sábado, noviembre 9

La compasión puede hacer de ti una persona feliz

«Si quieres que los demás sean felices, practica la compasión. Si quieres ser feliz, practica la compasión». Dalái Lama.

Quiero iniciar esta reflexión de hoy con esta maravillosa frase de Dalái Lama acerca de lo que significa para nuestras vidas practicar la compasión.

Pero ¿qué es la compasión? La palabra compasión es «sufrir juntos» o «tratar con emociones desde la simpatía». Es una emoción que algunos confunden con empatía, pero que no es igual. La empatía es la capacidad de comprender los sentimientos del otro, mientras que la compasión, no solo es poder calzar los zapatos del otro, sino procurar el alivio a su dolor. Y es esa conexión que se logra con el otro a través de la compasión, lo que puede conducirte no solo a una vida más feliz, sino además más sana.

Cuando eres compasivo y amable, mejora tu autoestima, se reducen tus niveles de estrés y mejoran tus relaciones.

En algún momento, o a propósito de esta lectura, ¿te has detenido a preguntarte qué tan compasivo eres y si en verdad practicas la compasión en tu vida?

Para ayudarte a descubrirlo desarrollé seis (6) preguntas claves que te permitirán saber si eres una persona compasiva con las personas que te rodean y especialmente, con tu familia:

  • ¿Actúas con empatía?
  • ¿Eres amable contigo mismo?
  • ¿Compartes tus conocimientos para ayudar a otros?
  • ¿Eres consciente de tus acciones?
  • ¿Has desarrollado tu inteligencia emocional?
  • ¿Expresas gratitud?

Si a estas preguntas claves respondiste que SÍ, definitivamente eres una persona compasiva, pero si el promedio de las respuestas se acerca más al NO, entonces debemos trabajar en aquellas áreas que te impiden colocarte en el lugar de los demás.

Ahora, ahondemos aún más en el conocimiento de esta emoción, para el psicólogo e investigador Paul Gilbert, creador de la terapia centrada en la compasión, sentir compasión es una motivación para ayudar a los demás, y procurar que ellos mismos puedan aliviar su sufrimiento. En su tesis, Gilbert habla de tres componentes de la compasión:

Un componente cognitivo que nos lleva a prestar atención y a evaluar el sufrimiento ajeno y a reconocer nuestras capacidades para hacer frente a ese sufrimiento.

Un componente conductual que es pasar de la motivación a la acción, actuar para eliminar o aminorar el sufrimiento del otro.

Y un componente emocional que nos impulsa a actuar de corazón, generando reacciones emocionales y satisfacción personal.

Hablamos de ir más allá de nosotros mismos, de motivación y satisfacción, factores íntimamente ligados al bienestar psicológico y emocional, de forma tal que al establecer relaciones desde la bondad y la compasión, sin duda estás abonando el terreno para tu felicidad.

Pero ¿qué pasa cuando no te sientes lo suficientemente compasivo, y qué puedes hacer para sembrar en tu corazón la semilla de la bondad, la amabilidad y la empatía?, y mi respuesta a ambas preguntas es a través del entrenamiento, sí, porque aunque suene raro, puedes entrenar la compasión, siguiendo estos pasos:

Sé amable contigo. Quererse y amarse a uno mismo es el primer paso, porque cómo querer a los demás, si no nos queremos a nosotros mismos?, igual pasa con la compasión, ¿cómo sentir compasión por los demás, si no somos capaces de sentirlo por nosotros mismos?

Aprende a distinguir compasión de lástima. No se trata de sentir lástima o pena por los demás, es sentirte motivado a actuar para aliviar el sufrimiento de los otros.

Vive el presente. Cuando te detienes a respirar, a apreciar tu entorno tiendes a mejorar el enfoque y la atención plena a las cosas que son verdaderamente importantes.

Acepta a los demás tal cual son. Esa frase que tanto nos inculcan desde niños: “Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”, es tan vieja como cierta. Es apreciar sin juzgar, es entender que todas las personas pueden tener limitaciones o defectos, al igual que nosotros.

Inculca la compasión a tus hijos y en tu entorno. Conviértete en un activista de la compasión, enseña a tus hijos, desde pequeños este hermoso sentimiento, por ejemplo, enséñalos a cuidar a los abuelos, haz que te acompañen a hacer obras de caridad, desarrolla en ellos esa sensibilidad, que disfruten desde niños la satisfacción que da ayudar a los demás.

Aquel que practica la compasión nunca estará, ni se sentirá solo, porque siempre estará atento a los demás. Cuando se entrega el corazón en cada gesto, la respuesta será una gran paz interior.

¿Quieres sentir este bienestar?, pues pon a prueba estos pasos, inicia por sentir autocompasión y ábrete al mundo, pero de no lograrlo, recuerda que puedes entrenarte con la guía de tu psicólogo amigo, este te dará todas las herramientas e instrumentos para caminar por la senda de la empatía, la simpatía y la compasión.

Por: Jenny La Rotta