España ha presentado las candidaturas de Alquézar (Huesca), Rupit (Barcelona) y Guadalupe (Cáceres) a la segunda edición del programa Best Tourism Villages, una iniciativa de la Organización Mundial del Turismo que reconoce a aquellas localidades que constituyen un ejemplo notable de turismo rural y compromiso con la sostenibilidad.
La Secretaría de la OMT exige a los aspirantes que sean pueblos con baja densidad demográfica y una población máxima de 15.000 habitantes, que estén situados en un paisaje con presencia importante de actividades tradicionales como la agricultura, la ganadería o la pesca y que compartan los valores y estilo de vida de la comunidad., destaca el reportaje del diario ABC
Obtener dicho título brinda mayor visibilidad y reconocimiento internacional como ejemplos de destinos rurales que preservan y promueven sus paisajes, su diversidad biológica y cultural, así como sus valores y actividades locales.
Para aquellos que todavía no conozcan estos destinos esto es lo que no hay que perderse.
Alquézar, Huesca
Declarada Conjunto histórico-artístico, la villa de Alquézar, ubicada en la comarca del Somontano, en el Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara (Huesca), invita al viajero a retroceder en el tiempo a través de un relajante paseo por sus estrellas calles empedradas y sus rincones más emblemático.
Entre sus monumentos destaca la colegiata de Santa María que se asienta sobre una antigua fortaleza islámica, de la que se conservan las murallas y las torres. En el siglo XI se edificó una iglesia románica de la que queda parte del claustro y cuyas paredes están decoradas con pinturas al fresco de los siglos XIV al XVIII. Se trata del único claustro en Aragón que se conserva enteramente pintado.
La iglesia que queda hoy es del siglo XVI. Otros lugares que bien merecen una visita son su encantadora plaza Mayor, el Museo Etnológico Casa Fabián, ubicado en una típica casa del Somontano del siglo XVII, y la ermita de Nuestra Señora de las Nieves. Y para obtener la mejor panorámica del pueblo lo mejor es acercarse al mirador ‘Sonrisa del Viento’.
Por su parte, los amantes de la naturaleza y el senderismo no pueden perderse la ruta de las pasarelas, un recorrido de montaña de alrededor de dos horas que permite admirar la belleza del último tramo del cañón del río Vero.
Guadalupe, Cáceres
Guadalupe es, sin duda, el más conocido de los pueblos de Cáceres, sobre todo por ser un destino religioso, pero ofrece mucho más, tanto en su interior, como en los alrededores, ya que está situado en la Sierra de las Villuercas.
Declarado Patrimonio de la Humanidad, el Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, levantado en 1340 por Alfonso XI de Castilla, es su monumento más importante. La construcción tiene elementos mudéjares, góticos, renacentistas y barrocos y, en su interior, conserva obras de gran valor.
Además, este templo ha sido testigo de momentos decisivos de la historia, como la audiencia en la que los Reyes Católicos ofrecieron las carabelas a Colón. No hay que perderse la iglesia de Nuestra Señora y su bellísimo retablo, el claustro mudéjar con su templete, la sala capitular y la capilla de San Jerónimo, con pinturas de Zurbarán.
Visto esto es momento de pasear por su casco histórico de los siglos XIV-XVI, lo que permite al visitante contemplar la típica arquitectura serrana con sus balcones y soportales. La plaza de Santa María de Guadalupe, en la que se conserva una pila bautismal original del monasterio, la plazuela y la fuente de los Tres Chorros, con su fuente del siglo XV, el Colegio de Infantes o de Gramática, que hoy es el Parador Nacional de Turismo, la iglesia barroca de la Santa Trinidad, además de los cinco arcos medievales que se reparten por sus dos murallas, y la Antigua Judería son otras paradas en una ruta por este bello pueblo.
Rupit (Barcelona)
Este pequeño pueblo situado en la comarca de Osona, en medio del Collsacabra, está abrigado por una peña rocosa donde se asientan los restos de su castillo, el cual se construyó hacia el año 1.000 sustituyendo al de Fàbregues.
Es precisamente a partir de esta fortaleza desde donde se empezaron a levantar las primeras casas que dieron origen a Rupit.
Recorrer sus calles empedradas permite admirar sus casas rústicas de los siglos XVI y XVII. Así, hay que hacer parada en la calle Fossar, denominada así por un antiguo cementerio del siglo XVIII que estaba situado en esta zona, en la que se pueden admirar un gran número de casas de piedra que todavía conservan algún detalle característico de la época medieval, en su plaza Mayor, en la que se encuentra el ayuntamiento y la escuela, y en la calle Barbacana, la arteria principal de la villa.
Además, hay que prestar atención a varios edificios, como la Notaría Soler (1608), que todavía conserva un escudo barroco de la familia que la regentó durante casi 500 años, la Herrería de 1711 y la casa del Boticario.
Admirar el retablo barroco de la iglesia de San Miguel, atravesar el puente colgante y disfrutar de las vistas sobre el arroyo de Rupit y descubrir el molino de Marandes, un molino harinero del siglo XVII que estuvo en activo hasta 1962, son otras de las cosas a hacer en este destino.
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Por: Agencia