
Monseñor José Luis Azuaje, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana y Arzobispo de Maracaibo, presidió este domingo 7 de diciembre, la Misa de la Aurora de la Chinita, marcando el cierre del ciclo de devoción y la culminación del 124 aniversario de la Virgen de Chiquinquirá.
En una emotiva homilía, Monseñor Azuaje destacó el carácter misionero de la fe y la profunda manifestación de devoción que acompañó a la sagrada imagen durante su recorrido por las calles y avenidas de la región.

«Hoy en su aniversario 124, hemos llegado al final de este tiempo de gracia. La sagrada reliquia de Nuestra Señora de Rosario Chiquinquirá regresa a su santuario, a ese camarín, en la resguarda, y le pone para la devoción del pueblo de Dios, para ser vista por todos, sin distinción, cerramos pues pues un ciclo de fervorosa visita, donde Nuestra Madre ha salido al encuentro de su pueblo zuliano, recorriendo calles y avenidas, inundando con su presencia de paz y esperanza, cada rincón de nuestra tierra zuliana. Hemos sido todos testigos, protagonistas de una gran manifestación de devoción y fe. La Chinita, al descender de su nicho, nos recordó que la fe no es estática, sino que la fe es misionera, y por ende, cada uno de nosotros debemos ser misioneros», expresó Monseñor Azuaje durante la homilía.

Ella, al igual que lo hizo al visitar a su prima Isabel, ha venido también a visitarnos a todos nosotros, a nuestras familias, a nuestros niños y ancianos, a nuestros enfermos, a nuestros gozos, y también a nuestras penas y suprimiendo. Hemos visto lágrimas de gratitud por los favores recibidos. Hemos escuchado súplica de auxilio ante las adversidades, hemos palpado la esperanza inquebrantable de un pueblo que se niega a rendirse y erguido sigue caminando. Cada flor, cada gaita, cada vela encendida, cada promesa cumplida, ha sido un eco de aquel sí, de María a la voluntad de Dios. Ella ha recogido cada una de nuestras devociones y la ha presentado ante su Hijo Jesucristo.
El retorno, es decir, subir con ella, implica para nosotros que la reliquia asciende de nuevo y mantenemos nosotros la alegría por lo vivido y también por lo sentido, por lo esperado y también por lo compartido, enfatizó Azuaje.
Durante la ceremonia Azuaje saludó al gobernador del estado Zulia Luis Caldera y a la primera dama, quienes se encontraban presentes, así también al representante de la alcaldía de Maracaibo y a los diputados.
El regreso de la Chinita a su santuario marca el inicio de una nueva etapa de reflexión y compromiso para los fieles, quienes son llamados a ser «misioneros» de la fe en sus vidas cotidianas. La devoción a la Virgen de Chiquinquirá, arraigada profundamente en la cultura venezolana, continúa siendo una fuente de consuelo y fortaleza para la población.
El Presbítero hizo un llamado a la feligresía a mantener viva la llama de la fe y la esperanza en medio de los desafíos actuales.
«Por eso debemos unir en la fe como ella sube a su camerín. Mantener viva la llama de la fe que se encendió en la bajada y se amigó también en la aurora. Creer a pesar de las tinieblas que Cristo tiene la última palabra, que es el amigo que camina por nuestro pueblo, que es el centro de nuestra vida de fe,» afirmó el Arzobispo.
El prelado también destacó el papel de la Virgen de Chiquinquirá como «patrona de la esperanza» en este Año Jubilar de la Esperanza. «Por eso también debemos unir en la esperanza. La Virgen de Chiquinquirá es la patrona de la esperanza en este año jubilar de la esperanza y nos enseña a mirar más allá de lo evidente. Como nos dice San Pablo, la esperanza no defrauda» .

Finalmente, Monseñor Azuaje instó a los presentes a llevar consigo la certeza de la victoria de Dios en sus vidas. «Volvamos a nuestros hogares con la certeza de la victoria de Dios en nuestras vidas. La esperanza es la que mueve nuestro caminar misionero hacia el encuentro con el Señor y en la gestación de la cultura del encuentro que tanta necesidad tenemos en nuestro país».

La celebración de la Aurora de la Chinita no estaría completa sin la tradicional recepción en el Barrio Obrero de Cabimas. Cada año, este grupo se convierte en un punto de encuentro donde la fe y la cultura se entrelazan, a las 5.00 de la mañana de este domingo, los presentes luego de acompañar la procesión y se llenaron de lágrimas de emoción y devoción, acompañadas de bailes de alegría.
Por Lizaura Noriega/Fotos José Manuel Sánchez

