martes, noviembre 5

Gengis Kan, el conquistador y el estudiante

Gengis Kan fue un guerrero y conquistador mongol que logró unir a las tribus nómadas de esta etnia del norte de Asia, fundando el primer Imperio mongol, uno de los más grandes de la historia en términos de territorio. Su dominio abarcó desde Europa Oriental hasta el océano Pacífico, y desde Siberia hasta Mesopotamia, la India e Indochina. Es considerado una de las mentes militares más grandes que hayan existido.

Gran parte del éxito de Gengis Kan se debe a que siempre estuvo más abierto al aprendizaje que cualquier otro conquistador que haya existido. A pesar de ser el gran emperador, comandante de gigantes y poderosos ejércitos, siempre se asumió como un eterno estudiante ávido de conocimientos.

Fue un estudiante perenne, cuyas asombrosas conquistas y logros se construyeron y planificaron gracias a su gran capacidad de absorber todo el conocimiento, las tecnologías e innovaciones, así como las prácticas de cada nueva cultura que sumaba a su imperio. Sin duda, no solo hablamos de un hombre que hizo historia, que hace 800 años levantó un imperio gigante, sino que de su legado podemos extraer cientos de valiosas lecciones vigentes, que hoy podemos implementar en nuestros negocios.

Uno de sus biógrafos describió su vida como “un persistente ciclo de aprendizaje pragmático, adaptación experimental y revisión constante, impulsados por una voluntad increíblemente disciplinada y centrada”.

Gracias a estas increíbles virtudes Kan se dedicó a conocer a los estudiosos y las familias reales de las tierras que conquistaba, se nutría con los conocimientos de los mejores astrólogos, escribanos, médicos, pensadores y asesores, y cualquiera que pudiera aportar para mejorar su rendimiento y el de sus tropas. Cuentan que en sus viajes de conquista se hacía acompañar por interrogadores y traductores.

El Imperio mongol se destacó por las libertades religiosas, por la apertura a las ideas y a las culturas.

Fue quien llevó por primera vez limones a China y los fideos chinos a Occidente. Dio a conocer el arte y la belleza de las alfombras persas, se nutrió de la tecnología minera alemana, la metalurgia francesa y conoció el islam.

Con la mezcla de culturas y conocimientos revolucionó la guerra en esa época, al combinar la pólvora china con los lanzallamas musulmanes y la metalurgia europea.

Lo maravilloso de este personaje, temido por muchos, era que aun sabiéndose el mayor conquistador del mundo, siempre luchó en contra del ego, y se asumió como un sempiterno aprendiz, allí yace la gran clave de todos sus éxitos.

No se envileció con una nueva conquista, por el contrario, le enseñó que debía aprender más del territorio conquistado y de su gente para perfeccionar y mejorar para su siguiente incursión.

Para Gengis Kan era vital reunir toda la información necesaria de su enemigo antes de embarcarse en una nueva incursión. Enviaba espías para que extrajeran información entre los comerciales y creó los yans o puntos de logística para los mensajeros, con comida, bebida y caballos de repuesto, para que estos pudieran llevar la información en el menor tiempo que se pudiera.

Gracias a ese afán de aprender, en 25 años el ejército mongol conquistó más tierras que el ejército romano en 400 años y una gran parte de la población actual del mundo vive en tierras conquistadas por Gengis, hablamos de más de 30 países con 3000 millones de habitantes.

Y así como el gran Gengis Kan, no importa si sientes que has llegado al tope de tu carrera o de tu negocio, la clave está en que, indistintamente de tu posición en la organización, tú mantengas la disposición a aprender.

Puedes aprender de todo y de todos, de tu competencia, de quienes te rodean, de tus empleados, de tus vecinos, en cualquier rincón puedes hallar sabiduría. Lo vital es acallar el ego para poder escuchar todas las oportunidades que te lleguen para aprender.

Una de sus frases célebres habla de la importancia de ser consecuente y persistente, decía: “El mérito en la acción radica en hacerla hasta el final”, y esa es la invitación que quiero dejarte en este día, a asumirte con verdadera convicción como aprendiz, a aplacar el ego, a asumir cada logro conquistado con humildad, a nunca cerrar el libro, a nunca cerrar los sentidos, a siempre estar abierto a aprender. Si Gengis Kan, fue en su momento uno de los hombres más poderosos del mundo, y por encima de ello siempre se consideró a sí mismo un humilde estudiante, ¿qué te lleva a pensar que no puedes hacerlo?, ¡claro que lo lograrás!

Por María Inés Morán