lunes, noviembre 18

Jóvenes DACA regresan de México

¡Sí se pudo! fue la frase que gritó al unísono una decena de jóvenes “dreamersque arribó hace poco al Aeropuerto Internacional de Los Ángeles (LAX), procedentes de México, un país que los vio nacer y a donde no habían regresado por muchos años, debido a su condición migratoria en Estados Unidos.

Con un puño en alto y arengas en señal de victoria, parados junto a sus pesadas maletas, el grupo amparado por la Acción Diferida de los Llegados en la Infancia (DACA) llamó la atención de otros viajeros y del público que esperaba en los andenes de la terminal internacional Tom Bradley.

DACA fue un programa promulgado en 2012 por el aquel entonces presidente Barack Obama para amparar a los jóvenes, que llegaron a EEUU de la mano de sus padres siendo niños.

Con este amparo tienen un permiso de trabajo y pueden evitar la deportación pero no pueden salir del país excepto que cuenten con un permiso de salida y entrada a EEUU conocido como Advanced Parole.

En mayo de este año, fueron aprobadas casi 150 de las 210 solicitudes de Advanced Parole presentadas por los ‘dreamers’ ante las autoridades del Servicio de Inmigración y Ciudadanía de Estados Unidos (USCIS).

Con esta autorización en mano, el Centro de Estudios California-México, coordinado por el profesor Armando Vázquez-Ramos, sudo llevar a cabo el primer programa académico del 13 al 20 de junio, con la participación de 30 jóvenes ‘dreamers’ —conocidos también como ‘soñadores.

Los siguientes grupos estarían en el programa académico en Cocoyoc, Morelos, del 8 al 15 de agosto, y del 15 al día 22.

Hemos estudiado las diferencias entre las políticas exteriores de Estados Unidos y México; la historia del Movimiento Chicano, el movimiento de los inmigrantes… Hemos tenido conversaciones sobre el movimiento de DACA y cuáles han sido las razones por las que siempre sea perdido la batalla”, dijo Yazmín Aguilar Carretero, una soñadora que fue parte del grupo, quien nació en Tepetzala, Puebla y creció en Tlaxcala.

Allá [en Estados Unidos] proyectan mal a México”.

Yazmín, su madre y sus hermanos iniciaron su viaje rumbo a EE.UU., por el desierto de Sonora, México, en marzo de 2005.

En septiembre del mismo año, llegaron al estado de Washington, que era su destino final. Su odisea duró tres semanas, antes de reencontrarse con su hermano Javier, quien los trajo a este país y que irónicamente fue deportado en 2008.

Los cuatro hermanos tenían 13 años sin verse.

Fue muy dolorosa la deportación de mi hermano y que la familia haya sido dividida”, dijo Yazmín, hoy de 27 años de edad y subdirectora de Centro Latino —una organización sin fines de lucro ubicada en Tacoma, Washington, que sirve a los latinos e indígenas.

Mi reencuentro con él y otros familiares fueron momentos agridulces… No puedes disfrutar a plenitud y no hay paz interior porque siempre habrá algo que falta”.

Ilusionados con el proyecto de ciudadanía

Miles de soñadores como Yazmín, están protegidos de la deportación debido a DACA, el cual estuvo a punto de ser desmantelado por el expresidente Donald Trump.

Sin embargo, los temores de los ‘dreamers’ podrían zanjarse gracias al paquete de resolución presupuestaria de $3.5 billones de los demócratas que instruye a los legisladores a trazar un camino hacia la ciudadanía para millones de indocumentados —incluidos los amparados por DACA, los agricultores migrantes, los trabajadores considerados esenciales durante la pandemia y aquellos con Estatus de Protección Temporal (TPS)— al tiempo que EE.UU., invierte en seguridad fronteriza.

Este no es el punto final; tiene que ser firmada por el presidente Joe Biden”, expresó Yazmín.

Lo que a mí me preocupa son las definiciones que hagan de trabajadores esenciales y que pongan restricciones con el fin de reducir el número de personas elegibles legalizarse”.

Un sistema que no nos deja progresar

La experiencia del viaje a México ha impactado la vida de los «dreamers», quienes demandaron a la Administración Biden para que las autoridades de inmigración respondieran a las solicitudes de 84 soñadores que se habían inscrito para viajar a México desde octubre de 2020.

Yo [pude] visitar a mi tía y a mis primos en Apatzingán, Michoacán”, dijo Roberto Félix García Rodríguez, un ‘dreamer’ de 26 años que vive en Fresno, California.

Después estuve en Ixtapa, Zihuatanejo, Morelos y en la Ciudad de México”.

García Rodríguez, quien estudia para ser maestro, comentó a La Opinión que durante su viaje aprendió de la cultura de diferentes etnias indígenas “y me enamoré más de México”.

Por su parte, otro de los soñadores Tony Sandoval, de 23 años, un chihuahuense nacido en Ciudad Juárez no cabía de la alegría al expresar que, después de 18 años volvió a sentir un abrazo y a recibir un beso de sus abuelitos paternos.

Estuve con ellos una semana y me los llevé a Cancún para que conocieran el mar por primera vez; también visité con unos amigos las ciudades de Guadalajara, Tequila, Tlaquepaque y Ciudad de México”.

El joven mexicano, quien vive en Denver, Colorado, expresó que los cerca de 800,000 jóvenes con DACA deberían dar a conocer lo que es el programa, “para que la gente se dé cuenta que luchamos contra un sistema que no nos quiere dejar progresar”.

Con relación al plan de ciudadanía presentado por los demócratas, Sandoval expresó que “ojalá, ahora sí se pudiera hacer”.

Nosotros no le estamos haciendo daño a nadie; seguimos trabajando y estudiando en la universidad. Ya es hora de que nos reconozcan y nos den la libertad de estudiar, trabajar y de acabar con la incertidumbre de si vamos a estar aquí [en EEUU] o no”, concluyó.

Hijo reconoce el sacrificio de su madre

Amparados por DACA, Edgar Ballesteros Cruz y su hermana, América Yaritzi López Cruz, nacidos en Tula, Hidalgo, también pudieron viajar con el grupo a México y volver a EE.UU., sin problemas hace unos días.

No obstante, su mamá María Cruz, se quedó al otro lado de la frontera. Ella decidió volver a su tierra natal y permanecer allá para siempre y cuidar ahora de sus padres, de 75 y 71 años de edad.

Mi mamá nos trajo hace 19 años a Estados Unidos”, contó Edgar, hoy profesor de inglés como segundo idioma (ESL) en Central City Value High School de Koreatown.

Ella se propuso que mi hermana y yo fuéramos a la universidad y lo logramos”.

Edgar narró a La Opinión que el fruto del sacrificio de su madre se forjó durante años en un taller de costura donde su salario era muy bajo.

Venimos a trabajar, le echamos ganas y nos regresamos”, era la mentalidad de María Cruz.

Ese pensamiento es descabellado, pero bueno”, dijo Edgar. “Mi mamá quiso que mi hermana y yo nos educáramos y después se regresaría a México, y lo cumplió… Esa lucha de mi madre me ha dejado marcado para siempre”.

Sin embargo, Edgar no entendía por qué su mamá guardaba ropa y muchos artículos que a lo largo de los años enviaba a México.

Ahora que estuve en México, vi la situación de cómo se vive allá y entendí el porqué de esa hambre de mi madre por salir adelante en la vida… Y su victoria, es un triunfo y un ejemplo que perdurará por siempre en mi corazón”.

Por su parte, su hermana América está a punto de lograr su credencial como maestra.

Edgar comentó que la posibilidad de obtener la ciudadanía estadounidense es algo que siempre le ha faltado no solo a él, sino a los trabajadores esenciales, a los TPSsianos y a los trabajadores agrícolas.

Somos los que hemos construido el país durante la pandemia con nuestro trabajo manual; hemos estimulado la economía con nuestro esfuerzo. Es hora de que se fortalezca a nuestras comunidades y se levante a un pueblo que siempre ha estado en contra de la marea”, dijo. La Opinión

Por: Agencia