lunes, noviembre 25

Joven de 18 años es sentenciado a 25 años de prisión por asesinato de una adolescente

Una Pena de 25 años y dos meses de prisión deberá pagar en el Centro Penitenciario del Occidente, el hombre que el pasado mes de mayo causó la muerte, por motivos de tipo pasional, de una adolescente de 16 años de edad, cuyo cadáver fue encontrado días después, en estado de descomposición, en un terreno baldío del sector Bellavista, en Capacho Nuevo, zona donde los detectives contra homicidios del Cicpc Táchira, lograron la captura del presunto responsable, un vecino y conocido de la víctima y su familia.

J. L. Jaimes Cacique de 18 años de edad, fue acusado de presunto femicidio y abuso sexual contra la víctima, con quien tenía relación de amistad, según se comentó en medios detectivesco y la condena fue lograda por el Ministerio Público, que imputó al sujeto por el homicidio de la menor Tatiana Katiuska B. G., ocurrido el 29 de mayo del presente año.

Adolescente desaparecida

La historia sobre este suceso no deja de ser perturbadora, por la manera como los hechos ocurrieron. La muchacha desapareció en horas de la noche del 29 de mayo cuando salió de su residencia en el sector  Bellavista con la excusa de buscar una zona alta, donde pudiera conseguir señal para su celular. En un primer momento, ella fue acompañada de otra niña, pero la convenció para que retornara a la casa.

La desaparición de la muchacha causó alarma en su familia y gran inquietud en el vecindario, dando origen a numerosas conjeturas que de manera irresponsable fueron puestas a circular, y que lejos de ayudar a la investigación policial, consiguió fue entrabarlas, puesto que los detectives encargados del caso, se vieron obligados a precisar las versiones que una tras otra fueron desechados por no contar ningún tipo de asidero.

La desaparición de la joven fue el primer escollo en la investigación, puesto que nadie de la zona pudo aportar detalles sobre su paradero. La familia decía que a eso de las nueve de la noche ella salió de su casa y no regresó, lo cual era extraño, porque el sitio a donde iba estaba a pocos metros y, además, no solía ausentarse sin avisar. Las conversaciones con los vecinos no aportaron información. Nadie había visto ni sabía nada. Tatiana Katiuska había desaparecido sin dejar rastro.

El 4 de junio fue encontrado el cadáver en avanzado estado de descomposición en una zona enmontada, cerca de la vivienda de la joven. El cuerpo estaba semidesnudo y pese a sus condiciones, se le podía observar señales de violencia. El hallazgo fue realizado por varios niños que en la parte alta jugaban con una pelota y esta se les fue por un barranco para caer entre el monte.

Desde lo alto pudieron ver el lugar exacto donde cayó y por eso bajaron para recuperarla. Se percataron, con terror, que la misma había caído a un lado de un cuerpo humano, por lo que asustados corrieron para avisar a sus padres. Estos retornaron al lugar y tras comprobar que lo contado era verdad, notificaron a las autoridades. Ese día, sábado, en horas de la tarde, llegaron al lugar numerosas comisiones policiales, primero de PoliTáchira y después del Cicpc, Brigada Contra Homicidios y laboratorio de criminalística.

Durante la primera inspección se notó que el cadáver estaba semidesnudo, lo que hizo suponer que había sido víctima de abusos sexual. La experiencia y las señales, pese al lamentable estado de descomposición, permitieron detectar surcos esquemáticos en el cuello, que hicieron sospechar como posible causa de muerte el estrangulamiento. Esto fue corroborado luego por el equipo de forenses que tuvo a su cargo la autopsia y otros reconocimientos, en la morgue del Cementerio Municipal de San Cristóbal. No fue encontrado durante los rastreos el teléfono celular de la víctima, pero si algunas prendas de vestir que era de su propiedad.

Durante el rastreo por la zona no encontraron casi nada de interés criminalístico, que pudiera ayudar a los investigadores. La zona donde fue encontrado el cuerpo no pasó desapercibida, estaba relativamente cerca de la residencia de la muchacha fallecida y eso era un indicativo que llevaba a la confinación de la investigación, en el sector ubicado en parte alta del Barrio San Pedro, en Capacho Independencia. Una vecina confió a los detectives que era la madrugada del domingo, cuando, en medio de la oscuridad, le pareció haber oído los gritos de auxilio de una mujer, que provenían de la zona donde encontraron el cadáver, pero por temor se abstuvo de salir para averiguar que ocurría.

Amigo de confianza

El comportamiento habitual de la muchacha hizo que los investigadores del Cicpc centraran su trabajo en lo que se conoce como el entorno de la víctima, y fue de esta manera que lograron averiguar que era pretendida por un joven de la misma zona, con quien se le había visto conversando en varias oportunidades. Los funcionarios se percataron que ese joven lo habían visto en la zona donde la policía tenía su radio de acción, primero, el día que fue encontrado el cadáver. Estuvo entre los curiosos y luego en diversos sectores de Bellavista, manifestando su disposición de ayudar a la policía, puesto que estaba muy impresionado por lo que había ocurrido a su amiga.

Los detectives sospecharon del hombre desde el primer momento en que conocieron su relación con la víctima, pero no había nada para vincularlo con el crimen. Lo dejaron ir y mantuvieron sobre él una discreta vigilancia y seguimiento, para evitar cualquier intento de fuga. De la parte baja del barrio salieron las primeras informaciones válidas. Algunas personas manifestaron que el sospechoso había sido visto la noche del sábado 29 de mayo en compañía de la ahora víctima y hasta habían estado en una bodega, donde tomaron algunas cervezas, reseñó Diario La Nación.

A todas estas el celular de Tatiana aparecía apagado. Pasadas algunas horas los expertos en telefonía del Cicpc Táchira, se percataron que había sido activado, y desde el mismo se había hecho llamada a una persona residente en Capacho, a la cual lograron identificar y de inmediato buscaron para ser entrevista.

Esa persona manifestó que la llamada se la había hecho un familiar desde ese teléfono, y no sabía nada sobre un crimen en Bellavista. Suministró el nombre y dirección de quien le había llamado y los sabuesos fueron al sitio para detener a la mujer que tenía en su poder el celular de Tatiana Katiuska. La misma fue trasladada a la sede policial para ser entrevistada y allí manifestó que el aparato se lo había regalado su novio J. L. Jaimes Cacique, casualmente el sospechoso, amigo de la muchacha fallecida, a quien los detectives mantenían bajo vigilancia.

Con esto el caso estaba virtualmente resuelto y fueron tras el sujeto, a quien detuvieron en la parte alta de Bellavista. Fue capturado el 7 de junio. Negó cualquier tipo de vinculación con el crimen, pero no tenía una coartada para justificar la manera como obtuvo el teléfono y menos para negar la presencia, junto a la menor, en la bodega donde estuvieron tomando cerveza. Se procedió a la aprehensión y en coordinación del Ministerio Público se logró medida privativa de libertad.

El hombre quedó detenido en la sede del Cicpc, en la avenida marginal del Torbes. Se sabe que el asesinato ocurrió entre la noche del sábado 29 y la madrugada del domingo 30 de mayo, cuando el hombre se ofreció acompañar a la ahora occisa hasta su casa. La pretendía amorosamente, pero ella no le correspondía. Al parecer, el sujeto intentó abusar de la chica y esta se resistió, lo cual habría provocado una reacción de violencia en medio de la cual la sometió. Tras abusar de ella, le causó la muerte por estrangulamiento y lanzó el cadáver en zona boscosa. Al momento de escapar, tomó el teléfono celular y se lo llevó.

Jaimes Cacique terminó admitiendo los hechos al momento de ser presentado ante tribunales, con imputación realizada por el Ministerio Público. Finalmente fue condenado por un Tribunal en Funciones de Juicio, con competencia en materia de violencia contra la mujer, por los delitos de femicidio y abuso sexual. Deberá pasar en prisión 25 años 2 meses. Como sitio de reclusión se designó al Centro Penitenciario del Occidente, en Santa Ana del Táchira.