viernes, noviembre 22

Comunismo otro estado de disimulo

Vivir en un país donde la supervivencia extrema ocupa la vanguardia perenne de nuestro trending topic cotidiano es una experiencia enriquecedora o más bien empobrecedora. Es como la simulación comunista iniciada desde los tiempos de intercambio epistolar entre Carlitos Marx con su mecenas y socio ideológico Federico Engels, dónde después de sus elaboradas teorías sobre el valor del cochino dinero, la lucha de clases, la dictadura del proletariado y por supuesto la repartición de las culpas con todos los numeritos comprados por el capitalismo (todo comunismo que se respete tiene que echarle la culpa de sus metidas de pata a algo o alguien).

Al final de cualquiera de las extensas cartas de Marx a Engels, por lo general rebela el gran secreto del origen del comunismo mundial. El capitalismo es bueno para su dirigencia, pero maligno y opresor para la clase obrera militante de un salario mínimo.

Los cierres de las misivas de Marx eran, y si quieren a mí me llevan a un tribunal, pero es la pura verdad, como diría ese gran comentarista deportivo que era Carlitos González, eran toda una declaración de chuleo, como un antecedente histórico del modus vivendi de una revolución antillana, especialmente a costillas de un país petrolero de vacas enflaquecidas por su insólita pobreza extrema de estos días.

Los registros de los finales de las correspondencias han sido cuidadosamente disimulados, pero puedo hacer una traducción libre y vernácula de las mismas.

“¿Y otra cosa mi apreciado Friedrich en este momento apremiante no tengo ni una miserable Libra en el bolsillo, necesito tu ayudaita porque estoy escribiendo El capital y con qué se sienta la cucaracha? Necesito infiltrarme en la vida capitalista para denunciarla pero carezco de recursos para ello. Además no le pago a la criada desde hace tres meses y debo el alquiler de la casa”.

Por allá por 1848 Marx fue beneficiado por una especie de Misión Vivienda versión privada, cuando Federico Engels le regaló una vivienda en una zona acomodada de Londres

Además es bueno recordar que el progenitor del comunismo estaba casado con una Baronesa de origen Prusiano llamada Jenny Von Westphalen.

Y por cierto como un chisme de carácter histórico, Carlitos Marx embarazó a su criada y le echó la culpa de la paternidad a Federico Engels para protegerse de la ira de su esposa. Hasta le puso el nombre de Federico a su vástago. Por supuesto que doña Jenny no quiso saber nada más de Engels hasta que un día supo la verdad y estalló una lucha de clase modo hogareño.

Más de siglo y medio después un capitalismo reprimido sigue apoderado de las mentes de la oligarquía revolucionaria para ellos ser ricos no es tan malo después de todo.

Por: Amos Smith