viernes, noviembre 22

Julio César Benítez: El Laudo Arbitral de París es un adefesio jurídico internacional sin precedente

“El Laudo Arbitral de París (03-10-1899) es un adefesio jurídico internacional sin precedente; para Venezuela, fue y sigue siendo un arbitraje nulo de toda nulidad, irrito y nefasto”. Esta afirmación la hizo el profesor de la UNEFM, Julio César Benítez Zapata, durante una entrevista a un programa radial, con motivo de la conmemoración del 124 aniversario de la firma del Laudo Arbitral de París.

Precisa Benítez Zapata que en el desarrollo del «juicio», si es que se puede llamar así, la posición protagonizada por el presidente del Tribunal Arbitral, Federico de Martens; estuvo orientada a imponer los criterios e ideales en beneficio de los imperios; en este caso al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

De manera enfática señala el profesor Benítez que “el criterio de mayor peso puesto en evidencia, fue aquel que reveló descaradamente en su libro: Rusia e Inglaterra en Asia Central, allí dejó claro que: «El Derecho Internacional de justicia pública era aplicable, únicamente a los estados ó países civilizados, únicos sujetos de derecho, más no aplicaba para los estados ó países bárbaros ó semicivilizados, quienes sólo eran objeto de derecho natural; y para ellos, Venezuela era un estado bárbaro y semicivilizado”.

Refiere que Martens, manifestó el criterio del imperio prusiano (Rusia, su país de nacimiento) y del Reino Unido, que se consideraban “ungidos por Dios” para mantener la paz en Asia Central, por eso ellos, jugaban según sus intereses con el poder en Afganistán, Turkestán, Turkmenistán y más allá del territorio Otomano, así como también en el norte de África.

Es pertinente mencionar, que en la decisión favorable al imperio británico en la disputa por el territorio Esequibo, fue condicionada por estos principios, ideales e intereses, sin descartar el político, considerado así, ya que se presume se dieron prevendas al Reino Unido, por algún convenio extra arbitral, pero relacionado con la influencia del Imperio Ruso en Asía Central, y claro, todo eso conllevó a Martens a proceder en actos indebidos de coacción, presión y manipulación en el proceso judicial, para poder imponer su criterio y fiel compromiso.

Destacó que todos estos actos inmorales de Martens, quedan evidenciados en el memorándum de Mallet-Prevot quien fungía como secretario del tribunal publicado después de su muerte, y donde se dan detalles de las irregularidades del proceso.

Afirmó que “esos hechos protagonizados por Martens, desvirtuaron y enlodaron las más puras y connotadas páginas de autores altruistas del Derecho Internacional Público. Lo irrito y nulo del Laudo Arbitral de París, fue admitido y reconocido por El Reino Unido Británico y la misma Guyana Británica, en el acto de firma del Acuerdo de Ginebra efectuado en 1976, lo cual es refrendado por sus respectivos representantes de estado”.

Una vez entendido y comprendido lo ya expuesto, considera el catedrático de la UNEFM que Federico de Martens, con su actuación como presidente de la instancia constituida y conjuntamente con otros cuatro árbitros, el tres de octubre de mi ochocientos noventa y nueve, firmaron e hicieron público un aborto jurídico, promovido y engendrado por Federico Martens, quien para mí, además de benefactor de imperios se constituyó en: «verdugo del Derecho Internacional Público»; y con esa actuación como verdugo, lesionó los intereses, la libertad, el derecho al debido proceso y la soberanía de Venezuela, casi nada.

Argumentó que cuando el sol apenas se asoma sobre El Río Esequibo, iluminando así nuestro territorio, adquiere un sentimiento de venezolanidad, “hasta el sol es fiel testigo de nuestra inefable sincronía, entre la majestuosidad de la natura, el brillo de la luz solar y el amor y celo del venezolano por su patria, sembrado en nuestros corazones desde nuestras luchas libertarias”.

Nos motiva además, un derecho de basta legitimidad, luchado y ganado con mucho esfuerzo, con sabor a sudor, olor a sangre; pero, con un sello de victoria emancipadora, premiado y manifestado por la libertad y la soberanía territorial. Desde allí El Esequibo y todo lo que él posee es venezolano, tanto como El Lago de Maracaibo, El Pico Bolívar, El Waraira Repano, El Salto Ángel, Los Médanos de Coro, La Península de Paria, Los Morros de San Juan, La Cueva del Guácharo… El Esequibo, es tan nuestro como Simón Bolívar y Sebastián Francisco de Miranda.

Sin prejuicio alguno, agregó, que todo lo venezolano, está comprometido con la defensa de lo Esequibano. El Esequibo es mucho más que un territorio, es un sentimiento, es el premio a un esfuerzo, a una lucha de años, es algo que tiene un valor inconmensurable, algo que está dentro de las entrañas de la venezolanidad, es un asunto de extrema profundidad.

A quienes aún rememoran las fechorías de Martens, entre ellos La ExxonMobil, Guyana, EEUU, La OEA y otros, les recordó que Bolívar le ordenó a Revenga exigir el derecho de acogernos al uti possidetis iuris. “En la actualidad, seremos otros actores, pero seguimos cumpliendo esa orden de nuestro libertador. Los venezolanos poseemos otras armas muy poderosas, entre ellas la valentía, arrojo y gallardía a toda prueba. Los venezolanos, estamos bendecidos por la providencia, para seguir venciendo”, concluyó el docente Julio Benítez.

 

Por Nota de Prensa