterizas con China han remitido recientemente –los analistas aseguran que por mediación de Pekín–, pero en otros lugares continúa la violencia.
La junta fue recientemente acusada de haber matado y calcinado la víspera de Navidad a una treintena de personas que encontró en una autopista.
Ante la espiral sangrienta de ataques y represalias, la hermana Ann Rose siente «que el corazón va a estallar» y se refugia en la fe.
En diciembre, esta monja fue seleccionada por la BBC como una de las 100 mujeres más inspiradoras e influyentes de 2021, al lado de la paquistaní Malala Yousafzai, premio Nobel de la Paz, o la negociadora afgana Fatima Gailani.
Por: Agencia