martes, noviembre 5

Atentado a Kirchner disparó la desconfianza y desinformación en Argentina

Tan pronto como los noticieros comenzaron a transmitir la imagen de un hombre que gatillaba una pistola en la cara de la vicepresidenta argentina Cristina Kirchner las redes sociales explotaron en mensajes que ponían en duda el hecho e instalaban la versión de un atentado «escenificado».

Las etiquetas «#NoLesCreoNada», “#OperetaK”, “#CFKSeVictimiza” y «#TodoCirco» se convirtieron en tendencia en el polarizado entorno de Twitter en Argentina, donde la primera desinformación surgió apenas dos horas después de la agresión, alcanzando a usuarios de Facebook, Instagram, Telegram y Whatsapp.

Kirchner, de 69 años, salió ilesa del ataque con un arma de fuego que, pese a ser gatillada dos veces, no se disparó, el 1 de septiembre cuando saludaba a un grupo de seguidores frente a su casa en Buenos Aires. El hecho fue condenado en Twitter por la mayor parte de la dirigencia política del país.

Pero abonando a la teoría de que todo fue un «montaje», se afirmó que el canal de noticias argentino C5N había publicado la cobertura del atentado en su sitio web más de tres horas antes de que ocurriera.

El equipo de verificación de la AFP desacreditó esa afirmación tras explorar el código fuente de la página web de C5N, que mostraba claramente el horario de publicación de la nota, unos minutos después del ataque.

Las desmentidas no evitaron, sin embargo, que más de 20.000 escépticos se hicieran inmediatamente eco de la desinformación. En la madrugada del 2 de septiembre, la versión había sido traducida al portugués y circulaba en redes sociales de Brasil.

Contaminación en las redes

La consultora Taquion hizo un análisis de la conversación en redes sociales en Argentina en las horas posteriores al atentado, que alcanzó a unos 19 millones de usuarios. Observó que, de 264 mil menciones al hecho, la gran mayoría fueron de apoyo a Kirchner –con etiquetas como #TodosConCristina– y de rechazo a la violencia política. Sin embargo, casi un tercio (31 %) «se concentró en el descreimiento«, explicó a la AFP Sergio Doval, director de la empresa.

Que tres de cada diez personas de la muestra hayan cuestionado de inmediato un evento presenciado y filmado por múltiples testigos pone de relieve «el gran problema que padece hoy el tejido social de los argentinos«, marcado por una «profunda falta de confianza en las instituciones«, de acuerdo con Doval.

Para el politólogo Diego Reynoso, director de la encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública (ESPOP) de la Universidad de San Andrés, en Buenos Aires, a esa desconfianza se suma la propia dinámica de la era de las redes sociales, en la que «cualquier noticia puede tener su contracara, en la forma de personas o de fakes que inmediatamente contaminan la discusión, generando dudas y burbujas informativas«, dijo a la AFP.

Según datos de ESPOP, la imagen negativa de Kirchner ronda 60%. «Esto también abona a la desconfianza y hace caldo de cultivo a la circulación de información falsa«, apuntó Reynoso. «Quienes ya tienen una predisposición contra Kirchner consumirán información que pone en duda el atentado y viceversa«.

A ambos lados de la «grieta«

La desinformación en torno al ataque a Kirchner circuló a ambos lados de la «grieta», término que en Argentina se utiliza para describir la polarización política que divide a los partidarios del kirchnerismo y a los de la oposición, liderada por el expresidente de centro-derecha Mauricio Macri.

En la mañana del 2 de septiembre, cuando el atacante ya había sido identificado como Fernando Sabag Montiel, comenzó a decirse que se encontraba en la nómina de empleados del alcalde opositor Horacio Rodríguez Larreta, información que resultó ser falsa, de acuerdo con el equipo de verificación de la AFP.

Lo mismo ocurrió con dos fotomontajes que mostraban a Sabag Montiel sonriente junto a Macri y la exgobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.

Otro contenido apócrifo quiso identificar al acusado con un militante kirchnerista, como supuesta evidencia de que el atentado fue una puesta en escena para beneficiar políticamente a la vicepresidenta.

El 4 de septiembre, más de 50.000 usuarios de Argentina y Brasil aseguraban en redes sociales que el arma utilizada en el ataque era, en realidad, una pistola de agua.

El funcionamiento mismo de las redes, en grupos que refuerzan las propias creencias, facilitan ese proceso. «Los nichos son proclives a la desinformación y terreno fértil para cualquier pensamiento ‘mágico’«, señaló Doval. «Así es muy difícil construir puentes que tengan los mismos valores y nos puedan ayudar a conversar y construir«, dijo.