En las áreas rurales de India, azotadas por la pobreza y la escasez de medicamentos, el coronavirus está causando estragos, obligando a muchos a abandonar a sus muertos en los ríos, mientras los enfermos intentan curarse con infusiones de hierbas.
Kidwai Ahmad, de la aldea de Sadullahpur, en el gran estado de Uttar Pradesh (norte), afirma que la situación es “desastrosa” en su distrito, muy duramente golpeado por la epidemia de Covid-19.
“Rodeada de tanta pobreza, la gente ni siquiera puede permitirse incineraciones decentes. Así que, muy a menudo, lastran los cuerpos de grandes piedras y los tiran al río”, cuenta Ahmad a la AFP, por teléfono.
“Otros ni siquiera se preocupan por cargarlos de piedras y los tiran tal como están. Se ha convertido en algo corriente aquí”, agrega. “[Otros] se contentan con enterrar a sus muertos en tumbas poco profundas y ni siquiera se preocupan por esperar y ver si los cuervos o los perros acuden a comérselos”.
El mes pasado, a su pueblo no se acercó ningún equipo médico. Los enfermos se quedaron en sus casas, curándose con “decocciones de hierbas”, asegura. Y cuando tienen medios para ir a alguna de las clínicas, al llegar descubren que no quedan camas disponibles y que el oxígeno y los medicamentos también escasean.
“Dejamos que la gente muera”, comenta. “Esa es la India que escondemos a todo el mundo”.
A falta de médico, un empleado de farmacia
En los últimos días, más de 100 cadáveres han acabado en las orillas del Ganges, lo que lleva a pensar que la situación en otras partes del país es igual de desastrosa. En Unnao, también en Uttar Pradesh, decenas de difuntos fueron enterrados en tumbas arenosas muy superficiales, a penas excavadas, a orillas de ese río, sagrado para los hindúes.
Las autoridades niegan que haya una escasez de madera y el gobierno del Estado insiste en que está llevando a cabo una “campaña implacable y agresiva para encontrar, someter a test y tratar a enfermos de Covid-19”.
Sin embargo, en el distrito de Bhadohi, Vinod Pandey, un funcionario de 45 años, que todavía se recupera del covid-19, lamenta “el desmadre” con el que tuvo que lidiar en los dispensarios y en otros establecimientos médicos. En su aldea, el número de muertos crece sin cesar. “Todo el mundo […] parece estar enfermo”, dice.
Ajay Singh Yadav, de 40 años, cuenta que en su aldea tratan al covid-19 como si se tratara de “una infección viral banal”.
“No hay ningún médico disponible en el establecimiento médico y, en gran medida, son los empleados de farmacia los que gestionan la enfermedad en las aldeas”, explica a la AFP. “La gente les describe sus síntomas y los empleados de farmacia les dan medicamentos en función de lo que deducen”.
“Vivimos con miedo”
En el vecino estado de Bihar, Guddu Khan tenía fiebre, tos y dolores corporales. Durante casi una semana, fue atendido por un médico “jhola chhapp” (“aficionado”), que no contaba con equipo médico alguno.
Según Arman Khan, un pariente suyo, “centenares de personas de decenas de aldeas de los alrededores, que tienen síntomas del Covid-19, consultan [al curandero]”.
En las regiones rurales de India, es muy común que la gente confíe su salud a centenares de miles de practicantes no acreditados, que ejercen sin titulación.
Pero, por culpa de la falta de test y de un diagnóstico equivocado, ahora Guddu Khan, de unos 40 años, se encuentra, muy grave, en el hospital.
Pero, según Anant Bhan, investigador en salud pública y bioética en Bhopal, cuando los equipos médicos visitan las aldeas, muchos de los habitantes se muestran desconfiados ante los test de diagnóstico.
“Tenemos que intensificar los exámenes de detección, llevar a cabo una campaña de información y que las comunidades cooperen con los trabajadores sanitarios”, defiende el investigador.
Mientras tanto, uno de esos aldeanos, Umesh Yadav, declara a la AFP con voz temblorosa: “vivimos con miedo”.
Por: Agencia