Mientras la fábula ecológica de James Cameron «Avatar: El camino del agua» se disputa el Óscar a la mejor película, algunos nominados en la categoría de documentales compiten con crónicas de amenazas reales contra nuestro planeta.
Desde los contaminados cielos de Delhi al mar de hielo derretido en Siberia, «All That Breathes» y «Haulout» abordan complejas historias locales para atraer atención global sobre la destrucción de la naturaleza por la acción humana.
Los hermanos Maxim Arbugaev y Evgenia Arbugaeva son los primeros indígenas yakutos nominados a un Óscar. Compiten con su cortometraje «Haulout» sobre un científico en Siberia que registra el desastroso impacto del cambio climático en las poblaciones de morsas.
«Haulout» comienza con impresionantes tomas de la costa ártica, desolada y azotada por el viento. El biólogo marino Maxim Chakilev espera pacientemente en su cabaña la llegada de las morsas en proceso de migración.
De repente, unos 100.000 ejemplares de estos enormes mamíferos aparecen afuera de la cabaña, amontonados en la playa. Es un espectáculo hipnotizante que esconde un desastre natural: la aglomeración, resultado de la pérdida de hielo en el mar, es peligrosa y tiene consecuencias letales.
«Nuestra esperanza es sumarnos al coro de científicos y artistas de todo el mundo, y contribuir al debate sobre el grave estado de nuestro planeta«, dijo Arbugaeva.
Los hermanos explicaron a la AFP que su nominación al Óscar fue motivo de una gran celebración en su remota tierra natal. Los autores del cortometraje están pensando en llevar al solitario biólogo marino a la glamurosa ceremonia en Los Ángeles del próximo domingo.
Para ellos, atraer la atención del público hacia su región ancestral es vital para mostrarle al mundo cómo el cambio climático está acabando con la vida de humanos y animales de formas muy diferentes en todo el planeta.
«Tenemos acceso a esta crucial área del ártico«, dijo Arbugaeva. «Creo que es muy importante hablar de la tierra nativa«.
«Las historias que vemos no son superficiales. Requiere de años y años para llegar allí y entender la región«.
«Como si nada»
Filmado en la capital de India, «All That Breathes«, de Shaunak Sen, también aborda la forma en que el comportamiento de los animales ha cambiado por la acción humana.
La película sigue a tres hombres que han dedicado sus vidas a sacar adelante una clínica autofinanciada en la que cuidan a algunos de los cientos de pájaros que caen a diario del contaminado cielo de Delhi.
Todos los días, milanos heridos son transportados a su sótano.
«Cientos de pájaros caen del cielo todos los días. Lo que me impresiona es que la gente sigue como si nada«, le dice uno de los hombres a su esposa.
Los pájaros resultan heridos, además, por las cuerdas de las cometas que la gente hace volar.
Los hombres conversan sobre cómo las aves aprendieron a alimentarse de la basura, a colectar colas de cigarros para usar como repelente de parásitos, y, aparentemente, a cantar en un tono más alto para comunicarse en medio del ruidoso tráfico de la ciudad.
Sen le dijo a AFP que eligió a estos personajes para impulsar al público a «considerar la enmarañada relación entre la vida humana y la no humana«.
«No es suficiente»
Para Sen, la reciente producción de piezas basadas en el medio ambiente «no es suficiente«.
«Debería haber mucho más, considerando la atención que el estado del planeta requiere«.
Sen cree que los cineastas tienen que trabajar en «historias más sofisticadas que hagan pensar en el planeta» en vez de enfocarnos apenas en «pesimismo y desesperación«.
Su película comienza con una desoladora toma de montañas de residuos, y poco a poco revela la vida salvaje que ha aprendido a sobrevivir en el basurero.
Un abordaje contrario al del inicio de «Haulout«, en el que al principio se muestra la belleza de la naturaleza sin la intervención humana para reflejar gradualmente la destrucción que causa el hombre.
Una de las escenas más duras del cortometraje muestra a una cría de morsa que se aferra al cuerpo de su madre muerta, antes de lanzarse a la orilla para intentar nadar océano adentro.
Las trágicas escenas en la playa pasaron factura emocional y profesionalmente. «Mis manos temblaban porque yo estaba llorando, o me sentía tan emocionada que no podía mantener la cámara estable«, recuerda Arbugaeva. «No se pudo usar parte del material, incluso momentos cruciales, pero es que era tan duro«.
«Cuando los locales cuentan historias sobre su tierra es un proceso muy personal«, comentó Arbugaeva. «Estás hablando sobre tu propio corazón y el de tu comunidad que se está rompiendo«.
Por: Agencia