En la madrugada de este sábado la COP16 sobre la naturaleza entró en horas extras en Colombia. Los negociadores adoptaron una decisión en favor de los indígenas pero continúan enfrascados en el tema de la financiación para frenar la pérdida de especies de aquí a 2030.
El puño en alto y vestidos con atuendos tradicionales los representantes de los pueblos originarios celebraron la creación de un órgano permanente que reconoce su voz como guardianes de la naturaleza en el seno de las negociaciones de la ONU sobre la biodiversidad.
«Este es un momento sin precedentes en la historia de los acuerdos multilaterales sobre medio ambiente«, declaró Camila Romero, representante indígena de Chile. La presidenta de la COP16, Susana Muhamad, festejó con un bastón de mando indígena y una amplia sonrisa.
Pero tras 12 días de debates sigue faltando el texto principal: aquel sobre cómo lograr el objetivo de aumentar hasta 200.000 millones de dólares anuales el gasto mundial para salvar la naturaleza.
La misión de la COP16, dos años después del acuerdo de Kunming-Montreal, era potenciar los tímidos esfuerzos del mundo por aplicar esta hoja de ruta diseñada para salvar el planeta y a los seres vivos de la deforestación, la sobreexplotación, el cambio climático y la contaminación, todos ellos causados por la actividad humana.
Pero aún no hay humo blanco sobre si los países ricos, emergentes y en desarrollo darán su brazo a torcer en el espinoso tema de la financiación. La plenaria comenzó con más de cuatro horas de retraso y continúa bajo una torrencial lluvia tropical en la ciudad de Cali.
«Quisiera preguntarle (…) hasta qué hora» irá esta sesión, preguntó un delegado de la República Democrática del Congo.
«Hasta la victoria», respondió Muhamad, también ministra de Ambiente.
«Decepcionados»
La Presidencia de la COP16 tendió una propuesta de compromiso el viernes que dejó muchos descontentos.
Los países en desarrollo, sobre todo de África, reclaman un nuevo fondo multilateral que sustituya al actual, pues lo consideran inadecuado e injusto.
Pero el texto propuesto se limitaba a extender las conversaciones sobre financiación más allá de la cumbre y hasta la próxima en Armenia en 2026.
«Estamos totalmente decepcionados, no hay creación de un fondo dedicado a la biodiversidad, no hay medidas contundentes para empujar a los países desarrollados a respetar sus compromisos», declaró a la AFP Daniel Mukubi, negociador de la República Democrática del Congo.
Los países ricos, en particular la Unión Europea (en ausencia de Estados Unidos, que no es signatario de la convención), consideran contraproducente la multiplicación de fondos, pues fragmentan la ayuda sin aportar dinero nuevo, que a su juicio debería encontrarse en el sector privado y en los países emergentes.
Los países desarrollados se comprometieron a aumentar su ayuda anual a la conservación de la naturaleza de 15.000 millones de dólares a 30.000 millones en 2030.
Fondo de Cali
Otro de los compromisos que debe alcanzarse es el reparto de los beneficios derivados de los datos genéticos digitalizados (DSI).
Esos datos, muchos de ellos procedentes de especies de países pobres, se utilizan sobre todo en medicamentos y cosméticos que pueden significar ganancias de miles de millones a sus creadores.
«La contribución ya no es voluntaria», como exigían los países ricos, «es más o menos obligatoria, lo cual es positivo», afirma el negociador congoleño.
Muhamad propone que las empresas de cierto tamaño que utilicen el DSI contribuyan con el 0,1% de sus ingresos o el 1% de sus beneficios a un fondo que bautizarán «Fondo de Cali».
Bajo los auspicios de la ONU, este fondo se encargaría de distribuir el dinero recaudado entre las comunidades y países que han conservado estos recursos a lo largo de los siglos.
«Muy complejas»
En la COP17, cuya sede acaba de ganar Armenia frente a su enemigo histórico Azerbaiyán, los países deberán hacer balance de sus esfuerzos. Pero su credibilidad dependerá de las complejas medidas e indicadores que se adopten en Cali.
Muhamad admitió el jueves que las negociaciones eran «muy complejas» y «todo el mundo tiene que ceder algo» para llegar a un consenso.
El jefe de la ONU, Antonio Guterres, estuvo durante dos días en Cali con cinco jefes de Estado y decenas de ministros para dar un nuevo impulso a las conversaciones.
Recordó que la humanidad ya ha alterado tres cuartas partes de la superficie terrestre y dos tercios de las aguas del planeta.
«El tiempo apremia. La supervivencia de la biodiversidad de nuestro planeta -y nuestra propia supervivencia- están en juego», dijo Guterres en un intento por «acelerar» la toma de decisiones.
La conferencia se celebró con un gran despliegue de policías y soldados, tras las amenazas de un grupo guerrillero en la región, aunque sin incidentes por el momento.
Por: Agencia