viernes, noviembre 22

España pierde la cabeza en Suecia

España nunca ha ganado en Suecia y la leyenda del inviolable país nórdico continuará un tiempo más. La sexta visita se saldó sin triunfo. Ni siquiera con el quinto empate, resultado de consolación más habitual de La roja, sino con la segunda derrota. Grave derrota en esta ocasión. España se dejó el liderato en Solna, derrocado por el once nórdico, su peor y más directo rival del grupo, que le aventaja en dos puntos y con un partido menos disputado.

En nada se pareció el duelo de anoche con el que protagonizaron en Sevilla el 14 de junio. Aquel soporífero 0-0 se transformó en un vertiginoso partido de ida y vuelta, con dos goles en los primeros cinco minutos y sucesivos ataques y contraataques en el tramo final tras el 2-1. España atacó mal y Suecia remató fatal.

Suecia igualó tras el saque de centro inmediatamente después del gol del debutante Soler.

Aunque se retomaba la fase clasificatoria para el Mundial, el partido tenía pinta de nueva etapa, entre que acabó el proyecto de la Eurocopa en julio, se abría otra temporada internacional y Luis Enrique había incorporado siete jugadores distintos, ninguno del Madrid, por cierto, eso no cambió. Carlos Soler, uno de los debutantes, se estrenó como titular. No lo era en la selección olímpica de Tokio, y fue una de las sorpresas de la alineación que tanto complace dar al técnico. El interior del Valencia ocupó el puesto de Pedri, aunque se situó en la derecha, donde se entendería mejor con Ferran Torres, su excompañero en Mestalla.

Soler, protagonista

Y allí en la derecha le encontró Jordi Alba en un centro que Soler remató a botepronto. El debut soñado duró solo unos segundos, quizá un minuto largo. El siguiente balón que tocó el centrocampista, nada más sacar de centro Suecia, fue un deficiente pase atrás, mal controlado por Busquets, que Isak robó para batir a Simón.

El frenético inicio se alargó mucho más tiempo que la brevísima fase del toma y daca goleador. El ritmo también fue distinto al de Sevilla, y no solo porque la temperatura fuera mucho más fresca. Nada del cansino tuya-mía español de entonces forzado, también, por el extremado espíritu defensivo sueco. Algo avergonzado, o así lo pareció en la previa, el seleccionador Jan Andersson manifestó que querrían tener más el balón.

No lo tuvieron mucho más; lo que hicieron fue retrasarse menos en el campo, ser agresivos en la disputa y mostrarse ambiciosos tras la recuperación del balón. Sus transiciones fueron meteóricas buscando y encontrando a Isak y Kulusevski, portentos físicos en carrera y el cuerpo a cuerpo. Ese fue uno de los graves problemas para los que Luis Enrique no encontró solución: ni los centrales se atrevían a adelantarse para impedir sus recepciones ni los centrocampistas estaban pendientes de disuadir el pase hacia ellos.

Los dos delanteros llevaron de cabeza a la zaga española, que les doblaba en número, aunque Suecia tuvo la virtud de crear situaciones de uno contra uno, con lo que la inferioridad desaparecía. Corrieron tanto y tan rápido que con la asfixia de los últimos metros desaparecía su clarividencia en el remate. Afortunadamente. Eric y Laporte vivieron una noche angustiosa.

A la contra volaba Suecia y retrocedía España, que en el ataque estático necesitaba más futbolistas con desborde. Abusó el equipo de los centros lejanos que facilitaron mucho la tarea local, contagiada España del acelerado ritmo del primer tiempo, obligada después por el gol de Claesson, que recibió solo en el área en una acción en la que Kulusevski arrastró a tres españoles hasta la línea de banda.

Adama se atreve

La aparición de Adama Traoré subsanó una de las carencias: la falta de atrevimiento. Se jugó todos los balones ante Augustinsson, al que dejaba clavado en las arrancadas. Pero Adama, cada vez que levantaba la cabeza, no encontraba un destinatario. Las salidas de Pablo Sarabia y Marcos Llorente acentuaron la apuesta por la individualidad, a modo de revulsivo para paliar la pasividad de Gerard y Morata, más pendientes del remate que de la colaboración constructiva.

El vértigo, incesante a medida que se consumía el partido, favorecía los intereses españoles aun a costa de encajar el tercero. Suecia siguió dejando espacios, sin cerrarse como en Sevilla a defender el resultado. Allí fue un mísero empate; anoche, era una extraordinaria victoria que limpió su imagen.

El próximo partido de España será el domingo. Recibe en el estadio Nuevo Vivero de Badajoz a Georgia, que ayer sucumbió en casa ante Kosovo, que sumó así su primera victoria. Un autogol del central Davit Khocholava (m. 18), condenó a los georgianos a la cola de la tabla.