Antonio Díaz ajusta su cinturón negro para comenzar la sesión… La tela de su uniforme resuena como un latigazo con cada movimiento durante un entrenamiento en Caracas de cara al momento que ha esperado por más de dos décadas: el karate al fin es olímpico.
“Creo firmemente que tengo nivel y posibilidades de estar luchando por el podio”, comenta a la AFP este karateca venezolano, quien tendrá 41 años cuando compita en los Juegos Olímpicos Tokio-2020, pautados del 23 de julio al 8 de agosto próximos, después de ser suspendidos el año pasado por la pandemia del coronavirus.
Han pasado 25 años desde que debutó en Campeonatos Mundiales de karate, donde suma dos medallas de oro en 2010 y 2012, una de plata, en 2008, y cinco de bronce en 2002, 2004, 2006, 2014 y 2016, todas en su especialidad, kata. Nadie suma tantas preseas como él.
Habiendo ganado todo, con el karate ausente en la esfera olímpica, “pensaba retirarme en (el campeonato mundial de) 2014, pero dije: voy a hacer uno más (en 2016)”, relata Díaz.
Y llegó la noticia: Tokio-2020 incluía al karate en las modalidades de kumite y kata.
En el kumite, los deportistas intercambian golpes por puntos. En el kata, no combaten cuerpo a cuerpo, sino que marcan movimientos evaluados por técnica, velocidad y potencia.
“Viendo los Juegos (Olímpicos) en televisión, los de Rio, me proyecté y dije: ‘Guao. Dentro de cuatro años voy a estar sentado frente a un televisor y voy a estar preguntándome: ¿y qué hubiese pasado si lo hubiese intentado?. Ahí dije: Lo voy a hacer”, continúa Díaz en su dojo, donde reina un retrato de Yoshimi Inoue, el fallecido maestro que le hizo campeón mundial.
Aunque sabe que el tiempo no perdona, Díaz confía en su técnica.
“Cuando tienes tantos años entrenando, la parte técnica es un punto fuerte (…), pero hay que acompañarla de una preparación atlética, sobre todo cuando tienes competidores mucho más jóvenes que están en plenitud de condiciones”.
Padre y sensei
Tras un año paralizado por el COVID-19, el karate reanudó sus citas de Premier League en Estambul, Turquía, y allí estaba Díaz.
“Fue un poco extraño. Viajar, ir del aeropuerto al hotel y todo el evento se realizó ahí (…). Nos exigían las pruebas de PCR que teníamos para viajar y una más para la inscripción. En el momento de los calentamientos (…), te hacían una prueba rápida de antígenos, tenías que estar con la mascarilla, el evento fue totalmente sin público”, cuenta el caraqueño.
“A pesar de eso, fue reconfortante llegar y ver a otros atletas, a amigos de otros países (…) y volver al ritmo de competencias”, añadió.
Díaz vive una etapa feliz, convertido en padre en 2019, así que la posposición de Tokio-2020 le permitió ganar tiempo familiar y tomar un “descanso” tras “un ritmo muy difícil de viajes” y “competencias”.
Se enfocó a la vez en su escuela de karate, con unos 60 alumnos desde los tres años. Combina, en tiempos de pandemia, clases presenciales con asistencias reducidas y clases a distancia.
Vivir con dolor
Una lesión de meniscos en la rodilla derecha le afectó en Estambul y acabó decimotercero entre 34 karatecas.
Arrastra el problema tras la cadena de competencias asumidas en 2018 y 2019 en busca del cupo olímpico, pero no pasó por quirófano para no arriesgar un sueño que llegó a parecer imposible. Aprende a vivir con dolor.
“Fue algo más mental (lo que sucedió en Turquía), sentir algunas molestias que no me iban a impedir competir, pero a las que no estaba acostumbrado”, asegura, subrayando que ahora sabe “cuáles son las sensaciones”.
Del 30 de abril al 2 de mayo, en Lisboa (Portugal), habrá otra parada de la Premier League si el COVID-19 deja y un chance de hacerlo mejor.
Ya en este ciclo olímpico, Díaz demostró que sí puede, al ganar oro en los Juegos Panamericanos Lima-2019, en el retorno del karate y el kata, excluido desde Santo Domingo-2003, cuando conquistó una medalla dorada.
“Tenía la posibilidad, después de tantos años, de revalidar mi título. Eso era muy bonito”, rememora sonriente.
Por Agencia