Investigadores de la Universidad de Newcastle, en Australia, desarrollaron «la primera prueba de diabetes del mundo que no causa dolor», y que mide los niveles de azúcar de los pacientes a través de la saliva, a diferencia de las pruebas actuales que lo hacen a través de la sangre, apuntó la institución en un comunicado.
Actualmente, para medir los niveles de azúcar los pacientes diabéticos deben soportar el pinchazo de una pequeña lanceta en el dedo y colocar una gota de sangre sobre una tira reactiva. Sin embargo, la novedosa prueba es capaz de detectar la presencia de glucosa en la saliva, lo que convertiría en innecesarias las dolorosas pruebas, reseñó RT.
De acuerdo a Paul Dastoor, líder de la investigación, el test que ha elaborado con su equipo utiliza una enzima natural, glucosa oxidasa, y un potente sensor para detectar las concentraciones de glucosa en la saliva, que son 100 veces inferiores a los niveles sanguíneos.
La reacción producida cuando el compuesto orgánico interactúa con la saliva genera una débil corriente eléctrica detectable para el sensor. Al ser medidas las señalas captadas, estas revelan niveles de glucosa muy precisos, mismos que podrán ser almacenados y compartidos a través de una aplicación para teléfonos inteligentes.
Asimismo, los científicos aseguraron que su tecnología podría utilizarse para medir al menos otros 130 indicadores, como marcadores tumorales, hormonales y alérgenos, «lo que significa que será ampliamente aplicable para detectar una variedad de sustancias que identifican una serie de enfermedades», por lo que ya se encuentran colaborando con la Universidad de Harvard para desarrollar una prueba no invasiva de COVID-19.
Los biosensores, de un tamaño similar al de una barra de goma de mascar, son producidos a baja escala en la universidad con ayuda de una antigua impresora de etiquetas de vino que fue transformada para producir dispositivos electrónicos o «funcionales». No obstante, el proyecto ha recibido un financiamiento estatal de unos 4,6 millones de dólares estadounidenses para establecer la primera fábrica del dispositivo, cuya construcción comenzará en los próximos meses.
Una vez la prueba esté al alcance del público, se estima que el primer lote comercial estará listo en el año 2023, los académicos calculan que cerca de 460 millones de diabéticos alrededor del mundo podrían verse beneficiados con el dispositivo.
Por Agencia