El juicio contra dos monjas y otras siete mujeres acusadas en una causa por abuso sexual de niños sordos en un internado en Argentina comenzó este lunes, tras haber sido postergado en abril por el aislamiento por COVID-19 de una de las imputadas.
El juicio se desarrolla de forma semipresencial en la ciudad de Mendoza (oeste), sin acceso a la prensa. Ninguna de las imputadas acudió personalmente al tribunal, sino que participaron de forma remota, indicaron fuentes judiciales.
Se trata del segundo proceso en un caso que ha sacudido al país del papa Francisco. En 2019 fueron condenados a más de 40 años de cárcel dos curas católicos por los abusos y violaciones de niños de entre 4 y 17 años cometidos entre 2004 y 2006 en el Instituto Próvolo de Mendoza.
Las acusadas son las monjas japonesa Kumiko Kosaka (46 años) y paraguaya Asunción Martínez (53), además de la representante legal del Próvolo, una psicóloga, una cocinera y cuatro directoras de la institución.
Kosaka es la más comprometida y afronta cargos por abuso sexual agravado, corrupción de menores y partícipe primario por omisión. Es la única en prisión domiciliaria preventiva.
Al resto se las acusa por corrupción de menores y participación por omisión.
Carlos Varela Álvarez, defensor de las dos monjas, consideró que “sin dudas, existe una sentencia condenatoria mediática y social adelantada”, en una declaración pública emitida este lunes.
“Sobre ellas, en especial sobre Kumiko Kosaka, que lleva cuatro años detenida sin sentencia, se ha dicho de todo”, señaló, al cuestionar la labor de los intérpretes de la fiscalía que tradujeron las declaraciones en lenguaje de señas de los menores abusados.
Se estima que el proceso durará unos seis meses e incluirá a más de un centenar de testigos.
“Familias expectantes”
“Las familias estamos expectantes, es como si se abriera un portal que habilita muchos recuerdos, una tristeza infinita porque nada nos va a devolver todo los que nos robaron”, dijo a la AFP Érica Labeguerie, hermana de Claudia, una de las víctimas, hoy de 27 años y madre de un niño.
Tanto su familia como el resto de los querellantes espera “que la justicia esté a la altura de las circunstancias, como lo estuvo en 2019, porque sin estas personas nada hubiera sido posible”, remarcó.
En noviembre de 2019 fueron condenados el sacerdote argentino Horacio Corbacho, a 45 años de cárcel, y el italiano Nicola Corradi, a 42, por abuso sexual y violación de menores.
También fue condenado a 18 años de prisión el jardinero Armando Gómez y a 10 años el exmonaguillo Jorge Bordón, este último tras haberse declarado culpable en un juicio abreviado en 2018.
“Sin las monjas que estaban a cargo de los niños, la trabajadora social, las directivas, sin toda esa estructura nada hubiese sido posible. Corbacho, Corradi no estaban solos”, afirmó Labeguerie.
Ariel Lizarraga, padre de Daiana, la primera denunciante, hoy de 29 años, afirmó enfático que “los hechos existieron, están probados”.
“Ellos encubrieron todo, les prohibían aprender el lenguaje de señas para que no se supiera”, deploró.
“Complot”
El cura Corradi había llegado a Argentina en 1970 desde el Próvolo de Verona (Italia) tras ser trasladado por la Iglesia Católica luego de denuncias de abusos.
Se hizo cargo primero del Instituto Próvolo de La Plata (60 km al sur de Buenos Aires) y desde 1998 del de Mendoza hasta que fue arrestado en noviembre de 2016.
La justicia aún tramita denuncias por abusos en la sede de La Plata.
“Era un complot muy grande y sostenido en el tiempo que empezó en Italia. La Iglesia siempre se dedicó a tapar, a ocultar”, afirmó Lizarraga.
Por Agencia