El Reino Unido ha activado un cambio de época. La muerte de la reina Isabel II inicia el proceso de su sucesión, con todas las miradas puestas en su hijo, el príncipe Carlos, que ya había asumido la primera línea en los últimos meses dados los cuidados que venía requiriendo su madre. El país, con todo, pisa un terreno casi desconocido después de 70 años con Isabel II en el trono. Ahora, la sucesión, en términos legales, se rige por el Acta de Unión (1800), que restableció las previsiones del Acta de Establecimiento de 1701 y la Declaración de derechos. Asimismo, la esposa de Carlos, Camila, se convertiría en reina consorte, reseña 20 Minutos.
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— The Royal Family (@RoyalFamily) September 8, 2022
El príncipe Carlos es el heredero de la reina y ya se convierte automáticamente en rey, aunque no coronado, una vez que se confirmase el fallecimiento de Isabel II. Y es que esto se rige con la regla del derecho consuetudinario Rex nunquam moritur, es decir, «el rey nunca muere». Por otro lado, no tiene por qué reinar con su nombre de pila. El segundo en la línea sucesoria es el príncipe Guillermo, mientras que el hijo mayor de éste, el príncipe Jorge, figura en tercer lugar. El Consejo de Adhesión, ante el que tiene que jurar el cargo de manera privada, solo hace que refrendar este paso, al igual que la ceremonia de coronación. Esta última, de hecho, ni siquiera es obligatoria pues por ejemplo Eduardo VIII reinó sin ser coronado nunca.
En el Reino Unido, en el caso del monarca, sus poderes son simbólicos y ceremoniales y permanece neutral en el plano político. Asimismo, tiene entre sus competencias nombrar al Gobierno invitando al líder del partido que gane en las generales y disolver el Ejecutivo antes de los comicios. Con la sucesión, el Parlamento también tiene un papel, pues es convocado para que los parlamentarios presten su juramento de fidelidad al nuevo soberano. Los diputados de la Cámara de los Lores tienen que prestar un nuevo juramento en virtud de su reglamento. Los diputados de los Comunes no están obligados a hacerlo (porque cuando juran o prometen sus cargos lo hacen prometiendo «guardar verdadera lealtad a Su Majestad la Reina Isabel, sus herederos y sucesores»), pero por costumbre lo hacen.
Por: Agencia