jueves, diciembre 26

El asalto a Brasilia se organizó abiertamente en Internet

El mapa se llamaba “Excursión a la playa” y se envió a más de 18 mil miembros de un canal público de Telegram llamado “Caza y Pesca” en portugués.

Pero en lugar de consejos para salidas recreativas al aire libre, los 43 puntos marcados en el mapa de Brasil marcaban las ciudades donde podría encontrarse transporte en autobús hasta la capital para lo que los organizadores prometieron sería una enorme “fiesta” el 8 de enero.

“Los niños y los ancianos no están invitados”, indicaba la publicación difundida en el canal de Telegram, que ha sido eliminada más tarde. “Sólo adultos dispuestos a participar en todos los juegos, incluidos tiro a policías y ladrones, sillas musicales, danzas indígenas, persecuciones y otros”.

La publicación era uno de los mensajes apenas disimulados que circulaban en medios sociales antes del violento ataque del domingo en la capital por parte de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro, que trataban de reinstaurar al líder de ultraderecha en el poder.

Ahora también es una posible pista crucial en una incipiente investigación penal sobre cómo se organizó el asalto y cómo las autoridades no vieron pistas de una conspiración que, como el ataque del 6 de enero al Capitolio estadounidense hace dos años, parece haberse organizado y ejecutado a plena vista.

Y como el ataque en Estados Unidos, los disturbios en Brasil demuestran cómo los medios sociales hacen más fácil que nunca que incluso grupos antidemocráticos reúnan seguidores y conviertan los mensajes en Internet en acciones fuera de las redes.

En YouTube, las retransmisiones en vivo del caos acumularon miles de visionados antes de que un juez brasileño ordenara a las plataformas de medios sociales que eliminaran ese contenido. También podían encontrarse afirmaciones engañosas sobre las elecciones y el alzamiento en Twitter, Facebook y otras plataformas.

Pero incluso antes del disturbio del domingo, los medios sociales y redes de mensajería privada en Brasil estaban inundadas de convocatorias a un último esfuerzo para revocar la victoria electoral en octubre de Luiz Inácio Lula da Silva, algo que las autoridades parecían haber ignorado o pasado por alto de forma inexplicable.

La mayoría de la conversación en internet se refería al encuentro organizado en la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia como la “fiesta Selma”, un juego de palabras con “selva”, un grito de guerra del ejército brasileño.

Se pidió a los participantes que llevaran su propia mascarilla para protegerse de “pastel de pimienta en el rostro”, o el gas lacrimógeno empleado por las fuerzas de seguridad. También se les dijo que vistieran con los colores verde y amarillo de la bandera brasileña, y no del rojo preferido por el Partido de los Trabajadores de Lula.

“Prepárense, invitados, la fiesta será la bomba”, indicó la difundida publicación.

“Estaba todo a la vista”, dijo David Nemer, originario de Brasil y profesor en la Universidad de Virginia experto en medios sociales. “Enumeraron a la gente responsable de los autobuses, con sus nombres completos e información de contacto. No intentaban esconder nada”.

Aun así, no está claro hasta qué punto eran responsables los medios sociales del peor ataque contra la democracia brasileña en décadas. Apenas un puñado de activistas de ultraderecha se presentaron el domingo en terminales de gas y refinerías también marcadas en el mapa de la “Excursión a la playa” como lugares donde manifestarse.

Bruno Fonseca, periodista de Agencia Publica, un medio digital de periodismo de investigación, sigue desde hace años la actividad en internet de grupos afines a Bolsonaro. Los activistas, dijo, viven en un estado de confrontación constante, aunque en ocasiones sus frecuentes llamadas a la movilización tienen poco éxito.

“Resulta difícil saber cuándo algo va a salir de los medios sociales o no”, dijo Fonseca, que en un reporte esta semana rastreó la difusión de las invitaciones a la “Fiesta de Selma” a usuarios que parecían ser bots.

Por: Agencia