Acusado de drogar a su esposa para que otros la violaran: Ahora debo pagar
Dominique Pelicot, el hombre de 71 años acusado de drogar a su esposa para que decenas de desconocidos la violaran, reconoció este martes ser «un violador», y afirmó que Gisèle Pelicot «no merecía» el calvario sufrido durante cerca de diez años.
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«Soy un violador, como todos los que están en esta sala. Lo sabían todos, no pueden decir lo contrario», afirmó Pelicot, refiriéndose a los 50 coacusados, algunos de los cuales expresaron su desaprobación, reseñó El Tiempo.
El hombre se ausentó del proceso más de una semana debido a problemas de salud, por lo que su presencia este martes en el tribunal, gracias a un protocolo médico -silla adaptada, pausas-, generó expectación.
Tras ser detenido en septiembre de 2020 por grabar bajo las faldas a unas mujeres en un supermercado de la ciudad de Carpentras, los investigadores que hicieron un registro en su casa encontraron en un disco duro cientos de videos y fotos que Pelicot había tomado durante las sesiones de abusos sexuales de su mujer drogada a las que invitó a decenas de hombres.
Esos vídeos y esas fotos son los que han permitido identificar a algo más de medio centenar de hombres, de los cuales 50 están siendo juzgados en este proceso que comenzó el 2 de septiembre, y en el que cada uno de ellos podría ser condenado a 20 años de cárcel por violación agravada.
Al inicio de su declaración, el acusado habló de su infancia y de dos eventos traumáticos que asegura haber sufrido: una violación por un enfermero a los 9 años y haber participado en la violación en grupo de una mujer con discapacidad, a los 14.
«De mi juventud, sólo recuerdo conmociones y traumas. En 1971, se produjo este hermoso encuentro (con Gisèle). Era demasiado pesado para soportarlo», explicó con una voz pausada y entre sollozos.
«Aguanté 40 años. Estaba muy feliz con ella. Era lo opuesto a mi madre, era completamente insumisa. Tenía tres hijos, a los que nunca hice nada», agregó frente a su exposa, sentada en la zona de las partes civiles.
Según la investigación, se encontraron fotos de su hija y de sus dos nueras en su computadora, que tomó sin su conocimiento y, en algunos casos, cuando las mujeres estaban desnudas.
Pelicot, que reconoció ser plenamente responsable de los delitos por los que está encausado, se mostró avergonzado por su comportamiento, en presencia de Gisèle, la que fue su esposa durante medio siglo, y de la que se divorció en agosto: «Lo he arruinado todo y lo he perdido todo. Tengo que pagar».
«Soy culpable de lo que hice. Ruego a mi mujer, a mis hijos, a mis nietos, a la señora M. (esposa de otro acusado a la que también habría violado) aceptar mis disculpas. Pido perdón aunque esto no sea algo aceptable», agregó.
La amé 40 años y la amé mal 10 años. Nunca debí hacer eso
Destacó que tenía «la familia ideal», pero que él «no lo era» y trató de explicar sus prácticas de grabar las violaciones cometidas por las decenas de hombres a los que invitaba a su casa para que abusaran de su mujer, que estaba bajo los efectos de los ansiolíticos.
Al respecto, reconoció «una parte de placer», pero aseguró, ante la atónita mirada de los coacusados presentes, que era también «una medida de garantía» para «encontrar a quienes participaron en todo esto».
Algunos acusados defienden que desconocían que administraba medicamentos para dormir a su mujer y afirman que pensaban que se trataba de una pareja libertina, algo que negó la víctima en su primera declaración ante el tribunal.
Pelicot aseguró que no cometió otros actos de abusos más allá de los que ha descubierto la Policía. Indicó que él también sufría por ver los abusos que padecía su mujer y que trató de parar «pero la adicción era más fuerte».
«Ella era maravillosa», declaró, mientras Gisèle lo miraba fijamente en el tribunal. «La amé 40 años y la amé mal 10 años. Nunca debí hacer eso», agregó.
Las declaraciones de Gisèle Pelicot en el juicio
Ella afirmó, por su parte, en una reacción a esta primera declaración de Dominique Pelicot, que en los 50 años que vivió con su marido no pudo imaginarse que la violara, que no dudó de él «ni un solo segundo», y que tenía confianza.
Añadió, además, que «durante 50 años amé a este hombre, pese a algunas fases» y que tenía tal confianza en él que le habrían podido cortar las dos manos por creer lo que le decía.
El mediático proceso se ha convertido en un símbolo del uso de drogas para cometer agresiones sexuales, práctica conocida como sumisión química, y relanzó en Francia el debate sobre la cuestión del consentimiento.
Al grito de «todas somos Gisèle», 10.000 personas manifestaron el fin de semana en Francia en apoyo a la principal víctima, que rechazó al inicio del juicio que este se celebrara a puerta cerrada.