Un 45,2 % de la población venezolana sufre inseguridad alimentaria, de acuerdo con el más reciente informe de HumVenezuela.
En este contexto, al menos 13 millones de personas no dispone de alguna posibilidad de adquirir alimentos y pasan a estar en una situación crítica.
Pese a que los datos indican que la disponibilidad de alimentos creció cuatro puntos porcentuales, pasando de 44,4% a 48,4 % con respecto a 2022, el poder adquisitivo se redujo en las familias, lo que se traduce como consecuencia de las bajas tablas salariales.
La remuneración mínima en el país, estancada desde mayo 2022, es de Bs. 130, equivalente a $3,62 a la tasa oficial del Banco Central de Venezuela (BCV). La cifra queda desplomada frente a la canasta alimentaria que el pasado mes de noviembre se ubicó en $522,01, lo que lleva a las personas a buscar alternativas para sobrevivir y poder adquirir comida.
En este sentido, HumVenezuela afirma que “la desnutrición en menores de cinco años continúa siendo un grave problema en el país, afectando a 1,4 millones con algún grado de déficit nutricional o riesgo de tenerlo”. De acuerdo con las mediciones del año pasado, 9,5 % de los niños tiene desnutrición aguda y 35,4 % desnutrición crónica.
Por su parte, la coordinadora del Observatorio Venezolano de Salud (OVS), Maritza Landaeta, aseguró que “las familias sacrifican todo lo que tiene que ver con salud y con educación para poder comer”.
“Aproximadamente 75 % de las familias gasta más de 50 % de su ingreso en alimentación, empiezan a vender sus pocos enseres para tratar de compensar el ingreso y comprar ciertos alimentos; lo que hace que la vulnerabilidad de estos hogares sea muy alta”, expuso.
La organización detalló que 91,6 % de los hogares utiliza estrategias de sobrevivencia para alimentarse, rindiendo el presupuesto o aumentando la carga laboral.
Más del 87 % de los hogares desmejora la calidad y variedad de los alimentos mientras que 86 % de ellos tiene un presupuesto insuficiente para comprarlos.
Además, 83,6 % no cuenta con cantidades suficientes de estos productos por sus altos costos.
Al menos 41 % de las familias combina estrategias como sacrificar gastos, extenuar medios de vida o privarse del consumo de alimentos. Entre 10,3 % y 12,3 % de los consultados recibe alimentos de donaciones o regalos.
Landaeta aseguró que toda la población se ve afectada, pero añade que la inseguridad alimentaria influye de manera directa en la calidad de vida de los niños, mujeres embarazadas y los adultos mayores. Asegura que por esto “ha aumentado la mortalidad infantil con cifras altas”.
Sin embargo, en el país no existen datos oficiales de distintos indicadores de salud desde el año 2016 cuando se publicó el último boletín epidemiológico. En ese entonces, la mortalidad infantil pasó entre los años 2000 a 2016 de 19,4 % a 20,23 % por mil nacidos vivos; lo que significa un aumento de 4,3 % en ese período.
Por Agencia.