
La feligresía marabina celebró este 27 de noviembre con unión y esperanza el Día de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, una advocación mariana profundamente arraigada en la devoción popular.
La misa central fue presidida por el padre Jesús Bravo, párroco de la iglesia San Vicente de Paúl, quien dirigió un mensaje de fe y compromiso espiritual durante la ceremonia en la que jóvenes y adultos recibieron el Sacramento de la Confirmación.

Durante su homilía, el padre Bravo centró su reflexión en tres ideas principales: la presencia de Dios frente al mal, el papel de María como guía hacia su hijo Jesús y la historia de la aparición de la Virgen de la Medalla Milagrosa.
Fundamentó su reflexión en la figura de María como intercesora y guía hacia su Hijo. Recordó que, en medio de las dificultades del mundo, la fe es un camino seguro: “Jamás el mal va a prevalecer, porque cuando tenemos a Dios en el corazón, sólo el bien puede vencer”, expresó.


Al mencionar las bodas de Caná, resaltó el papel de la Virgen como quien reconoce las necesidades humanas y nos conduce a Jesús. Por ello, citó una de las enseñanzas centrales del conmemorativo día: “Hagamos lo que Él nos diga”, destacando que ese sigue siendo el llamado actual para los creyentes.
También compartió la historia de la aparición mariana a Catalina Labouré en 1830, joven religiosa en París, ejemplo de cómo la Virgen se manifiesta a los humildes y no a los poderosos. El padre Bravo recordó que el nombre de Medalla Milagrosa surgió del pueblo, tras numerosos testimonios de fe y favores recibidos.
La celebración culminó con muestras de devoción y gratitud. La comunidad marabina renovó su esperanza en la Virgen Milagrosa, quien —como recordó el párroco— “siempre tendrá los brazos extendidos para abrazarnos como madre”.


Por: Yorgelis Labarca / Fotos: Lizaura Noriega

