Pablo Escobar fue un personaje bastante polémico dentro de la historia colombiana. Muchos lo llaman ‘El patrón del mal’, mientras que otros lo consideraron en su momento como una especie de Robin Hood, especialmente por los regalos y obras que daba en épocas de festividades en los barrios humildes de Medellín.
No obstante, aquellos detalles que combinaban con el rojo de las navidades, realmente eran manchas de sangre que provenían de las víctimas de la violencia generada por la guerra contra el narcotráfico y que, al mismo tiempo, destruyó en toda Colombia una de las cosas más preciadas para ‘El capo’: la familia, reseñó El Tiempo.
Según las cifras presentadas por las autoridades, fueron 15 mil las personas que murieron durante la época del terrorismo liderada por Pablo Escobar y su pelea insaciable contra el gobierno, afectando en el camino a miles de familias y personas inocentes.
Varios medios de comunicación locales e internacionales documentaron los numerosos atentados que el narcotraficante lideró entre 1970 y 1993, pero también se llegó a hablar de las contradicciones de sus acciones, pues mientras que con una mano empuñaba un arma, con la otra mandaba a hacer diferentes obras que tuvieron un gran impacto en personas de escasos recursos.
Pero, ¿a qué costo? Acá le contamos las excentricidades que hizo el líder del cártel de Medellín durante la festividad que consideraba más importante: la Navidad.
Los rezos obligatorios al El Niño Jesús de Atocha
Numerosos estudios han tratado de comprender los nexos entre el narcotráfico y la religión. Como si fuese una forma de emanciparse o para protegerse, se ha podido observar que las personas que participan en este tipo de actividades ilícitas suelen encomendarse a diferentes figuras religiosas.
Por su parte, Pablo Escobar no fue la excepción.
Uno de los rituales más importante para él era hacer la oración al Niño Jesús de Atocha, a quien se encomendaba para que no lo encontraran las personas que estaban detrás de su cabeza, tales como la DEA (Administración de Control de Drogas) o sus enemigos que estaban dentro del mismo negocio.
Esta figura, de hecho, es una de las más importantes en Centroamérica y generalmente se le puede encontrar usando un sombrero de ala, una capa de peregrino, un bastón, y una canasta para llevar pan.
Según la página oficial de la Basílica de Atocha, “en Plateros, una pequeña aldea cercana a las minas de Fresnillo, se construyó una iglesia en honor a Santo Cristo de los Plateros, un crucifijo milagroso, comenzando la construcción a fines de la década de 1690. Hasta allí los españoles llevaron la devoción a la Virgen de Atocha, colocando en un altar de la iglesia de Plateros una hermosa imagen española de Nuestra Señora y su Niño Divino. La imagen desapareció y pronto esculpieron unas nuevas que se podían separar”.
Desde entonces, peregrinos de todo el mundo acuden a él pidiendo milagros y especialmente si necesitan ayuda para abrirse camino entre las dificultades.
Una bolsa roja para la buena suerte
Un ojo turco, una moneda de oro, un pedazo de piedra y algún objeto dorado, todo dentro de una bolsa roja de terciopelo. Así era el típico paquete que Pablo Escobar le daba a sus familiares en épocas festivas, para que no los ‘agarrara desprevenidos’ el año nuevo.
En una entrevista hecha por la cadena de televisión ‘Telemundo’, Laura Escobar, sobrina del narcotraficante, habló sobre cómo el capo pasaba la Navidad con su familia y lo significativa que era para él.
“Una bolsita roja, de terciopelo, con un cordoncito dorado, y dentro de ella hay cinco elementos: salud, abundancia, prosperidad, amor y gratitud”, explicó la mujer.
La leyenda del caballo convertido en unicornio
Una de las historias más populares alrededor del mundo cuenta cómo Pablo Escobar, supuestamente, mandó a ponerle un cuerno y alas de papel a un caballo que le regaló a su hija en Navidad, demostrando así que el capo no tenía límites al momento de cumplir los caprichos de Manuela, su pequeña.
De hecho, la versión fue incluso corroborada por John Jairo Velásquez Vásquez, más conocido como ‘Popeye’, quien era la mano derecha del narcotraficante, en un video que hizo para su canal de YouTube.
Allí explicaba que, en efecto, el narcotraficante les ordenó a sus hombres que le incrustaran al caballo un cuerno en la frente y que le pegaran en el lomo un par de alas, para así cumplir los deseos de la niña. Tiempo después, el animal murió por las infecciones ocasionadas por los objetos en su piel.
Sin embargo, existe otra versión, la cual indica que ni era un caballo, ni se convirtió en ‘unicornio’, ni fue en Navidad. En el 2019, la viuda de Escobar, Victoria Henao, aclaró en el libro ‘Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar’ que eso era mentira, pues su marido sí le regaló una yegua a su hija, pero jamás mandó a hacer tal atrocidad para hacerle pensar que se trataba de un unicornio.
“Cuando Manuela cumplió cinco años, en 1989, le celebramos el cumpleaños en la Hacienda Nápoles. Ese día, Pablo asistió durante un rato y le regaló una yegua y su cría de color negro, pero la niña nunca los pudo disfrutar porque siempre había que correr a esconderse. De ese cumpleaños surgió una historia mentirosa que ha trascendido en el imaginario y al día de hoy muchos asumen que fue cierta”, escribió refiriéndose al relato del unicornio.
También, aclaró que nunca le pusieron nada al pobre animal, que ni siquiera el color era el correcto, pues en el voz a voz se decía que era un caballo blanco.
“No sé de dónde salió ese cuento atroz, pero lo cierto es que jamás sucedió”, argumentó.
Canchas de fútbol y arbolitos para todos
Pablo Escobar fue calificado como uno de los hombres más adinerados del mundo. De hecho, puede que recuerde la historia que cuenta cómo Pablo Escobar, intentando convencer al Gobierno colombiano de que prohibieran la extradición de presos a Estados Unidos, ofreció pagar la deuda externa del país.
Aun así, utilizó sus recursos para hacer ‘obras de caridad’ en los barrios más pobres de Medellín.
De hecho, una de las obras más recordadas fue cuando, en sus inicios, en la década de los años setenta, mandó a construir un barrio con 200 viviendas sobre el basurero Moravia, que acogía a las familias más pobres de la ciudad. El día de la entrega, Escobar repartió todo tipo de regalos, como balones y juguetes, además de darle a cada casa un arbolito de Navidad.
Incluso, tratando de fomentar su pasión por el balompié, se comenta que también construyó 50 canchas de fútbol en la región, como regalo de Navidad para los jóvenes que buscaban hacer deporte y no tenían cómo explotar su potencial.
Celebrar a lo grande y no escatimar en gastos era una de las cosas que caracterizó a uno de los criminales más buscados en la historia colombiana. Tanto así que, jamás dejó sin regalos a su madre, esposa e hijos bajo ninguna circunstancia.
De hecho, cuando estuvo preso en la cárcel de Itagüí, Envigado, con ayuda de su equipo, organizó una cena para su madre en la que había músicos y todo un banquete dedicado a ella.
Por Agencia