jueves, noviembre 21

Familiares de rehenes israelíes intentan mantener la atención pese al desgaste

Manifestaciones, entrevistas, un torneo deportivo en la playa… Los familiares de los rehenes israelíes luchan por mantener la atención de los medios de comunicación y de la opinión pública, pese al cansancio y al desgaste que empiezan a sentir.

En un mes, Hadas Kalderon ha descrito «su pesadilla» cerca de «un centenar» de veces. Su hija Sahar, de 16 años, su hijo Erez, de 12, y su exmarido Ofer, de 53, fueron secuestrados y llevados a Gaza el 7 de octubre.

Y, sin embargo, vuelve a contarla para AFP en Tel Aviv, al margen de una manifestación, otra más, por la liberación de los cerca de 240 secuestrados en el ataque del movimiento islamista palestino Hamás, que también dejó unos 1.200 muertos según Israel.

«¿Creen que estoy disfrutando? ¡Estoy sufriendo! Intento no pensar en ello, pero tengo que hablar todo el rato de ello», explica la mujer de 56 años.

Esta superviviente del kibutz Nir Oz, que perdió a su madre y a su sobrina, realiza todas sus entrevistas como «un piloto automático, un robot», y no consigue dormirse hasta derrumbarse «de agotamiento a las 4 o 5 de la madrugada».

Más de un mes después del ataque, «no ha pasado nada», lamenta Kalderon. «Siento que lucho contra molinos de viento cuando suplico por la vida de mis hijos».

Su tono se endurece al hablar del gobierno israelí, acusándolo de haber «abandonado» a sus hijos y afirmando que tiene «el deber de traerlos de vuelta».

«Nada nuevo»

Como Kalderon, varios familiares de rehenes viajaron a distintas capitales occidentales para difundir su causa ante diplomáticos y medios de comunicación.

El Foro de Rehenes y Familiares Desaparecidos organizó «una veintena de delegaciones» con «tres o cuatro representantes de familias» cada una, indica Daniel Shek, responsable de su unidad diplomática.

Ahora que las operaciones militares se intensifican en Gaza, esta asociación vigila en caso de que «decaiga el sentimiento de urgencia y prioridad del gobierno con respecto a los rehenes», explica este exembajador de Israel en Francia, ya jubilado.

En Israel, el apoyo de la opinión pública es total. «Desde hace quince días, los sondeos muestran que la prioridad número uno de los israelíes es el regreso de los rehenes», al contrario de cuando comenzó el conflicto, cuando era «combatir a Hamás», afirma el exdiplomático.

Pero en el extranjero, con las represalias israelíes en Gaza que, según Hamás, han dejado más de 11.000 muertos, en su mayoría civiles, «la empatía generalizada con Israel se desmorona y la historia de los rehenes puede sufrir las consecuencias», añade.

Kinneret Stern, cuya prima -Moran Stela Yanai- fue secuestrada, siente que «la empatía ya no es la misma» en las «tres o cuatro entrevistas diarias» que da su familia, en comparación con el principio.

«Es muy difícil ya que no tenemos nada nuevo que contar», resume esta ingeniera informática.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, nombró el domingo la posibilidad de un potencial acuerdo para liberar a los rehenes.

«Hasta que no estén aquí, sanos y salvos, no significa nada para nosotros», responde Stern.

Futvóley

En Tel Aviv, en la plaza situada frente al cuartel general del gobierno de guerra, una pantalla y un reloj de arena gigantes recuerdan la interminable espera.

Una inmensa mesa con más de 200 sillas vacías simboliza la ausencia, en este lugar convertido en el punto de encuentro para apoyar a los rehenes.

Los transeúntes son invitados a mirarse en un espejo rodeado de los retratos de los secuestrados.

Para llamar la atención en las redes sociales, los allegados de Ofir Tzarfati, secuestrado en el festival Nova donde celebraba su 27º cumpleaños, grabaron videos en los que aparecen jugando al backgammon o al fútbol.

Pero, cuando llega su turno, su amigo no aparece.

El viernes también organizaron un torneo de futvóley en una plata, «una manera positiva» de dar voz a su dramática situación sin «repetir una y otra vez las historias», declara su amigo Ron Safran.

«Lo echamos mucho de menos», añade el joven. «Queremos mantener la energía, pero ha pasado mucho tiempo».

Por: Agencias / Foto: Cortesía