La candidata a la Presidencia de Colombia, Íngrid Betancourt, está convencida de que el país debe derrotar la corrupción para poder salir adelante y considera que ha llegado la hora de que una mujer tome las riendas después de más de dos siglos de gobiernos de hombres.
«Creo que Colombia está lista para un gran cambio y pienso que este es el momento de unir a los colombianos en contra de la corrupción; creo que la corrupción es el enemigo público número uno que tiene el país. Esa ha sido la bandera que yo he tenido desde hace 30 años y creo que es el momento en el que finalmente podemos lograr una victoria», afirma en una entrevista con EFE.
A sus 60 años, Betancourt buscará llegar a la Presidencia por segunda vez. La primera fue hace 20 años, intento que acabó en un prolongado secuestro por parte de la guerrilla de las FARC que la tuvo cautiva durante seis largos años, cuatro meses y nueve días en las profundidades de la selva.
Al igual que aquella vez, lo hará como candidata del partido Verde Oxígeno, pero a diferencia de 2002, ahora tiene «una visión del país diferente, más madura, más incluyente» y con más conciencia del papel de la mujer en la sociedad y en la política.
«Las mujeres somos una parte fundamental del rompecabezas que puede solucionar a Colombia en términos de que somos las primeras víctimas de la guerra, de la corrupción», afirma.
Explica que con las mujeres en el poder hay una posibilidad de dar al país «una visión complementaria a la del hombre, en la cual la reconciliación, el tema de forjar un país con un nuevo espíritu, ordenado, organizado, justo, donde no haya exclusiones, donde no haya violencia, puede ser la oferta».
Betancourt cree que el machismo de la sociedad colombiana no debe ser un obstáculo para su aspiración porque «también los hombres han cambiado en el sentido de pensar que es bienvenida la visión de una mujer»
División en la coalición
En un primer momento, Betancourt se sumó a la Coalición Centro Esperanza para competir con seis hombres por una candidatura que se definirá en una consulta el próximo 13 de marzo, pero tan solo nueve días después se retiró en medio de una agria discusión con Alejandro Gaviria, otro precandidato, por los apoyos que éste había recibido de la llamada «maquinaria política», elevando el tono del debate sobre la corrupción, piedra angular de su campaña.
«Me pareció un proyecto muy importante en el cual los principios que unían a la coalición eran los principios de lucha contra la corrupción (…) pero si se abre la puerta para que el lobo entre en el redil de las ovejas, pues no vamos a poder cumplirle a los colombianos, por lo tanto ahora estoy haciendo esta campaña sola», como candidata de Verde Oxígeno.
Betancourt insiste en que «la corrupción fue el detonante de esa división» de la coalición, que se mostró «incapaz» de tomar decisiones frente a ese problema.
Complacencia con la corrupción
«Colombia es un país que se ha vuelto complaciente con la corrupción y, de alguna manera, para muchos la maquinaria es un mal menor. Es como algo con lo cual simplemente hay que convivir para hacer política», afirma, y añade que «obviamente, cuando se llega al poder a través de las maquinarias se llega a delinquir, a saquear el Estado y a buscar impunidad».
Por eso considera que los colombianos tienen «que tener cero tolerancia con esto» y se muestra «totalmente convencida» de que puede ganar la Presidencia sin la ayuda de las maquinarias: «si no, no estaría aquí».
Pese a que las encuestas no le son favorables, no se le pasa por la cabeza retirarse de la carrera presidencial porque siente «el gran apoyo de los colombianos» y subraya: «Vamos a ir hasta el final y no solamente hasta el final de la primera vuelta sino hasta el final de la segunda vuelta y vamos a ganar».
Si ese sueño se concreta, además de la lucha contra la corrupción tendrá tres prioridades en su eventual Gobierno.
«Una es combatir el hambre, que es la primera expresión de la pobreza y con ello todas sus secuelas, como son la falta de educación, de salud, el desempleo. Vamos a incidir en el tema de la inseguridad y vamos a trabajar también un tema ecológico, todo enmarcado en una lucha contra la corrupción», afirma.
La paz no es una piñata
En cuanto a la violencia del conflicto armado, una de las grandes preocupaciones de los colombianos, Betancourt asegura que buscará un acuerdo de paz con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) pero sin más concesiones que las que se le dieron a la FARC.
«Yo lo he dicho claramente en muchas oportunidades: el ELN va a tener en mi gobierno una fecha de vencimiento. Vamos a darles unos años, probablemente dos, para pactar con nosotros un acuerdo de paz. No les vamos a dar más que eso, y de una vez estamos anunciando que el acuerdo de paz no es una piñata, no es una feria para ver quién obtiene más ventajas. Lo que se le dio a las FARC es lo máximo que cualquier guerrilla puede obtener», asegura.
Y sobre las drogas, otro dolor de cabeza del país, se declara «partidaria de la despenalización» porque «la legalización es un paso más adelante» cuando se haya «desmantelado todo el negocio del narcotráfico».
El otro paso será «un mecanismo para enfrentar el consumo (…) y para ello necesitamos hacer que el consumo de drogas no sea un crimen sino un problema de sanidad pública, un problema de salud y enfrentarlo como tal», concluye.
Por: Agencia / Foto: Cortesía