jueves, diciembre 19

La comunidad científica teme perder Twitter

Desde hace días, médicos, virólogos, infectólogos y epidemiólogos multiplican los mensajes en Twitter, indicando a sus suscriptores cómo seguirlos en otras plataformas, en caso de que la red social comprada por el multimillonario Elon Musk colapse.

Tras la adquisición a fines de octubre, la empresa del logotipo del pájaro azul despidió a la mitad de sus 7.500 empleados, y varios cientos renunciaron, lo que generó preocupaciones sobre la capacidad de la red para seguir operando. La imprevisibilidad de su nuevo jefe también hace temer medidas que alterarían la esencia de la plataforma.

Desde la pandemia de COVID-19, muchos expertos médicos han hecho de Twitter una herramienta valiosa: para obtener información, compartir sus investigaciones, comunicar mensajes de salud pública o incluso forjar relaciones laborales con colegas.

La pandemia «creo que realmente ha sido un punto de inflexión en el uso de las redes sociales como recurso para los investigadores«, indicó a la AFP Jason Kindrachuk, virólogo de la Universidad de Manitoba, en Canadá.

En enero de 2020, el COVID-19 comenzó a extenderse por todo el mundo. Estudios en todos lados buscaban comprender cómo se propagaba el virus y cómo protegerse mejor contra él. Las investigaciones se compartían de inmediato en Twitter para responder a la ansiedad de los profesionales de la salud y del público en general.

Fue el advenimiento de los «preprints«, o primera versión de un estudio científico, antes de que fueran revisados por pares y publicados en una revista reconocida.

«En medio de una pandemia, la capacidad de compartir información rápidamente es fundamental para la traducción y difusión del conocimiento, y Twitter puede hacerlo de una manera que normalmente no es factible para libros de texto o revistas» especializadas, subrayó en abril de 2020 el Canadian Journal of Emergency Medicine.

En Twitter, el proceso de verificación de los resultados se lleva a cabo casi en vivo y en directo y los científicos comparten públicamente sus interpretaciones y críticas de cada nuevo estudio. Esto puede tener a veces un efecto perverso: ciertas obras reciben una atención que no merecen, y quienes no son especialistas se expresan sobre temas ajenos a su campo.

Colaboración internacional

Gracias a Twitter, muchos expertos también han comenzado a trabajar juntos, de forma remota.

«Hay personas con las que trabajo ahora a partir de relaciones que nacieron en Twitter. Pensar que eso podría cambiar en un futuro cercano es una fuente de preocupación y pesar«, dijo Jason Kindrachuk, un especialista sobre el ébola en Africa que tiene 22.000 seguidores.

Más allá de la pura investigación, la red social también juega un papel importante en términos de comunicación con los políticos y el público en general.

Cuando apareció la variante ómicron a finales de 2021, «nuestros colegas de Sudáfrica y Botsuana compartieron públicamente esta información a través de Twitter«, subrayó Kindrachuk, «lo que permitió que muchos países comenzaran a prepararse«.

El impacto es aún mayor ya que Twitter ha sido desde siempre muy frecuentado por otro grupo de profesionales: los periodistas.

«Debido a que Twitter es una plataforma muy seguida por los periodistas, ayuda» a amplificar el mensaje, luego susceptible de llegar a los medios tradicionales, señaló Celine Gounder, una experta en enfermedades infecciosas con 88.000 suscriptores.

Ante la preocupación por el futuro de la red de Musk, Gounder contó a la AFP que había trasladado una discusión privada con una decena de colegas a la aplicación de mensajería Signal, y que relanzó sus publicaciones en la red profesional LinkedIn y la plataforma Post News.

Muchos expertos están compartiendo su nombre de perfil en Mastodon, una red rival de Twitter, y otros un enlace a su hilo de noticias en la plataforma Substack.

En caso de un problema con Twitter, «nos adaptaremos», aseguró Kindrachuk. «Encontraremos otras plataformas de redes sociales para hacer esto, pero llevará tiempo y, lamentablemente, las enfermedades infecciosas no esperan a que encontremos nuevos mecanismos para comunicarnos«.

Por: Agencia