viernes, noviembre 8

Clásico suramericano culmina sin goles en el estadio Bicentenario de San Juan

Ante unos 25 mil aficionados presentes en el estadio del Bicentenario de la ciudad de San Juan (oeste), el encuentro se planteó como una lucha en el medio campo con escasas situaciones de gol por la fecha 14, cuando faltan disputarse solo 12 puntos en la serie.

La Albiceleste estaba la noche del martes a la espera del resultado de Ecuador-Chile que podría darle el pase a la Copa del Mundo. Brasil es líder de la clasificatoria con 35 puntos y Argentina lo escolta con 29. Los dos siguen invictos.

Ambas escuadras tienen un partido pendiente por la suspensión del choque en Sao Paulo en septiembre pasado a causa de la invasión al campo de juego de inspectores anticovid-19.

Presión, lucha y nervios

Sin Neymar, la Verdeamarilla apostó a desequilibrar en ataque con las diabluras de Rapinha, la fresca irreverencia de Vinicius o el poder de fuego de Matheus Cunha. Pero las incursiones ofensivas fueron escasas.

La manera natural que tenía Argentina para romper las sólidas líneas defensivas brasileñas estaban en los pies de Messi, Ángel Di María y Lautaro Martínez. Pero Messi lucía apagado. Encaprichado en sacarse de encima las marcas y condenado a perder la pelota.

Las claves de un partido sin brillo fueron los cerrados esquemas de control y presión ordenados por los DT Tite y Lionel Scaloni.

La dinámica de los equipos fue jugar a puro nervio, sin tomar riesgos, con pierna fuerte, a no dar ni un centímetro de ventaja. Un mutuo respeto que no podía alumbrar otra cosa que un espectáculo enredado y gris.

La asfixia a los mejor dotados ató a Leandro Paredes tanto como a Fred o a Lucas Paquetá. No encontraban ni un callejón libre ni un resquicio Rodrigo De Paul ni a Fabinho.

El juego quedó atrapado a una lucha sin cuartel por la posesión de la pelota o la sorpresa de quitar el balón al rival en el sector central. La zona de la creación se convirtió en un pantano de camisetas amarillas y albicelestes.

Las defensas ganaban cuanto duelo se planteara. Así como Cristian Romero y Nicolás Otamendi le ponían un cerrojo a los eventuales avances hacia Emiliano Martínez, en el otro arco el candado lo garantizaban Éder Militao y Marquinhos. Las bandas las clausuraban de un lado Nahuel Molina-Marcos Acuña y del otro Danilo y Alex Sandro.

Apenas un aislado remate de media distancia De Paul forzó una atajada de Alisson. Matheus Cunha casi emboca un gol de película desde 35 metros, que pasó por arriba del travesaño cuando ‘Dibu’ Martínez estaba adelantado. En un rebote, Fred también probó con un remate que rozó la parte superior del travesaño. Demasiado poco.

Cambios sin gravitación

Argentina se salvó de perder un defensor. Otamendi le metió un codazo en la cara a Rapinha. Ni el árbitro uruguayo Andrés Cunha ni el VAR lo detectaron. Era tarjeta roja directa.

Al otro zaguero central, el más firme y seguro, lo perdió por lesión. Tuvo que entrar de reemplazo Germán Pezzella. Scaloni ya había ensayado mover el tablero ofensivo con los ingresos de Lisandro Martínez por Paredes, Joaquín Correa por el ‘Torito’ Martínez y Julián Álvarez pro Di María.

Tite dispuso un cambio táctico. Brasil se adelantó en bloque unos 20 metros en el campo y llevó inquietud. Los ingresos de Antony, Gerson y Gabriel Jesús procuraron quebrar el cero. Tampoco movían el amperímetro.

Messi seguía lento y desconectado. Su equipo tiene mística y un ensamble sin ser Messi-dependiente. Pero si no está encendido, se nota. Apareció con un solo remate al arco, sobre la hora.

Por: Agencia