Por carecer de trabajo, pasar hambre, con tres hijas y la esposa embarazada de dos meses, un migrante venezolano, al que el diario El País (España) llama “Andrés” para resguardar su verdadera identidad, se vio obligado a dejar su familia y abandonar Caracas en busca de sustento en otra nación.
Así, cruzó casi mil 300 kilómetros hasta territorio brasileño luego de cuatro días de viaje, los últimos 200 kilómetros a pie hasta la capital del estado de Roraima, donde llegó a mediados de 2019.
No la tuvo fácil en Boa Vista, donde llegó a rebuscar comida en la basura y dormir sobre cartones viejos, hasta que optó para la Operación Acogida, programa de ayuda humanitaria para inmigrantes, que adelanta el Gobierno brasileño, y consiguió trabajo de camionero en São Paulo en febrero de 2020. Pero nada más lejos de mejorar.
En marzo de 2021, se convirtió en uno de los 23 extranjeros liberados en una acción del Programa de Erradicación del Trabajo Esclavo en São Paulo, vinculada al ministerio de Economía, que recayó sobre dos de las mayores cerveceras del mundo, las multinacionales Ambev y Grupo Heneiken (que en Brasil se llama Cervejarias Kaiser Brasil), y una empresa de transporte subcontratada por ambas, Sider, que empleaba directamente a los trabajadores.
Pagos por daños morales
Ahora las empresas, que deberán pagar a los empleados los daños morales, tendrán unas semanas para preparar su defensa en el caso. En total, cada trabajador rescatado recibirá unos 657 mil 270 reales (unos 125 mil dólares).
Junto a Andrés hay otros 21 venezolanos y un haitiano, quienes vivieron durante meses (algunos más de un año) en la cabina de los camiones aparcados en las sedes de Sider en Limeira y Jacareí, ciudades del interior de São Paulo, un derecho que tienen por ley y que la empresa se había comprometido a cumplir.
Trabajaban durante jornadas extenuantes y sin ningún día libre. Además, no tenían acceso a agua potable. También se les impusieron tasas extras y descuentos, como el cobro por la ropa y calzado de trabajo y por nacionalizarles el permiso de conducir.
Situaciones insoportables
Otro venezolano, “Bruno”, contó a El País algunas situaciones laborales insoportables: “Si se te cae la carga, te la descuentan del sueldo. Si se te pincha la rueda, también te la descuentan, unos mil reales o 200 dólares“ y tras quejarse de los cargos abusivos, escuchó: “Si no te gusta, te vuelves a Venezuela y te mueres de hambre”. “Fue una época muy difícil. Nos trataban como perros, como animales. Viví durante 11 meses en mi camión, en un espacio donde solo podía echarme y dormir, nada más”, afirma.
La legislación brasileña establece que les correspondería a Heineken y Ambev supervisar que el contratista tercerizado (Sider) cumpliera las obligaciones laborales, por lo que también se les responsabilizará por tener a trabajadores esclavizados.
Según el informe, ambas cerveceras actuaron con “ceguera deliberada al ignorar la debida verificación del cumplimiento” de las leyes por parte de la empresa de transporte, con el objetivo de obtener beneficios “en detrimento de las normas de protección laboral”.
En un comunicado, el Grupo Heineken afirmó que se enteró del caso “a través de la Superintendencia Regional del Trabajo, y que colaboró activamente para garantizar todos los derechos fundamentales de los trabajadores tal como indicaron los auditores”.
Ambev, por su parte, declaró que aseguró “el pago de todas las indemnizaciones laborales y que la empresa de transportes facilitara el regreso de los conductores a su lugar de origen o trajera a su familia, según la elección de cada uno”.
Vidas en peligro
El régimen laboral al que estaban sometidos estos trabajadores ponía en riesgo sus vidas y las de los demás. Algunas de las principales infracciones que comprobaron los inspectores y que corroboraron la tesis de las condiciones análogas a la esclavitud en este caso fueron “la supresión del descanso semanal remunerado (días libres)” y la pausa entre un viaje de entrega y el siguiente, que según la legislación debe ser de 11 horas.
En la práctica, se les sometió a una jornada agotadora al volante, sin descansos. “El resultado [de estas condiciones] ha sido un aumento del número de accidentes de trabajo y, sobre todo, de enfermedades profesionales, que incluso han provocado muertes y suicidios relacionados con el trabajo”, afirma el informe de los auditores.
Sin derecho a descanso ni a días libres, algunos trabajadores informaron que tenían que “escabullirse del garaje de Sider después de las 11 de la noche para encontrarse con sus familiares”.
Por otra parte, la remuneración mensual de estos trabajadores oscilaba entre mil 900 y 4 mil reales (entre 360 y 750 dólares), en función de los descuentos y las tasas. A primera vista, esta cantidad puede considerarse elevada, por encima del salario mínimo de mil 100 reales (210 dólares). No obstante, el auditor Ferreira explica que este salario incluía pagos dentro y fuera de la nómina. Y el trabajador solo alcanzaba el valor máximo cuando era sometido a todas estas violaciones, viviendo en la cabina y sin días libres. Así que el valor del salario es proporcional al número de infracciones que sufre.
Por Agencia