El ransomware, una modalidad criminal con la que se secuestra información de una compañía, Gobierno o usuario para cobrar un rescate, tiene en alerta al continente americano, ante una ola de ataques que ha puesto a prueba sus relativamente inmaduros sistemas de ciberseguridad.
Luego de la crisis de 2021 en Estados Unidos por los ciberataques que afectaron a más de mil empresas y que llevaron al Gobierno a convocar una cumbre internacional para tomar medidas, el ransomware tiene ahora parpadeando en rojo a los sistemas de Latinoamérica, región que en los últimos meses ha afrontado una serie de irrupciones de alto impacto en lugares como Brasil, Perú y Costa Rica, país este último donde incluso se declaró emergencia nacional.
“El ransomware triplicó su rentabilidad durante la pandemia y, aunque la esencia técnica sigue siendo la misma, su modelo de operación ha evolucionado drásticamente hasta convertirse en grandes y sofisticadas organizaciones criminales”, explica a EFE Kerry-Ann Barrett, directora del Programa de Ciberseguridad de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Un lucrativo y peligroso negocio
El ransomware se vale de un programa malicioso que impide a los usuarios entrar a su sistema o a sus archivos y exige el pago de un rescate para poder acceder a ellos nuevamente.
Aunque gran parte de las organizaciones no reportan estas extorsiones, la plataforma Ransomwhere, que rastrea desde hace un año los rescates, calcula que solo los pagos a los criminales en criptomoneda superan ya los 120 millones de dólares, de los cuales casi 17 millones se entregaron en 2022.
Para Marc Rivero, investigador del gigante ruso de ciberseguridad Kaspersky, esto explica el “gran avance de ese delito, puesto que puede mover más dinero que la trata de personas o la venta de armas”.
El Informe de Amenazas Cibernéticas 2022 de la firma estadounidense SonicWall, evidencia un repunte del 105 por ciento en el secuestro de datos el año pasado, al superar los 623 millones de ataques en todo el mundo -casi veinte intentos por segundo-, con Estados Unidos a la cabeza (421 millones o el 67,5 % del total).
Del lado latinoamericano, Brasil (33 millones de ataques y cuarto en el mundo), Colombia (11,3 millones, sexto) y México (7 millones, décimo) se ubican entre los diez países más afectados por esa modalidad extorsiva, en una lista en la que aparece también Canadá, que ocupa el quinto puesto, con 24,2 millones de atentados.
El hecho de que Brasil sea el principal país latinoamericano atacado por este tipo de programas se atribuye a su mayor disponibilidad de servicios por internet, una situación que se disparó por las restricciones que impuso la pandemia.
En tanto, en México, el crecimiento en el último de año fue de cerca del 700 por ciento en intentos de ciberataques a empresas y de hasta mil por ciento en dependencias del Gobierno, detalla Jesús García, gerente para México de Quest Software.
Y, en el caso de Chile, el Equipo de Respuesta ante Incidentes de Seguridad Informática (CSIRT) del Gobierno menciona que los intentos de ciberataque contra instituciones el pasado mes de abril rondaron el medio millón y buscaban la vulnerabilidad en sitios y sistemas web para robar la información del Estado y sus ciudadanos.
Sin embargo, “es muy difícil saber cuántos ataques de ransomware hay en Chile, ya que no siempre las instituciones o empresas afectadas revelan que han sido vulneradas. Y menos se conocen aún los casos que sufren las personas”, informan en este organismo.
Para los expertos, estas experiencias muestran que los delincuentes se están volcando en una región que consideran potencialmente rentable y con defensas de ciberseguridad relativamente inmaduras.
En el caso de América, los expertos de SonicWall y de Kaspersky han detectado que los ataques recientes de alto perfil han apuntado a empresas estratégicas de energía o consumo, Gobiernos, instituciones de educación y hospitales.
En esta línea, Estados Unidos fue blanco el año pasado de varios ciberchantajes a importantes infraestructuras y empresas, como Colonial, la mayor red de oleoductos del país, y JBS, principal procesador de carne del mundo.
Otro ataque de gran repercusión en la región comprometió al sistema de notificación del Programa de Inmunizaciones del Ministerio de Salud de Brasil a finales de 2021, en pleno pico de una nueva ola de la pandemia, y fue asumido por el grupo Lapsus con el mensaje: “contáctenos si quieren recuperar los datos”.
La andanada también ha afectado durante el último año a una docena de entidades públicas de Colombia, el más grave de estos ataques fue contra el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y dejó fuera del aire su página web durante casi diez días, aunque gran parte de la información vulnerada se logró restablecer por los “backup” (respaldos) que mantenía la entidad.
También en Ecuador -país que según Kaspersky, es uno de los principales objetivos de los cibercriminales en Latinoamérica, junto con Brasil, México, Perú y Colombia- varias empresas y grandes instituciones han sido atacadas en los últimos meses, entre ellas la Agencia Nacional de Tránsito, la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, el Banco Pichincha -el más grande del país- y el Municipio de Quito.
Por: Agencias / Foto: Cortesía