Este ha sido un año fuerte, para todos en cada espacio y en cada circunstancia de la vida. Un año realmente significativo para nosotros que estamos en gestión de gobierno y para Venezuela como país, como república, como conglomerado de personas con esperanzas, con sueños, con diferencias.
Las fechas cuentan, los recuerdos cuentan y cuenta muchísimo para todos los efectos el presente; el presente que es de lo que disponemos, el presente que es lo que con nuestra libertad, nuestro albedrío, nuestra conciencia podemos trabajar. Es en el momento donde expresamos lo que sentimos, donde concretamos lo que soñamos y es donde actuamos diariamente para nuestros propios objetivos particulares, como colectivos.
Estos últimos meses para nosotros como gobierno, y digo nosotros, quienes tenemos los sueños de consolidar cambios para la vida digna y mejor de todos los venezolanos, han significado un punto de inflexión que merece recordarse, enfatizarse y revisarse de cara a esto que llamaba Andrés Eloy Blanco en Las Uvas del Tiempo, una entrega de cuentas a nuestro corazón, a nuestra familia, a nuestro pueblo.
En lo general o en lo global nacional hay tal vez circunstancias que nos obligan a reflexionarlas, para comprenderlas y para actuar en función de esa realidades que cambian, que reorientan y que obligan, uno siempre lo ha repetido, para ser mejores, para ser más útiles y adecuarnos en función de nuestros objetivos: la mayor suma de felicidad, la mayor suma de estabilidad para todos los venezolanos.
Una de estas circunstancias es la decisión, Dios quiera que sentida, de sectores que se oponen a nuestro gobierno y que han expresado seguir la vía electoral, la vía democrática, la que marca la Constitución, para buscar espacios de poder para ellos. Ojalá sean también para espacios de servicio, eso es un elemento que todos debemos considerar, pero creo que el país debe celebrar el que salgamos de la opción de la violencia, de la destrucción, a un camino de entendimiento y de respeto dentro de diferencias que son fundamentales; es decir, que hay la posibilidad, la necesidad de salir del odio y de los deseos de destrucción del otro, para acoger ahora los deseos de entenderlos y hacer cada uno nuestras mejores propuestas para el bienestar de todos.
Otro tema que debemos revisar en medio de las circunstancias que afectan y que han sido muy dolorosas, son la guerra de Ucrania por el deseo de expansión de la OTAN y la guerra en Gaza. Amenazas que han venido seguramente presionando para el establecimiento dentro del gran potencial que tiene Venezuela, fundamentalmente en energía – petróleo y gas-, la posibilidad de conversar y el establecimiento de licencias y facilidades para que la gran empresa petrolera Chevron pueda reactivar sus operaciones y para que pueda reactivarse el comercio directo con los Estados Unidos de Norteamérica.
Estas eventualidades nos obligan muchísimo, pero digo nos obligan a quienes hemos sido militantes en el campo de la izquierda, del servicio social, de la prevalencia de valores a favor de las mayorías, a replantearnos nuestra propia estrategia y fundamentalmente a un objetivo que se va a evaluar el año entrante, es la voluntad y el afecto de las mayorías: la elección nacional.
Hay una frase que comúnmente se repite en las organizaciones nuestras y hasta en lo privado, en lo familiar, y es “echar el resto”. Echar el resto es lanzarnos con todo a captar el corazón de la gente, saber que nuestro pueblo es inteligente, que el Juan Bimba, tiene un raciocinio y tiene plena conciencia de su valor y de su fuerza y que tiene en esa manifestación de esa fuerza, que es la voluntad que representa el voto, un gran potencial y debemos con todo respeto y con toda humildad entenderlo y trabajar para tener mayoritariamente esa voluntad a favor de nuestro proyecto, de nuestro gobierno, a favor de nuestro candidato para estas elecciones del 2024.
En cada espacio, en cada lugar, evaluarnos, hacer lo que hacemos, con corazón, con pulcritud, con honestidad a toda prueba y lo digo en todos los espacios, en los de gobierno, donde estemos. Lo fundamental es el servicio, que sienta el ciudadano la respuesta a sus propias necesidades en cada lugar donde vive. Donde tenemos responsabilidades de suministro de agua, garantizar que el agua le llegue a la población, donde tengamos responsabilidad por las calles, que estas estén asfaltadas, donde tengamos responsabilidad por la energía, que la energía eléctrica les llegue. Hacerlo con las uñas, hacerlo con dedicación absoluta, con conocimiento y explicar directamente a la cara de nuestra gente cuando las circunstancias no nos permiten resolver, buscar algo que repetía muchísimo el maestro del Libertador Simón Bolívar: “inventar del lado del pueblo”. Lo único que no podemos inventar es el enriquecimiento, el exceso en el beneficio para nosotros mismos y para nuestros cercanos.
En este pequeño espacio de la embajada de Venezuela en México, donde hemos pasado estos años, hacemos ese esfuerzo y lo repetimos constantemente a nuestros servidores, con hechos más que con eslóganes, la atención con sencillez y humildad. Ponernos en el lado del otro que aguanta frío en la mañana para abrirle la puerta y se caliente un poquito en los espacios internos. Darle respuesta en la medida de nuestras posibilidades y más allá, presionando a instancias que puedan resolver para que el venezolano que nos requiere, que vive en México, en Estados Unidos, en Canadá, tenga respuesta. Dándole solución, inventando de la mejor manera para que quien requiera de su pasaporte sepa que nosotros estamos realizando las coordinaciones para que llegue a tiempo a nuestra sede y para enviarlo a su destino. Que si desde el banco nos dificultan porque nos cierran las cuentas, buscar la forma de llevarlas de manera honesta, clara. Que si la empresa de envíos se niega y nos devuelve 2000 pasaportes, hacemos cayapas para reubicarlos otra vez y conseguir la manera de que lleguen a su destinatario.
El esfuerzo en materia comercial: rogamos a Dios para que esta necesidad urgente que tienen México y Venezuela de hacer sinergia en materia energética fundamentalmente en gas y en petróleo, pueda consolidarse. Pasar por encima de cualquier temor y que nos veamos como hermanos, como compañeros de camino, como pueblos llenos del mismo ideal, con esa herencia ancestral de la defensa de nuestra tierra, con la elevación y la cosmovisión propia de nuestro Caribe, y relacionarnos con esta cultura tan variopinta de México, con esta esencia latina y con esta esencia indígena, vínculo necesario, indispensable que va a consolidarse gracias a la visión de los presidentes López Obrador y Maduro, que yo siento -como uno siente las cosas a veces- se afianzó en el encuentro de Palenque.
Tenemos muchas oportunidades, el año cierra con retos y con buenas perspectivas, más aún si nos disponemos a meterle todo el corazón, a echar el resto en cada espacio. En el juicio que va a ser el año entrante, nuestro pueblo va a considerar, apartando odios, que servimos, que somos útiles, que resolvemos sus propios problemas, pero que además nos ocupamos de que la riqueza que pueda producirse en nuestro país, llegue a todos los rincones y a todos los venezolanos. Echar el resto, dar gracias a Dios por este año y esta entrega al servicio, que esta conciencia clara y alegre de que somos útiles para otros, nos ayude para tener inventiva, iniciativa, audacia, términos que uno repite siempre en esa esencia de Kléber Ramírez, el hombre sencillo y bueno que dedicó toda su vida a soñar por los demás. La audacia que camina, esa virtud de inventiva y de entrega entre la pusilanimidad y la osadía.
Deseamos una navidad de paz y de encuentro en medio de todas las dificultades, en cada espacio donde está nuestra gente, dentro y fuera del país, y prepararnos desde nuestro espíritu, desde nuestro corazón para un trabajo de entrega. Que la confrontación política que es una confrontación para ganar el corazón de nuestra gente en este año que nos corresponde del 2024,se encuentre en el respeto, en la dedicación plena, en propuestas y una batalla que debe darse por el afecto, por el cariño, por la voluntad y el voto de la mayoría de los venezolanos.
Por Francisco Arias Cárdenas