El Reino de los Países Bajos, con sus diques, quesos y tulipanes, es una referencia distante, lejana, ajena para los curazoleños, tostados al sol del trópico y oreados por la brisa de las Antillas. Siglos después de colonizar una isla a casi cinco mil millas de Ámsterdam, los neerlandeses siguen ejerciendo la tutoría sobre Curazao ante el mundo, y eso abarca al deporte.
Responder a una identidad propia en la Serie del Caribe Gran Caracas 2023 ha sido una vivencia emancipatoria para los peloteros isleños, felices en su autodeterminación como curazoleños. Figuras del aguerrido equipo Curazao como Jonathan Schoop, Andrelson Simmons y Wladimir Balentien conservan la ilusión de que, algún día, suene el himno de Curazao en el Clásico Mundial de Beisbol. Así como se escuchó por La Rinconada y Macuto.
Es un viejo anhelo en ese territorio insular de 444 kilómetros cuadrados. Un lugar fértil para el beisbol y ubicado a poco más de cien kilómetros de Venezuela. Randall Simon, grandeliga curazoleño, abordó el debate al representar a Holanda por el Clásico Mundial de 2009.
“¿Por qué tenemos que jugar para Holanda si nosotros somos Curazao? Deberíamos jugar por nosotros”, preguntaba el toletero zurdo, gratamente recordado gracias a sus incursiones sobre la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. A Simon le habría encantado formar parte de este elenco que vino a Caracas a reivindicar el beisbol de su verdadera patria. De seguro se sentiría tan complacido como Simmons, Schoop y Balentien.
“Es una pregunta difícil de contestar”, refiere Simmons, campocorto ganador de cuatro Guantes de Oro en Grandes Ligas, sobre si él y sus compañeros deberían cambiar la camisa de los Países Bajos por la de Curazao en torneos internacionales como el Clásico.
“Estoy contento de que haya muchos peloteros de Curazao que refuercen a Holanda, pero hay mucho talento en Curazao y ojalá un día tengamos nuestro equipo propio para el Clásico. Hemos demostrado que tenemos lo necesario para ganarle juegos a cualquiera”, refiere Simmons, quien explicó con un castellano bastante fluido qué lo trajo a la Serie del Caribe, después de once temporadas ejerciendo bajo la Gran Carpa. “De niño veía el torneo por la tele y lucía divertido”, apunta el torpedero, quien sigue buscando contrato con alguna divisa del Big Show. “Ha habido interés, pero nada oficial. Como tuve algunas lesiones, debo probar que estoy bien y así abrirme puertas”.
Wladimir Balentien no jugó tanto arriba como Simmons, aunque es un embajador de Curazao. Hace diez años rompió el récord de jonrones en el exigente beisbol japonés al descargar 60 cuadrangulares para las Golondrinas de Yakult, durante el torneo correspondiente a 2013. Balentien se ha vestido de Holanda (perdón, Países Bajos) para múltiples campeonatos globales, entre ellos el Clásico. Le resultaría gratificante portar, en ese certamen, el nombre de Curazao con el cual sale al campo durante esta Serie del Caribe.
“Somos de aquí”, dice Balentien sobre su isla. “Esta es la bandera que llevamos, este es el país de nosotros. Lamentablemente, no tenemos la posibilidad de meternos en un evento tan grande y tan importante como el Clásico. Pero estamos agradecidos con los Países Bajos por darnos la oportunidad de estar en un torneo como ese. Allí los representamos a ellos y también a nuestro país”, expresa con un español sin baches el cañonero de 38 años de edad. Después del Clásico barajará sus opciones, pues se siente en condiciones de seguir aportando para elencos profesionales.
“Si no sale nada, igual me mantendré en forma”, señala Balentien, agradecido con la LVBP por todo lo aprendido aquí luego de tres campañas con Cardenales de Lara y Navegantes del Magallanes. “Esta liga me hizo pelotero, me hizo el jugador que he sido”, desgrana. “Estoy contento de venir de nuevo y estar por primera vez en la Serie del Caribe, de la cual tanto escuché. Ojalá pueda jugar otra”.
Aunque Robinson Canó es, por trayectoria, el gran nombre propio presente en Gran Caracas 2023, la figura de mayor vigencia es el curazoleño Jonathan Schoop. Es All Star y nominado al Más Valioso dentro de MLB y camarero titular de los Tigres de Detroit el año pasado.
Schoop es otro curazaleño orgulloso de ser estandarte de su suelo y asegura que ya hay avances para que Curazao tenga membresía propia en el Clásico Mundial. “Yo soy de Curazao, de esa isla pequeña, y vine a mi primera Serie del Caribe a representar a mi país y a prepararme para el Clásico”, explica el toletero derecho, con diez zafras de antigüedad dentro del Circo Máximo.
“Me gustaría que fuera Curazao al Clásico, como vinimos con Curazao para la Serie del Caribe”, enfatiza Schoop. “Eso no podrá ser ahora, pero estamos trabajando en eso, para llegar a ese punto. Por ahora, la Serie me sirve para estar listo, tanto en el Clásico como en la temporada de Grandes Ligas porque, mientras más pitcheos ves, más listo vas a estar”, cuenta el infielder de 31 años de edad, quien seguía al beisbol profesional venezolano cuando era un infante. “Me gustaban los Tigres de Aragua. No sé el porqué, pero me sentía afición por ellos, me gustaban”. Tal vez por Miguel Cabrera, su compañero en los otros Tigres, los de Detroit.
“En Curazao jugamos muy bien a la pelota. Tenemos aquí a un par de grandeligas y jóvenes de ligas menores quienes algún día subirán también”, expone Schoop. “La idea es hacer un buen papel y venir a más Series del Caribe. Siempre quise jugar una porque en Curazao estamos cerca de Venezuela y veía mucha pelota de este país”. Ese aprendizaje quiere llevarlo a Schoop como dignatario de Curazao dentro del concierto global. “Somos buenos”, insiste.
Por: Agencia