martes, noviembre 5

El espía que hizo CLAP

«Cuando veo un lugar bello para poner mi cable, no me puedo resistir».

Philippe Petit

En 1974 Philippe Petit un equilibrista francés hizo algo, tal vez más difícil que cruzar el Niágara en bicicleta. Junto a su equipo disfrazados de contratistas de servicios eléctricos en las azoteas del desaparecido World Trade Center de New York logró atravesar en la cuerda floja las alturas de las Torres Gemelas destruidas por el atentado terrorista del 11 de septiembre.

Una hazaña recreada por la película. En la cuerda floja de Robert Zemeckis, el director de la trilogía de Volver al futuro y Forrest Gump. Pero es que puede haber una cuerda floja más peligrosa más peligrosa que haber cruzado el vacío y la soledad en el camino entre las extintas edificaciones morochas. Pues si la hay. Te la tengo. Es que Petit habló también con un pájaro que se posó en esa cuerda floja muy alta.

Para leer la transcripción de esta conversación confidencial presumiblemente realizada en algún salón del Palacio de Palacio de Miraflores y facilitada por un apátrida cooperante recomiendo buscar el Tema de James Bond compuesto por Jhon Barry y Monty Norman o uno de los dos, porque en las películas de espías nadie se pone de acuerdo en nada tampoco. Ni el autor del tema musical más conocido del espionaje mundial. Pero le agradecería que pudieran escucharlo mientras leen esta conversación en modo guión literario de cine. Cualquier parecido con las apreciaciones de los participantes en este contubernio es pura casualidad y yo no tengo idea, pero si alguna ideología buena o mala, pero mía.

Fondo. Tema de James Bond.

Interior. Presunto Palacio de Miraflores

Seguro que fue a medianoche.

_ Todavía recuerdo cuando me lo presentó nuestro padre Putativo a comienzos del 2000 recién llegado de Barranquilla_ afirma con un tono conciliador, quien parece liderar la reunión.

_ pero nunca notó nada raro en él?, pregunta alguien con tono de psiquiatra.

_ ahora que recuerdo se presentó diciendo. “Mi nombre es Saad. Alex Saad”.

_ Yo siempre te lo dije. Yo sentí algo raro el día que nos invitó a comer parrilla en la azotea de su oficina y se pusó a asar la carne con un smocking puesto. Dice una voz femenina incriminadora.

_ ¿Espía? Para mí es un mártir en la lucha contra el bloqueo del imperialismo dice una voz con la dureza de un mazo.

_ ¡Claro que era un espía!, Con todo ese bojote de misiones que le dimos con el Sistema Nacional de Misiones. Reclama el que parece ser el jefe en la reunión.

_ Pero no seamos tan negativos, dice conciliador el del tono de psiquiatra. Fue una buena excusa para retirarnos de la Mesa de negociación que se estaba poniendo fastidiosa.

_Tenían que dejarlo participar. Él era nuestro Embajador Plenipotenciario de Venezuela en África y nuestro Enviado Especial con Inmunidad Soberana para Irán y Rusia. Dice otra voz femenina hermanada con lo que dice el del tono de psiquiatra.

_ Oh y se quedó sin cargo esa cuerda floja. Dice el hombre con voz de mazo.

_ ¿Pero colaborador de la DEA? Si lo que hacía es buscar comida para matarle el hambre a ese pueblo malagradecido que ahora sufren de amnesia de todo ese bienestar que la revolución les ha regalado, dice la voz femenina encarnada en reclamo.

_ Yo todavía no entiendo para que son esos gimnasio o salas de usos múltiples que nos construyó. Dice el cabecilla del diálogo.

_ Yo no sé, pero yo lo ví en Barquisimeto bajando del techo por rapel también de smocking. Yo tampoco todavía sé para qué sirven esos edificios feos y chiquitos. Rememora malhumorado el de la voz de mazo.

_ no todo puede ser tan malo. Yo creo que lo de los morralitos tricolores es tremendo éxito. ¿Esos los hizo él verdad? Pregunta a todos, el jefe evidente.

_ no sé.

_ La verdad es que no me acuerdo.

_ No estoy muy seguro.

_ ¿no fue alguno de nosotros?

Se hace un breve silencio.

_ Entonces que vamos a decir?

_ Lo de siempre. Se deja oír la voz siempre segura del presunto Psiquiatra. _ Todo es una soberana mentira del imperio.

_ ¿y si habla?

_ Regamos que es un infiltrado de Duque, le cambiamos el nombre a las cajas de CLAP. Y sigamos apostando a la amnesia nacional. Jeje.

El Martini, mezclado, no agitado. Cómo suele pedir a cualquier barman el mismísimo James Bond

Por: Amos Smith