Este lunes se celebran 371 años de la aparición de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela, lo que representa una gran alegría para sus devotos distribuidos a lo largo y ancho del país.
La tierra venezolana fue bendecida con la aparición de esta virgen, que junto a la de Guadalupe en México, son las únicas de América Latina que han dejado constancia física de sus manifestaciones ante los mortales.
La aparición de esta advocación de la virgen María, madre de Dios, se dio en el estado Portuguesa, por lo que hoy en Guanare se realizan los actos centrales de la iglesia, para rendirle tributo.
El gobernador de esa entidad, Antonio Cedeño, declaró Día de Jubilo no laborable, para que toda la población pueda asistir a los actos centrales que se realizarán en la Basílica Menor. Se estima que estarán presentes más de 50 mil personas en las actividades religiosas.
Los organizadores han dispuesto de 100 funcionarios para que se encarguen de la seguridad, y más de 100 autobuses para hacer el traslado de los visitantes.
La historia
De acuerdo a lo narrado en una publicación de la Basílica Menor Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, cierto día de 1651, el cacique de los indios Coromoto de las Tribus de los Cospes, junto a su mujer se dirigía a una parte de la montaña donde tenía un sembradío.
Al pasar por una quebrada se le apareció la imagen de una hermosa señora con un niño en sus brazos, y le dice que se vaya de donde estaban los blancos para recibir el agua sobre la cabeza y así poder ir al cielo.
El indio quedó convencido por lo que le dijo la hermosa señora y se dispuso a hacer, junto al resto de la tribu, lo que le pidió.
En cierto punto de la montaña, el cacique coincidió con un español muy bueno llamado Juan Sánchez, quien iba para El Tocuyo, y le contó lo ocurrido.
El hombre le pidió que lo esperara, pues en ocho días regresaría de su viaje. Cumplido el tiempo, recogió a su tribu y junto con Sánchez se fueron para una zona comprendida entre Tucupido y Guanaguanare, la cual denominaron Coromoto.
El español se dirigió a la Villa del Espíritu Santo y dio aviso a las autoridades, quienes dispusieron que se quedaran en Coromoto y nombraron a Sánchez como su encomendero, para que les enseñara a labrar las tierras y le religión cristiana.
Juan Sánchez cumplió con su labor y poco a poco los indios se fueron bautizando.
Al principio el cacique asistía a los instrucciones, pero tiempo después se negó a aprenden la doctrina cristiana y a ser bautizado.
El 8 de septiembre de 1652, Juan Sánchez llamó a todos los indios para que asistieran a los actos religiosos que había preparado, pero el cacique se negó a hacerlo.
Se quedó en su bohío junto a su mujer, su cuñada y un hijo de esta última. De repente todos pudieron ver de nuevo la imagen de la hermosa señora. El cacique se molestó por la aparición y le dijo a la virgen que no lo siguiera, pues por ella había dejado su tierra y ahora estaba pasando trabajo.
Las mujeres le recriminaron su actitud irrespetuosa hacia la amable señora, pero él sin importarle toma un arco y una flecha para agredir a la imagen. La aparición seguía en la entrada del bohío y la señora siempre con una amable sonrisa.
El cacique Coromoto soltó el arco y la flecha e intentó agarrarla con las manos, pero en ese momento la virgen desapareció y en una de sus manos quedó una estampa de la imagen.
El niño que había presenciado lo ocurrido se lo comunicó a Juan Sánchez, quien tomó la reliquia y se la llevó al padre del pueblo, don Diego Lozano y le contó lo ocurrido. El sacerdote no le creyó, por lo que el español se la llevó para su casa y la puso en un altar.
Ese mismo día el cacique reunió a su tribu y convenció a los indios de retornar a su antiguo espacio. Sin embargo cuando iban en el camino fue mordido por una serpiente venenosa. Ya moribundo pensó en la señora que se le había aparecido y le dijo que sí se iba a bautizar y a regresar donde estaban los blancos.
Un mestizo que pasaba por la zona lo bautizó y ya estando más tranquilo, le dijo a su tribu que debía regresar con los blancos y así lo hizo.
Pasados los meses la historia de la aparición de la virgen se fue difundiendo y en febrero de 1654, el padre Lozano, quien no había creído lo que le contó Sánchez, sacó la estampa en procesión, desde la casa del español hasta la iglesia de Guanare.
En 1942 el episcopado venezolano decretó y proclamó a Nuestra Señora de Coromoto, como Patrona de Venezuela. En 1944 el papa Pío XII la declaró Celeste Principal y Patrona de Venezuela. En mayor de 1949 la iglesia de Guanare fue elevada a Basílica Menor, por el mismo Sumo Pontífice. En ella se encuentra custodiada la reliquia dejada por la virgen en la mano del indio Coromoto.
En febrero de 1996 su Santidad Juan Pablo II, en su visita a Venezuela inauguró el santuario.
Por: Agencia