viernes, noviembre 15

De la táctica de “La Manada” al “coito seco” y el alcohol: las estrategias de Dani Alves

La Audiencia de Barcelona se prepara para el que ya ha sido bautizado como El Juicio del Año, el que justo dentro de siete días y a lo largo de tres jornadas sentará en el banquillo al futbolista Dani Alves por un presunto delito de agresión sexual con penetración.

El exfutbolista del Barcelona ingresaba en prisión provisional sin fianza el 20 de enero de 2023 tras declarar ante el juez por una presunta agresión sexual cometida en la madrugada del 30 de diciembre de 2022. La joven, que compareció antes que el jugador, aseguró que la abofeteó, la encerró en el baño de la zona VIP de la discoteca Sutton de Barcelona y la violó. Ahora, se enfrenta a una condena de entre 9 y 12 años de cárcel, reseñó La Razón.

La defensa del futbolista trabaja a marchas forzadas para rebajar la pena e incluso lograr su absolución agarrándose a su última estrategia: el consumo excesivo de alcohol. Pero esta solo es el último plan del futbolista que a lo largo del proceso ha intentado agarrarse a todo tipo de argumentos.

Desde la misma noche de la presunta violación, vídeos, restos biológicos, testimonios se acumularon en la mesa de los investigadores que decidieron poner en marcha un plan que evitara que el futbolista eludiera sus responsabilidades penales no regresando a España y refugiándose en su país con el que no hay tratado de extradición. Acorralado por la pruebas cambió su versión hasta en cuatro ocasiones. Empezó asegurando que no conocía a la chica, luego reconoció que sí, en una tercera versión afirmó que fue la chica la que se abalanzó sobre él y finalmente también dijo que mantuvieron relaciones sexuales de manera consentida y mintió para ocultar su infidelidad. Sus contradicciones y el riesgo de fuga llevaron la jueza a decretar prisión provisional sin fianza.

A partir de aquí su equipo legal, comandado entonces por Cristóbal Martell trazó un plan centrado en demostrar el consentimiento y la “narración desvirtuada” de la víctima. Y aquí es donde entraron en juego dos argumentos clave: la “estrategia de la manada” respecto al estado psicológico de la joven y la “teoría del flujo sexual”.

Incompatible con una mujer violada

Con respecto a la primera. Desesperados por dar un giro a una situación que parecía más que complicada, su equipo legal se centró en debilitar a la víctima. Por ello, el abogado del futbolista, Cristóbal Martell, mantuvo “una auténtica batalla legal con la prueba psicológica que se le tiene que hacer a la joven”. Las medidas que solicitó su abogado tenían la clara intención de reducir la credibilidad del relato de la víctima y a intentar probar que su estado psicológico no era compatible con el de una víctima de abuso sexual. Esta estrategia ya la utilizó Agustín Martínez Becerra en el caso de La Manada de los Sanfermines en el año 2016 y ha sido uno de los temores de la víctima desde el mismo día en que formalizó su denuncia.

En el caso de “La Manada” donde incluso se llegó a admitir un informe de un detective privado que realizó un seguimiento de la víctima para demostrar demostrar que “su día a día y sus actividad en redes sociales no era compatible con una víctima de violación”. Algo que en caso Alves también intentó hacer su madre al filtrar la identidad de la presunta víctima y varios vídeos en lo que se veía a la joven de fiesta.

Esta agresiva estrategia de defensa es bastante habitual en los juicios por violación y ya ocurrió también en el caso de Santi Mina. El equipo legal del futbolista decidió espiar a la víctima. Querían saber qué tipo de vida llevaba y decidieron contratar a detectives privados que la investigaran. Lo hicieron en 2019.

Uno de los detectives declaró que la joven llevaba ropa ajustada y salía de copas y otra detective incluso llegó a hablar con la víctima fingiendo que estaba interesada en alquilar una vivienda en su edificio. Esa conversación se incorporó al informe que hicieron. Asimismo, los psiquiatras contratados por el futbolista cuestionaron el estrés postraumático que sufría la víctima y argumentaron que su modo de vida no era el de una mujer violada.

La teoría del “coito seco”

Otro de los pilares de su defensa se centra en que el “flujo vaginal” de la víctima no era compatible con sexo forzado. Su equipo legal argumentó que “el flujo vaginal” de la víctima resultaba “incompatible con un coito forzado”. Asimismo, apuntaban a “la falta de lesiones en la cavidad vaginal” de la joven y a la ausencia de otras señales de “reducción física”. Tras analizar los informes forenses, sus abogados insistieron: “los análisis no se corresponden con un coito en seco y el flujo vaginal desmiente la violación”.

Una teoría que desmiente con rotundidad la ciencia. A tenor de las diferentes investigaciones científicas y forenses este argumento no es solo denigrante para la víctima sino también ridículo. Las autoridades suelen plantear la posibilidad de lubricación femenina, y por ende del consentimiento, como un área genital sin lesiones (o con lesiones no indicativas de penetración) en un caso donde se ha documentado por otros medios la penetración vaginal (por ejemplo el examen químico o por testimoniales). Esta creencia particular está muy extendida entre abogados penalistas y suele ser un argumento en los juicios por la parte del imputado poniendo en duda la honestidad de la víctima.

Para demostrar hasta qué punto la lubricación e incluso los orgasmos involuntarios durante una violación eran frecuentes, uno de los mayores expertos en fisiología de la sexualidad del Reino Unido, Roy Levin, publicó en 2004 la mayor revisión de bibliografía científica sobre la excitación sexual y orgasmos en casos de estimulación forzada o no consensuada. Tras revisar exámenes médicos de mujeres agredidas sexualmente comprobaron que efectivamente muchas lubrican, aumenta el flujo sanguíneo en los genitales, reconocen haber experimentado placer físico contra su voluntad, gimen de placer, y entre un 4-5 por ciento de los casos llegan a tener un orgasmo.

Estudios de laboratorio demuestran además que el estrés, el miedo, el dolor o la repulsión suelen disminuir la respuesta sexual, pero a veces generan el efecto contrario: incrementan el flujo sanguíneo a los genitales y, por tanto, la lubricación.

Ninguna de estas estrategias le valió para lograra salir de prisión a la espera de juicio y ahora el futbolista recurre a una última baza para tratar de minimizar daños.

El alcohol como atenuante

En un último y sorprendente giro de los acontecimiento, la abogada Inés Guardiola, aduce ahora que el estado de embriaguez de Alves mermaba sus capacidades cognitivas, de forma que no era consciente de sus actos. La abogada pide la absolución de Alves a la Audiencia de Barcelona, que lo juzgará el próximo mes de febrero, argumentando que no es cierto que violara a la joven, quien lo denunció la misma noche de los hechos, el 30 de diciembre de 2022.

No obstante, también apunta en su escrito que el futbolista se encontraba ebrio cuando invitó a la víctima y a sus dos amigas al reservado de la discoteca Sutton de Barcelona, en cuyo baño ocurrió supuestamente la violación, lo que de considerarse probado podría suponerle una atenuante. Para apuntalar esta estrategia su defensa presentará los tickets de consumición y las llamadas que realizó a su esposa Joana Sanz – que será llamada a declarar- asegurando que estaba borracho.

Si un acusado puede demostrar que es alcohólico o que en el momento de cometer el delito estaba borracho, puede acogerse a una rebaja de su pena. La clave está en si se entiende que esa persona no era dueño de sus actos, tenía las capacidades mentales y motoras mermadas o, incluso, padecía enajenación transitoria. Joana Sanz, uno de los pocos apoyos que le quedan al brasileño, se convierte así en el eje de su defensa de cara al juicio que dará el comienzo el próximo lunes.

 

Por Agencia