miércoles, diciembre 25

Estudian a un paciente que estuvo positivo de COVID-19 durante 232 días

Científicos de Francia y Brasil detectaron e hicieron seguimiento de un paciente de 38 años que dio positivo de COVID-19 durante 232 días. Las conclusiones de los especialistas fueron publicadas en la revista Frontiers of Medicine.

Los investigadores del Instituto Pasteur de Francia, la Universidad de San Pablo y la Fundación Oswaldo Cruz, de Brasil lograron documentar el caso y estudiarlo, reseñó Infobae.

“De los 38 casos que rastreamos, dos hombres y una mujer fueron atípicos en el sentido de que el virus se detectó continuamente en su organismo durante más de 70 días”, reveló Marielton dos Passos Cunha, primer autor del artículo.

No se trata del primer caso en el que se detecta el virus activo en el organismo de una persona, aún cuando tuvo un cuadro leve de COVID-19. A comienzos de 2021, otros investigadores brasileños informaron de casos similares.

El grupo de científicos analizó 29 muestras de secreción nasofaríngea de pacientes que dieron positivo en la prueba de COVID-19 al décimo día de la aparición de los síntomas y las inocularon en células cultivadas en el laboratorio. En el 25 % de los casos, los virus presentes en las muestras eran capaces de infectar las células y replicarse in vitro. Por lo tanto, en teoría, otras personas podrían infectarse si entraran en contacto con las gotitas de saliva expulsadas por estos pacientes en el momento de ser tomado el material.

El riesgo parece ser aún mayor para las personas con sistemas inmunitarios comprometidos. En un artículo publicado en junio de 2021, estos mismos investigadores describieron un caso de infección que duró al menos 218 días. El paciente tenía unos 40 años y se había sometido a un tratamiento agresivo contra el cáncer antes de contraer la COVID-19.

Además, un artículo publicado en la revista New England Journal of Medicine a principios de diciembre de 2020 informaba del caso de un hombre inmunodeprimido de 45 años con un trastorno sanguíneo autoinmune en el que el virus siguió replicándose durante 143 días.

Además, en otro artículo publicado en la revista científica Cell a finales de diciembre de ese año esbozaba el caso de una paciente con leucemia en la que el virus siguió replicándose durante al menos 70 días, aunque no presentaba síntomas de COVID-19.

Según ese análisis, la diferencia entre mujeres y hombres en cuanto a la duración de la actividad viral no fue significativa, que presentaban una media con la enfermedad de 22 días y 33 días respectivamente.

En los tres casos atípicos, el virus permaneció detectable durante 71 días en la mujer y 81 días en uno de los dos hombres. Ninguno de ellos presentaba comorbilidades y todos tenían síntomas leves de COVID-19.

En tanto, el hombre al que se refirió el trabajo publicado en Frontiere of Medicine continuó dando positivo de coronavirus durante 232 días (de abril a noviembre de 2020), tras lo cual dio negativo tres veces por PCR. Este paciente es portador de VIH, desde 2018, pero carece de carga viral detectable gracias a la terapia antirretroviral.

“El hecho de que sea seropositivo para el VIH no significa que sea más susceptible a otras infecciones, ya que se ha sometido a la terapia desde que fue diagnosticado. Su capacidad de respuesta a una infección por otro agente es comparable a la de cualquier otro individuo, y de hecho respondió al coronavirus cuando se infectó. No está inmunodeprimido, como los pacientes de cáncer, las personas con enfermedades autoinmunes o los trasplantados, por ejemplo”, explicó Paola Minoprio, una de las líderes del trabajo.

Por eso, de acuerdo con los observado por los investigadores franceses y brasileños, la condición de seropositivo del paciente no explica la larga duración de su infección por coronavirus. Habría que comparar a muchos pacientes infectados simultáneamente por el VIH y el SARS-CoV-2 con un grupo de control adecuado para ver si algún rasgo genético o inmunitario del huésped podría estar asociado a una excreción viral tan prolongada, explicaron.

Los expertos se aseguraron de que no se tratara de una reinfección. Para eso el paciente fue sometido a pruebas semanales que detectaron la persistencia de la infección, y se secuenciaron periódicamente muestras del virus. En ese seguimiento detectaron que el virus seguía replicándose y que, además, estaba mutando.

Se trazaron las estrategias utilizadas por el virus para escapar del sistema inmunitario durante la infección, mostrando que la carga viral disminuía cuando había más anticuerpos neutralizantes, y que el virus era capaz de burlar las defensas del organismo para volver a acumular la carga. El ciclo se repetía, forzando la producción de más anticuerpos hasta que la carga viral volvía a reducirse.

“Es importante observar a pacientes como éste porque podemos aprender más sobre cómo muta el virus y qué mutaciones pueden dar lugar a variantes preocupantes”, apuntó Cunha.

El paciente del estudio estaba infectado por el linaje B.1.1.28, también llamada P1, que entró en Brasil a principios de 2020. Los investigadores no detectaron mutaciones en el virus aislado del paciente que pudieran justificar su clasificación como más transmisible o más resistente al sistema inmunitario.

Por Agencia