José Rafael Lozada, profesor jubilado de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la Universidad de los Andes (ULA), citando datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), reveló que entre 2010 y 2020 se han deforestado 127.400 hectáreas al año en el país.
“Eso prácticamente significa que destruimos todos los días el equivalente a casi 350 canchas de fútbol en todo el país”, alertó Lozada en una entrevista concedida este martes 4 de junio al programa De Primera Mano de Radio Fe y Alegría Noticias.
Si bien la tasa de deforestación ha mostrado una reducción en comparación con las dos décadas anteriores, cuando se deforestaban 287.500 hectáreas anuales entre 1990 y 2000, ubicando a Venezuela entre los 15 o 20 países con mayor destrucción de bosques a nivel mundial, el docente no atribuyó este cambio a un aumento de la conciencia ambiental.
“No creo que eso sea porque somos más conservacionistas o ambientalistas”, expresó. “Lo que creo es que ya se acabaron las tierras bajas al norte del Orinoco, que eran las más accesibles para la ganadería y la agricultura. Ahora, los campesinos van hacia las zonas de montaña, justamente hacia la Guayana venezolana”.
Las últimas cifras disponibles de MapBiomas Venezuela, correspondientes al año 2022, indican que solo quedan 53.700.000 hectáreas de bosque, lo que equivale a un poco más de la mitad del territorio nacional. Según Lozada, desde 1985 hasta el 2000, se deforestaron 122.900 hectáreas cada año en promedio.
“Prácticamente, acabamos con los bosques al norte del Orinoco”, lamentó Lozada. “Lo primero que ha desaparecido son los bosques de los Llanos Occidentales, Centrales, Orientales y de la cuenca del Lago de Maracaibo”.
Causas y consecuencias de la deforestación
Lozada señaló que las principales causas de la deforestación tanto en Venezuela, como en prácticamente toda la Amazonía, son la agricultura y la ganadería anárquica.
“Lo que tenemos afectado por minería no llega a 100 mil hectáreas, mientras que por ganadería y agricultura son casi las 100 mil hectáreas todos los años”, enfatizó.
Advirtió que la deforestación trae consigo una serie de consecuencias que no solo afectan al medio ambiente, sino también a la vida cotidiana de las personas. Entre ellas resaltó la pérdida de la biodiversidad y del ecosistema, así como la alteración del régimen hídrico.
Explicó que los bosques actúan como una esponja natural que absorbe el agua de lluvia y luego la libera lentamente a los ríos. Al eliminar los bosques, especialmente en zonas de alta pendiente, pueden ocurrir deslaves, arrastre de sedimentos, hacer que el agua llegue turbia o colmatar los acueductos.
Asimismo, toda la biomasa que estaba en el bosque se descompone o se quema, liberando grandes cantidades de CO₂ a la atmósfera, entre otras graves afectaciones.
¿Qué hacer ante la deforestación?
En este sentido, opinó que primeramente hace falta una recuperación del país para poder darle solución a este y muchos otros problemas. Al igual que establecer una política articulada y un gran consenso nacional que involucre a todos los sectores productivos.
Aunado a ello, implementar estímulos para la productividad agropecuaria de alta eficiencia, mecanismos de pago por servicios ambientales, desarrollar un programa de educación ambiental y destinar una parte de la renta petrolera para financiar la recuperación de la cobertura forestal y la restauración de ecosistemas degradados.
“El objetivo debería ser alcanzar la deforestación neta cero en el 2030”, comentó.
Finalmente, consideró necesario instaurar la idea de que quien deforeste debe plantar en alguna otra parte.
Por Agencia.