Críticas y controversias marcaron las dos primeras décadas de su existencia pero la guerra en Ucrania da un nuevo impulso a la Corte Penal Internacional (CPI), 20 años después de su creación para juzgar las peores atrocidades cometidas en el mundo.
Un balance pobre de cinco condenas y acusaciones según las cuales el tribunal solo se concentró en África mancharon la imagen de la CPI, cuyo tratado fundador, el Estatuto de Roma, entró en vigencia el 1º de julio de 2002.
El rechazo de las grandes potencias mundiales, como Estados Unidos, Rusia y China, de sumarse a la CPI también obstaculizó el alcance de este tribunal con sede en La Haya, en Países Bajos.
Pero como única jurisdicción permanente en el mundo para acusaciones graves como genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, la CPI sigue siendo el último recurso judicial para muchos países.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia hizo tomar conciencia a la comunidad internacional de la importancia del Estado de derecho, indicó el fiscal de la corte, Karim Khan.
«Si no respetamos la ley hoy, creo que hay muy poca esperanza de que ocurra mañana«, afirmó Khan a la AFP en una entrevista en mayo.
La corte organiza una conferencia el viernes para celebrar su vigésimo aniversario, en la que promete «reflexiones sobre la forma en la que la CPI ha respondido a las expectativas«, indicó.
Y esas expectativas siguen siendo elevadas.
«Objetivos nobles»
La CPI es «hija» del proceso de Nuremberg que juzgó a los criminales nazis tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando el nuevo orden internacional posterior a ese conflicto buscaba un ideal de justicia mundial.
Los tribunales sobre las guerras en la ex-Yugoslavia en los años 1990, el genocidio en Ruanda en 1994 y el conflicto en Sierra Leona también sentaron las bases de una corte permanente en la Haya.
El Estatuto de Roma fue firmado en 1998 y entró en vigencia cuatro años más tarde.
Pero desde entonces la CPI solo logró cinco condenas, todas de rebeldes africanos.
El expresidente marfileño Laurent Gbagbo fue declarado inocente, el exvicepresidente de República Democrática del Congo Jean-Pierre Bemba absuelto en apelación y los cargos contra el presidente keniano Uhuru Kenyatta fueron abandonados.
«Cuando se considera el legado de la CPI bajo la luz de sus nobles objetivos, los resultados son insignificantes«, declaró a la AFP Thijs Bouwknegt, del Instituto NIOD de Estudios sobre la Guerra, el Holocausto y el Genocidio.
Muchos países se mantienen al margen de la corte. El expresidente estadounidense Donald Trump la sancionó por su investigación en Afganistán y Rusia habría intentado introducir un espía en ella.
Las críticas son «justas», pero la CPI también ha brindado una «contribución significativa«, subrayó Victoria Kerr, del Instituto Asser de derecho internacional y europeo.
«La CPI no es una panacea y su eficacia no debe ser medida únicamente por sus convicciones«, declaró Kerr a la AFP.
Apoyo occidental
Estos últimos años se abrieron nuevas investigaciones sobre algunos de los conflictos más controvertidos del mundo, por ejemplo Israel-Palestina, Afganistán, Birmania y Filipinas.
Al asumir como fiscal general en 2021, Khan declaró que quería «reparar» el balance de la CPI.
Pero su decisión de no investigar los presuntos crímenes estadounidenses en Afganistán «reveló que el tribunal continúa rindiendo pleitesía a los más poderosos«, estimó Thijs Bouwknegt.
Durante mucho tiempo subfinanciada y con poco personal, la CPI experimentó un nuevo impulso de apoyo occidental desde la invasión de Ucrania, por ejemplo con la ayuda de decenas de investigadores extranjeros.
Este caso le da una oportunidad de demostrar su valía.
«El principal desafío consistirá en llevar a los autores de más alto nivel ante el tribunal«, afirmó Victoria Kerr, en referencia a una dificultad clave a la que la CPI se enfrenta desde hace dos décadas.
Por: Agencia