viernes, noviembre 8

Daniel Radcliffe, el mago que superó problemas con el alcohol

“No sé. La gente me dice que me veo triste, dicen, ‘¡Anímate, Dan, no es tan malo!’ A veces, sólo miro al espacio, lo que asusta a los demás. Si alguna vez tuviera que hacer algo más que parecer embrujado, podría hacerlo. Soy una persona feliz aunque no me gusta salpicar mis ‘yoes’ con corazones ni nada, eso sería demasiado feliz”, confiesa Daniel Radcliffe, uno de los jóvenes más reconocidos gracias a su papel como Harry Potter. Desde que tenía 11 años interpretó al protagonista de la icónica saga y una vez que la franquicia de la película terminó, el británico pasó años tratando de forjar un lugar lejos del mundo mágico. A lo largo de su trayectoria, el actor que hoy cumple 34 años demostró ser más que un talentoso actor, sino una gran persona.

Sus fuertes raíces judías

Daniel Jacob Radcliffe nació el 23 de julio de 1989 en Fulham, Londres, Inglaterra, hijo de la agente de casting Marcia Gresham y el agente literario Alan Radcliffe. Su padre es de origen protestante de Irlanda del Norte, mientras que su madre nació en Sudáfrica, en una familia judía proveniente de Lituania, Polonia, Rusia y Alemania. Si bien creció en una casa que no ponía énfasis en la fe religiosa, Daniel siempre se sintió judío, reseñó Infobae.

“Estoy orgulloso de ser judío”, le dijo al Jewish Journal. Según un informe de The Sun, se vio a la estrella abrumada por la emoción al rodar ¿Quién crees que eres? -la serie de la BBC que sigue los viajes de personalidades conocidas mientras exploran sus árboles genealógicos, descubriendo datos conmovedores sobre sus antepasados-, sollozando mientras leía en voz alta la nota de suicidio de su bisabuelo Samuel Gershon, un hombre de negocios judío de 42 años, que pasó años construyendo la joyería familiar en Londres sólo para perderlo todo en 1936, a causa de un robo antisemita. “Es muy chocante ver que ser judío se tome como una prueba en sí mismo”, dijo Radcliffe al Jerusalem Post, y continuó: “Sólo quieres llegar al pasado y simplemente decir, ‘Pase lo que pase, tienes mucho que ofrecer a las personas que te rodean todavía… tienes mucho que darles. Y, aún así, todos te habrían amado’”.

Radcliffe tuvo una relación estrecha con su abuela materna. En una entrevista de 2016, le dijo a Jewish Telegraphic Agency (Agencia Telegráfica Judía) que su abuela “fue una evacuada durante la guerra” y llevada al campo lejos de los bombardeos nazis en Londres. Recordó sus historias “sobre cómo nuestra familia llegó al Reino Unido y de dónde venimos… Nos originamos en Rusia y nos fuimos debido a los pogromos. No sé si la historia es cierta, pero supuestamente mi tatarabuelo estaba en un barco de Rusia con destino a América. Se detuvo en Londres, y él pensó, ‘Oh, eso fue rápido’ y se bajó. Fue a trabajar a una fábrica textil y se casó con la hija del dueño”, explica el actor en referencia a su nacionalidad inglesa.

Trastorno del desarrollo y TOC

Mientras Harry Potter vivía en un mundo de fantasía, no había hechizos que ayudaran a la vida real de Radcliffe. A finales de los ‘90, Daniel era un estudiante que luchaba con sus clases, en una época en la que había menos diálogo y comprensión respecto a los problemas de aprendizaje. Según dijo a Daily Mail, padece dispraxia, un trastorno neurológico común que puede dificultar la realización de ciertas actividades cotidianas, como cambiarse de ropa, caminar y atarse los cordones. Según su vocero, el actor se encuentra en el extremo leve de este espectro.

Aunque ser neurodiverso no tiene nada de trágico, Radcliffe afirmó que su condición hizo que sus años de juventud fueran más difíciles de lo necesario: “Lo pasaba mal en el colegio […] en todo, sin ningún talento discernible”. Su descubrimiento de la interpretación le dio el impulso que necesitaba para creer en sí mismo. Respondiendo a The Wall Street Journal, Radcliffe dio un consejo a una joven a la que se le diagnosticó dispraxia, “No dejes que te detenga. A mí nunca me frenó […]. El hecho de que algunas cosas te cuesten más sólo te hará más trabajadora y más imaginativa en las soluciones que encuentres a los problemas”.

Además, “el niño mago” se sinceró con sus fans sobre su experiencia lidiando con un caso grave de trastorno obsesivo-compulsivo en sus años de formación. Empezó cuando tenía 5 años y progresó hasta que interfirió tanto que tuvo que buscar ayuda. En declaraciones a The Sun, compartió algunas de sus experiencias con esta enfermedad, “Tenía que repetir cada frase que decía en voz baja”. En su experiencia personal, Radcliffe afirmó que la terapia le ayudó.

Sus padres no querían que fuera Harry

Tenía 5 años cuando decidió que actuar era su verdadera pasión en la vida. A los 10 estaba representando escenas de las películas de James Bond en su casa del sur de Londres. A esa misma edad hizo su debut como actor en David Copperfield, la adaptación de la BBC de la novela de Charles Dickens, interpretando al personaje principal cuando era chico. Cuando el director Christopher Columbus -el mismo que ya había hecho famoso a Macaulay Culkin en Mi pobre angelito (1990)-, vio la actuación de Radcliffe, y lo quiso para el papel de Harry Potter. Sin embargo los padres de Daniel inicialmente no permitieron que formara parte del proyecto, hasta que los productores lograron convencerlos de que su hijo estaría protegido de la frustración de los medios, y aceptaron.

 

Por Agencia