La tradición de soltar toros por las calles en las fiestas españolas rara vez suscitó unanimidad, pero la muerte de al menos diez personas este verano da argumentos a sus detractores y alimenta la polémica.
Siete personas murieron en la región de Valencia (este), donde el debate es más encendido, y las otras tres en las localidades de Tudela (Navarra, norte), La Seca (Castilla y León, centro-norte) y Alalpardo (Madrid).
Desde 2015 no se producían tantos muertos en los festejos con vaquillas y toros en Valencia, aunque desde entonces superan ya la treintena. Las víctimas de esta temporada de «bous al carrer» -«toros en la calle«, en valenciano- tenían entre 18 y 73 años; seis eran hombres, uno de ellos francés, y una era mujer, la de más edad, una francesa.
Murieron corneados o pisoteados por los animales, y a ellos hay que sumarles los innumerables heridos, entre ellos menores.
El uso de toros en las fiestas veraniegas es frecuente en muchos lugares de España, siendo el ejemplo más conocido el de Pamplona y sus encierros de San Fermín.
En Valencia y en el sur de Cataluña, zonas aledañas, los «bous» gozan de enorme popularidad, y no hay prácticamente pueblo que no suelte toros por las calles para divertimento de la gente. Además, existen los «bous a la mar«, que transcurren al borde del mar y en la que corredores y animal suelen acabar en el agua.
Un tema delicado
Para los gobiernos locales es un tema delicado, que enciende ánimos y puede dar o costar votos. Así, la coalición entre socialistas e izquierda radical que gobierna la región de Valencia no incluyó este asunto en su pacto para arrebatar a la derecha el gobierno en 2015.
«No es una cuestión sencilla, ni para debatir ni para regular, hay muchas sensibilidades«, dijo a la prensa Aitana Mas, vicepresidenta del gobierno valenciano, del partido de izquierda radical Compromís.
«En un tiempo, es un debate que debemos abordar«, estimó Mas sobre la prohibición. «Estamos hablando de siete vidas sólo este verano«, prosiguió, añadiendo que habría que tener en cuenta «también la protección de los animales«.
«Tendrán que enfrentarse a la afición valenciana a ‘los bous al carrer’«, le respondió tajante Germán Zaragoza, presidente de la Federación de Peñas Taurinas de la Comunidad Valenciana, una organización que vela por esta fiesta, «la mas ancestral y auténtica que se conoce«.
«El derecho de acceso a la cultura (y la tauromaquia lo es indudablemente) está consagrado por nuestra Constitución«, recordó Zaragoza en un comunicado, avisando que «ni los ayuntamientos ni las comunidades autónomas tienen competencia para prohibir o promover referéndums» sobre estos festejos.
En su defensa salió también el conservador Partido Popular, que prometió que con ellos «la tradición está asegurada«, y que estos debates «atacan lo que somos y cómo sentimos nuestras tradiciones y nuestra cultura«, afirmó Marta Barrachina, presidenta provincial de la formación.
Corredores «bebidos» o drogados
En el otro extremo, municipios como Sueca o Tavernes de la Valldigna rechazaron conceder los permisos para celebrar «los bous» de este año, y las asociaciones de defensa de los animales publicaron un manifiesto en la plataforma en internet change.org que llegaba a las 5.500 firmas.
Los «bous a la mar y al carrer» son «tortura disfrazada de cultura y tradición«, unos de «tantos festejos taurinos en los que el maltrato es más que evidente: golpes, tirones, palos, patadas, insultos, humillación, estrés, etc, hacia estos nobles animales«, afirma el manifiesto.
Los corredores «asistentes suelen estar bebidos o bajo los efectos de las drogas, muchos también resultan heridos«, prosiguieron.
Por: Agencia