El ensayista español David Pastor Vico, el divulgador de filosofía vivo más leído en México, dijo que se precisa una «prohibición universal, tanto en los colegios como en los hogares, de los dispositivos con conexión a internet hasta los 16 años de edad».
«Tenemos que hacer con las pantallas lo que hemos hecho en otras épocas con otras tecnologías, limitarlas», apuntó Vico como es conocido en el ámbito académico y divulgativo, actualmente Coordinador de Eventos Especiales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Puso como ejemplo lo sucedido con la aparición de los vehículos, para los que al principio «no hacía falta permiso de conducir y cada uno tenía el volante en un lado, hasta que hubo que exigir un aprendizaje, un examen y un permiso para conducirlos. Ahora no se puede dar una pantalla con acceso ilimitado a internet a un menor de 16 años», puso como ejemplo.
Autor del ensayo «Era de idiotas», Vico aseguró que «ha llegado el momento de esa prohibición; en Francia se estudia limitar las pantallas hasta los 15 años y en Reino Unido ya hay un proyecto de ley para prohibirlas hasta los 16; hace falta la misma voluntad política que se tuvo para prohibir fumar en los bares.
Añadió: «Los niños, cuando se les quiten los móviles, estarán insoportables, pero se les pasará cuando a los padres les pongan una multa de 600 euros por dejárselos».
Sobreexposición a la dopamina
El divulgador recordó que ya ha estudios que concluyen que el uso las pantallas supone «una rebaja, por generación, de siete puntos en el coeficiente intelectual», así como informes que hablan de la adicción que generan las redes sociales y el perjuicio biológico por sobreexposición a la dopamina, «que te fríe el cerebro».
En su opinión, la prohibición de las pantallas tendrá la ventaja añadida de que los niños «vuelvan a la calle» porque «aunque todos tienen una pelota en casa, ni la tocan porque prefieren la pantallita».
Vico puso más ejemplos, como un experimento efectuado en Noruega donde tras seis meses de prohibición en espacios educativos y públicos «se acabó con el ciberacoso y se incrementó el rendimiento académico», u otro en Nueva York que demostró que las pantallas durante veinte años «no han servido para nada, al revés» en cuanto a la mejora educativa.
Sobre la felicidad añadió que «no es una meta, sino un modo de entender la vida»: «La felicidad también es un trabajo intelectual; no hay felicidad sin libertad y la libertad supone la posibilidad de elegir; ese es el momento de la felicidad, el de elegir; y eso no es posible sin conocimiento, no es posible sin libros».
Vico también criticó la saturación de información: «Si al día nos bombardean con unas 80.000 imágenes no hay capacidad de asimilación; las imágenes mueven a las emociones y, si no hay tiempo de pensar, triunfan los populismos, que se basan precisamente en las emociones».
Por Agencia