El sábado pasado Irán celebró su primera -y por ahora única- medalla de oro en Tokio gracias a la espectacular actuación de Javad Foroughi en tiro. El experimentado de 41 años, quien se desempeña como enfermero del hospital del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, fue el mejor en la prueba de pistola de aire comprimido de 10 metros con una puntuación de 244.8, nuevo récord olímpico.
Su imagen fue portada de los principales medios de su país que nunca había conseguido una presea olímpica en esta disciplina. “Foroughi hace historia con un tiro de oro”, tituló el diario del gobierno de Irán. El ultraconservador Javan publicó una imagen del tirador dando un saludo militar en el podio mientras sonaba el himno nacional de Irán.
“Una medalla inesperada… ganada por un enfermero de la Guardia que es al mismo tiempo es defensor de la salud y del santuario”, escribió el periódico. El término “defensor del santuario” se refiere a aquellos que trabajan en nombre de Irán en Siria e Irak, que también albergan importantes santuarios en el Islam chiíta.
A principios de mayo, Foroughi le dijo al canal de televisión pública Salamat sobre su servicio en hospitales de campaña en zonas de guerra sirias, incluida Palmyra. Los informes locales revelaron además que el deportista de 41 años había contraído COVID-19 en agosto del año pasado, mientras ayudaba a combatir el virus su país, que ha reportado casi 89.000 muertes de más de 3.690.000 infecciones.
Pero una revelación de los últimos días ha puesto su apellido en el centro de la polémica. Es que el grupo iraní United for Navid, que defiende los derechos humanos en la nación asiática y fue creado tras la ejecución del luchador Navid Afkari, pidió al Comité Olímpico que le quite la medalla de oro porque el atleta pertenece a una organización terrorista.
El iraní es miembro desde hace tiempo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, por sus siglas en inglés), que está catalogada por Estados Unidos como organización terrorista desde 2019: “El IRGC, participa, financia y promueve el terrorismo como una herramienta estatal”, aseguró el documento emitido en abril por la Casa Blanca. Además, su unidad extranjera, la Fuerza Quds, lleva a cabo ataques en todo el mundo.
Según los medios estatales iraníes, Foroughi aprendió a disparar por sí mismo en el sótano de un hospital en Teherán y desde 2017 ha iniciado la competencia deportiva. Sin embargo, en una entrevista televisiva emita en mayo, el tirador recordó que pasó un tiempo en Siria en donde formó parte de la Fuerza Quds, aunque nunca tuvo que participar de un combate, sino que solamente estaba de guardia, listo para cualquier “contraataque”.
Por su parte, el diario alemán Bild le consultó al Comité Olímpico Internacional (COI) cómo era posible que alguien con experiencia militar forme parte de una prueba semejante en Tokio, pero desde el organismo explicaron que “los atletas calificados que se adhieren a las reglas internacionales pueden participar si son seleccionados por sus países. Hay muchos atletas de muchos países que son miembros de las fuerzas armadas en sus naciones“.
Mientras tanto, desde la televisión estatal iraní han catalogado a Foroughi como un héroe e incluso realizaron informe desde el Hospital Baqiyatallah en Teherán, dirigido por el IRGC, y en el que sus colegas elogiaron su desempeño. El jefe de la Guardia, Hossein Salami, también celebró la victoria, según informó el sitio web Sepahnews, que calificó al deportista como un “exuberante Guardia de la revolución islámica”.
La coronación de Foroughi tuvo tal repercusión para Irán que el presidente electo Ebrahim Raisi, se comunicó personalmente con él para felicitarlo, según indicaron informes locales.
Por Agencia