Antes de que Facebook pusiera de moda la palabra, ya había nacido en Argentina el metaverso Decentraland, que suma cada mes hasta medio millón de usuarios y apunta al futuro de las relaciones humanas a través de internet.
El joven ingeniero argentino Esteban Ordano, cofundador de Decentraland, lo define como un «espacio libre«.
«Metaverso no es una palabra que me guste mucho, yo diría que es un mundo virtual del cual sus propios usuarios son dueños«, dijo a la AFP en una entrevista en el foro de Davos.
Se trata de un sistema abierto (‘open source‘, es decir que cualquiera puede ver el código y modificarlo) y que utiliza la tecnología blockchain, un modelo contrapuesto al de las grandes compañías de Silllicon Valley, como Meta (Facebook).
El metaverso puede entenderse como una evolución de lo que fueron hace veinte años juegos como Second Life o más recientemente Fortnite, un mundo virtual en que el usuario crea su propio avatar para jugar y relacionarse con los demás.
Pero Decentraland, que arrancó en febrero de 2020, aspira a ser más que eso y se ha convertido en un lugar donde comprar, divertirse, asistir a conciertos o eventos, como la reciente Metaverse Fashion Week, con desfiles y la presencia de grandes marcas internacionales de moda.
Las grandes compañías tampoco quieren perder el tren del futuro de internet y algunas, como JP Morgan, ya tienen allí sus ‘sedes virtuales‘.
Hay incluso un casino y recientemente Barbados, un país del Caribe, anunció la apertura de su primera ‘embajada’ en el metaverso para liberarse, según sus responsables, de las limitaciones del mundo real.
‘Mana’ y tierras virtuales
«Yo lo vi siempre como un espacio de encuentro virtual para que vos puedas hacer lo que quieras, estar virtualmente en una fiesta, o hacer una conferencia o directamente explorar«, apunta Ordano, que asegura que «ir caminando viendo las cosas que hay es una experiencia en sí misma«.
Decentraland es también una economía, con su propia criptomoneda, llamada ‘mana’ y sus parcelas, es decir, tierras virtuales en número limitado que se compran y se venden como cualquier otro terreno.
El año pasado la compañía Tokens.com anunció la compra de terreno virtual por más de 2 millones de dólares.
Frente al temor de un mundo que escape al control de las autoridades y a la regulación, Esteban Ordano pide «espacio» para poder innovar.
«Hay muchísimo lugar para mejorar nuestras regulaciones pero también hay que dejar espacio para avanzar rápidamente» en las nuevas tecnologías, asegura, convencido que el mundo virtual no aleja sino que acerca a los seres humanos, aunque reconoce que todavía no se entienden «muchísimas cosas» de la revolución tecnológica de los últimos años.
«Tener una presencia un poco más realista, un video o un audio, da un sentimiento de ‘encarnación’ y hace que la gente se conecte más«, afirma el ingeniero, asegurando que tiene «muchísima esperanza para el futuro de cómo la tecnología nos puede conectar a través de la distancia«.
Por: Agencia