El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) advirtió este jueves que persiste en México y América Central la violencia armada y sus consecuencias, especialmente las no visibles que “llegan a afectar la vida de las personas para siempre”, dijo a Efe Jordi Raich, jefe delegado saliente para la región del organismo.
En su «Balance humanitario 2021-2022 para México y América Central«, esta organización internacional centrada en los derechos humanos explicó que en el pasado año los desplazamientos internos, las migraciones forzadas y la violencia afectaron severamente a la ciudadanía a la hora de tener acceso a la salud y a la educación.
Estos son efectos no visibles que, más allá de los visibles como los homicidios o las masacres, perduran en el tiempo pese a ser más difíciles de medir.
«La violencia no es solo lo que vemos inmediatamente, sino que hay toda una serie de consecuencias más a largo plazo y que realmente llegan a afectar la vida de esas personas para siempre«, compartió el experto.
Es por eso que también resulta arduo para el CICR saber en qué punto se encuentra la región con respecto a otros años. «Siempre tenemos el mismo dilema con la fiabilidad de las cifras«, reconoció Raich.
Temas apremiantes
Pese a las complicaciones para medir ciertos vectores, CICR destacó en su informe que los temas más apremiantes en México y en Centroamérica en 2021 -y en los que «seguirá concentrando su atención en los próximos años«- son, en primer lugar, el aumento de la migración.
Ya que según cifras oficiales que cita el informe, en México el número de personas migrantes detenidas aumentó un 41 %, «lo que lleva a concluir un aumento en la movilidad«, apuntó el experto en referencia a la ola migratoria que impacta en la región.
También persistirán los esfuerzos en la desaparición -puesto que solo en México se contabilizan casi 100.000 personas desaparecidas-, la emergencia carcelaria, el uso legal de la fuerza y las dobles vulnerabilidades que traen consigo fenómenos climáticos y emergencias sanitarias como la pandemia por COVID-19 en comunidades fuertemente afectadas por la violencia.
«Aunque las necesidades son enormes, una de las características que intentamos que tengan nuestros proyectos es que sean replicables, que puedan aumentarse, multiplicarse a través de instituciones u otras ONG«, añadió el experto, que consideró que atender estas problemáticas son «retos colectivos del siglo XXI«.
En cuanto a la pandemia, que ha sido uno de los principales temas en los informes del CICR en los últimos dos años, Raich dijo que la covid-19 impuso nuevos retos que cambiaron el mundo de manera irreversible.
Al igual que los fenómenos climáticos, la pandemia «trae consigo dobles vulnerabilidades«, recoge CICR en el balance, en comunidades fuertemente afectadas por la violencia u añadiendo dificultades a cualquier consecuencia fruto de esta violencia, como por ejemplo la migración o privación de la libertad.
En materia migratoria y carcelaria, el año pasado el CICR realizó 62 visitas y actividades de asistencia en 43 lugares de detención, incluyendo estaciones migratorias en México, que beneficiaron a más de 49.000 personas privadas de libertad.
Además, el CICR facilitó un lugar seguro y alimentación a 477 personas desplazadas internas por la violencia en El Salvador y Honduras, y favoreció la rehabilitación física —a través de la donación de prótesis, terapias o derivaciones— de 168 personas migrantes y víctimas de violencia que sufrieron una amputación o discapacidad.
Atender la violencia desde la raíz
Para la organización es preferible centrarse en las consecuencias de la violencia para así continuar con el trabajo de proximidad que por años han llevado a cabo en la región.
«Estar en el terreno con las personas que sufren esa violencia o junto a familiares de desaparecidos, por ejemplo«, explicó el activista.
Es con ese objetivo que se hace imprescindible enfrentar las violencias desde un punto de vista más cercano a las causas subyacentes o de base, y no centrarse solamente en lo inmediato.
«No hay que olvidar que la violencia es solo una de ellas (de las causas de base), no solo es la pobreza, no solo es la desigualdad. Suele ser un cóctel de causas lo que obliga a alguien a abandonar su casa o su país, por ejemplo. Y la violencia es una parte importante de ese cóctel«, matizó el experto.
El problema de los gobiernos
Ante eso, la actividad de CICR en la región -y también en el mundo- se centra en la proximidad y con la finalidad de que cada agente social puede «aportar un granito de arena» para buscar una solución conjunta.
«Otro de los grandes dilemas es la priorización, porque no importa cuantas autoridades, instituciones u ONG haya, las necesidades son siempre mucho mas grandes que las posibilidades«, indicó Raich.
Por esto, para CICR es fundamental la colaboración entre autoridades, organizaciones y sociedad civil.
«Y sabiendo siempre que aunque no somos la solución, ayudamos a poner un granito de arena con ayudar a una persona«, sentenció Raich.
En especial, el papel de los Gobiernos a todos los niveles es fundamental en la ecuación ya que deben escuchar las necesidades de la sociedad, tomar acciones institucionales y aceptar ayuda y recomendaciones de las organizaciones por los derechos humanos.
Raich explicó que la mayoría de los Gobiernos de la región «se enfrentan también» a enormes necesidades y se debe apoyar una acción coordinada para poder cubrir más de estas necesidades «sin que se desperdicien recursos«.
«Hay muchos casos exitosos pero siempre se puede hacer mejor, sobre todo para evitar duplicaciones de proyectos y desperdicio de energías o recursos«, sentenció el representante de CICR, quien insistió en que su organismo tiene buenas relaciones con todos los Gobiernos de la región.
Por: Agencia