jueves, diciembre 26

Con Dios y con el diablo

Aunque muchos se quieran vestir de oposición, rojos se quedan. Lo que pasó esta semana en Chacao, con la abominable decisión y actuación de Gustavo Duque, alcalde de ese municipio, al acusar de vándalos y entregar al régimen a cuatro activistas de Voluntad Popular, demuestra que, aunque lo niegue mil veces, es parte de los rojos. Y al parecer no es el único.

Sucedió este 7 de junio en la avenida Libertador de Caracas, allí los activistas de VP, Jholbert Godoy, Argelia Rovaina, Carlos Maneiro y Luis Martínez procedieron a realizar un simbólico homenaje a Neomar Lander, al cumplirse cinco años del asesinato de este joven quien murió impactado por una lacrimógena en medio de las protestas del 2017 en contra de Nicolás Maduro.

Justo en el lugar donde cayó Neomar, estos activistas, portando solo carteles y cruces de papel, fueron detenidos por funcionarios de Polichacao.

Y fue allí cuando comenzó a caerse la máscara de Gustavo Duque, pues no conforme con acusarlos de vándalos a través de un tuit, mismo que posteriormente eliminó, ordenó que estos fueran entregados a los esbirros del régimen.

Pues sí, estos cuatro activistas, detenidos de forma arbitraria y bajo acusaciones infundadas, fueron puestos a la orden del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) e ingresados a la sede de El Helicoide.

En un comunicado público, Polichacao, intentó justificarse señalando que habían actuado bajo el ordenamiento jurídico vigente, pero quisiera saber, en qué parte de este ordenamiento se contempla ser servil y entreguista, en qué artículo de tal texto, señala que se debe efectuar la entrega de ciudadanos al Sebin, sin pruebas, sin delito y por el sólo hecho de manifestar y recordar el crimen cometido en contra de un valiente joven que murió defendiendo la democracia en Venezuela.

Una decisión que no deja margen a duda alguna, Duque se comportó como el cómplice de la dictadura que es, rojo por fuera y rojo por dentro. Además de ir en contra del Código Orgánico Procesal Penal, que en su artículo 236 establece que la aprehensión en flagrancia sólo sería justificable ante la comisión de delitos perseguibles de oficio, y en el caso de estos activistas, no hubo nunca delito, apenas una presunción de falta.

Una falta que no ameritaba detención y mucho menos la entrega a otra instancia policial, si acaso una retención. Entregarlos a un cuerpo señalado internacionalmente como violador de Derechos Humanos, los convierte en cómplices de tales violaciones.

El miedo es libre, todos los seres humanos lo hemos sentido, unos se paralizan, otros van adelante y lo vencen, pero otros, como el señor Duque, han preferido arrodillarse y entregarse al verdugo, actuando como todo un cobarde. Y al verse sometido a la crítica de la ciudadanía por su errada actuación, entonces apeló a la tesis de ser “víctima de una guerra sucia”, que es la estrategia de los mediocres.

Por todo esto, nos sumamos a la exigencia de libertad inmediata para Maneiro, Martínez, Rovaina y Godoy, y que se restablezca el derecho que tiene todo ciudadano de protestar y de disentir.

No es posible que en una Venezuela que debería ser libérrima y donde el derecho a protestar está consagrado en la Constitución unos jóvenes sean entregados como delincuentes solo por elevar su voz en una vía pública y además condenados a través de las redes sociales del alcalde Duque y sus seguidores que no conforme con ello, los estigmatizaron de vándalos.

No se puede estar con el régimen, haciéndose pasar por opositores. No se puede decir una cosa y hacer otra. No se puede pretender ser adalid de la lucha por un mejor país y a la vez sumarse a las arbitrariedades del régimen madurista. No se puede tener doble cara, pues el país reclama definiciones y no hipocresía.

A todos aquellos que se prestan para el doble juego, por comisión o por omisión, recuerden que en el horizonte están planteadas unas primarias, y todo lo que hagan o dejen de hacer hoy, repercutirá en sus aspiraciones futuras. Decidan y sean coherentes, o son rojos y se declaran y actúan como tal, o son opositores, porque ya el venezolano no se cala ambigüedades, ni más traiciones. O están con Dios, o con el diablo.

Por Lester Toledo