jueves, agosto 15

El mayor campamento militar levantado en Francia desde la II GM, para custodiar los JJOO

Las luces de la feria que cada primavera toma el Bosque de Vincennes, en el sureste de París, desaparecieron antes de lo normal en abril pasado, ya que, con los Juegos Olímpicos a la vista y en tiempo récord, los carruseles iban a dar paso al mayor campamento militar levantado en suelo francés desde la Segunda Guerra Mundial.

Hasta cuatro mil 500 soldados llegados de toda Francia pudieron dormir de forma simultánea en las instalaciones del bautizado como campamento Cabo Alain Mimoun, un gigantesco asentamiento militar temporal que, ubicado en ese gran espacio verde parisino, dobla en tamaño al mayor campo de operaciones francés en el extranjero, que se encuentra en Gao, Mali.

Sus ocupantes forman parte del despliegue especial para los Juegos realizado por la Operación Sentinelle, un dispositivo que moviliza a 10 mil soldados desde que Francia lo puso en pie en 2015 para proteger puntos sensibles frente al terrorismo, en medio de una ola de ataques yihadistas.

El campamento -cuyo nombre rinde homenaje al cabo y atleta Alain Mimoun, que combatió en la Segunda Guerra Mundial antes de ganar varias medallas olímpicas, como el oro de maratón de Melbourne 1956- es un despliegue bastante excepcional para un acontecimiento igualmente excepcional: la vuelta de los Juegos Olímpicos a París un siglo después.

Por ello, hasta la capital francesa se desplazaron militares de tierra, mar y aire (desde paracaidistas a buceadores que aseguraron el Sena para la ceremonia de inauguración, pasando por artilleros, infantería y caballería) cuyas funciones van desde la mera disuasión visual a la prevención antiterrorista.

Sobre todo, apoyan a los 35 mil gendarmes y policías que cada día conforman el dispositivo de seguridad ordinario de la cita olímpica.

“Es una oportunidad de oro para nosotros participar en este tipo de actos”, explica a EFE la sargento Mélanie, que aunque forma parte de la operación Sentinelle trabaja en una labor muy alejada de la seguridad en sí.

Ella y sus compañeros del Batallón de Ceremonias son los encargados de elevar las banderas mientras suenan los himnos en cada entrega de medallas. Parece un gesto simple, apuntan estos militares, pero requiere de ensayo y coordinación para evitar errores, justo en un momento solemne de atención mundial.

“Es verdaderamente un orgullo elevar las banderas”, explica esta sargento, a la que se ha podido ver en la entrega de medallas de las pruebas de ciclismo en pista.

Los mismos barracones, un ambiente más ameno

Aunque los 330 barracones prefabricados, con catres para 12, 15 o 18 soldados cada uno, apenas difieren de las condiciones de vida de cualquier misión en el extranjero, el ambiente de este inusual campamento parisino difiere un poco de lo ordinario.

Es más “ameno”, apunta el coronel Michel, encargado de la comandancia de las instalaciones, mientras muestra algunos de los pequeños lujos que convierten en único este asentamiento marcial: tres pequeños bares y hasta una Fan Zone con una pantalla gigante para seguir los éxitos del deporte francés, como los oros del nadador Léon Marchand o de la selección de rugby 7.

“Hay más camaradería y más cohesión entre nosotros”, apunta por su parte el cabo mayor Maxime, que destaca sobre todo la oportunidad de compartir la experiencia con colegas de regimientos de todas las especialidades, con los que no trabaja habitualmente.

Él y su pastor belga malinois se encargan de dar apoyo a la Gendarmería y a la Policía en la detección y, si hace falta neutralización, de personas que supongan una amenaza. Así lo hicieron durante los últimos días en el torneo olímpico de golf masculino, en el que el estadounidense Scottie Scheffler, número uno del mundo, se hizo con el oro.

Una gigantesca cantina con capacidad para dar de comer a dos mil 100 personas a la vez, bloques de duchas y urinarios, una antena de wifi gigante y cuatro salas de oración (para culto católico, protestante, musulmán y judío) se despliegan también en los 31.000 metros cuadrados que ocupa el campamento Alain Mimoun.

No solo es el mayor asentamiento militar levantado en suelo francés desde la Segunda Guerra Mundial, sino que también el primero que se construye de cero en la capital gala desde aquella época, dado que las instalaciones permanentes no eran suficientes para responder al desafío logístico y de personal de París 2024.

Se levantó, además, en un tiempo récord de dos meses, en lugar de los seis que normalmente toma esta tarea, y desaparecerá sin dejar rastro una vez se hayan terminado los Juegos Paralímpicos.

El lugar de los barracones militares, el espacio lo ocupará, como es habitual cada invierno en el Bosque de Vincennes, un circo antes de la vuelta de la Feria du Trône en primavera.

Por: Agencias / Foto: Cortesía