Ante la amenaza de sanciones financieras, el dueño ruso de Chelsea Roman Abramovich confirmó el miércoles que busca vender al club de la Liga Premier que transformó en una maquinaria de ganar títulos gracias a su abundante inyección de fondos.
Al cumplirse el séptimo día de la invasión de Rusia a Ucrania, Abramovich había quedado en la mira de políticos británicos que exigen que sea incluido en una lista de acaudalados e influyentes rusos sancionados.
“Esta ha sido una decisión increíblemente difícil de tomar y me duele separarme del club de esta manera”, dijo Abramovich en un comunicado. “Sin embargo, creo que esto es lo mejor para el club”.
Se trata de una de las principales repercusiones financieras de la decisión del presidente Vladimir Putin de invadir al vecino de Rusia.
Un posible comprador ya había salido a la palestra para revelar que Abramovich quería vender y que el precio oscilaba en los 2.500 millones de dólares. El multimillonario suizo Hansjorg Wyss aseguró que el martes recibió una oferta para comprar a Chelsea de Abramovich, además de otros tres individuos.
Sin embargo, Abramovich dijo que “la venta del club no será acelerada sino que seguirá el debido proceso”.
“Siempre he tomado decisiones pensando en el mejor interés del club”, afirmó. “En la situación actual, por lo tanto, he tomado la decisión de venderlo, ya que creo que es lo mejor para el club, los fanáticos, los empleados, así como los patrocinadores y socios del club».
El oligarca ruso indicó que no pedirá que se le paguen las 1.500 millones de libras (2.000 millones de dólares) en concepto de préstamos que hizo al club durante 19 años en los que invirtió a manos llenas para convertirles en uno de los más exitosos en Europa.
“No pediré que se pague ningún préstamo”, sostuvo. “Esto nunca ha sido por negocios ni por dinero para mí, sino por pura pasión por el juego y el club”.
Los Blues completaron la colección de trofeos al consagrarse campeones del Mundial de Clubes por primera vez el mes pasado, con Abramovich presente en Abu Dabi — tras conquistar su segunda Copa de Europa el año pasado.
“He dado instrucciones a mi instruido a mi para que establezca una fundación benéfica a la que se donarán todas las ganancias netas de la venta”, dijo. “La fundación será en beneficio de todas las víctimas de la guerra en Ucrania”.
Abramovich afronta pedidos para que condene la invasión rusa, pero aún no se ha pronunciado al respecto.
El legislador laborista Chris Bryant recurrió al privilegio parlamentario en la Cámara de los Comunes para asegurar el martes que Abramovich había emprendido la venta de sus bienes en Londres y especuló que “tiene miedo de ser sancionado”.
Abramovich no se ha referido a los pedidos a favor de incautar sus bienes y activos.
La precipitada salida de Abramovich sorprende, pues recién el pasado fin de semana procuró cierto control en procura de mantener al conjunto de Londres bajo su propiedad.
“Espero poder visitar Stamford Bridge por última vez para despedirme de todos ustedes en persona”, dijo Abramovich. “Ha sido el privilegio de mi vida ser parte del Chelsea FC y estoy orgulloso de todos nuestros logros conjuntos. El Chelsea Football Club y sus seguidores siempre estarán en mi corazón”.
Chelsea sólo había ganado el título de la liga inglesa una vez — en 1955 — cuando Abramovich compró el club en 2003. Reforzado con carísimos fichajes, salieron campeones de la Premier dos años después y añadieron cuatro más desde entonces, el más reciente en 2017.
La cosecha de 18 trofeos en 19 años incluye dos cetros de la Liga de Campeones y el del Mundial de Club que pudo presenciar el mes pasado en Abu Dabi.
Su última visita a un partido en el estadio Stamford Bridge fue a fines del año pasado como anfitrión del presidente israelí Isaac Herzog en noviembre.
Abramovich ha estado sin la visa británica desde 2018 cuando una solicitud para renovarla se demoró más tiempo de lo usual y la retiró. Ello coincidió en un periodo en el que las autoridades británicos prometieron hacer una revisión de las visas a largo plazo de los multimillonarios rusos a raíz de los envenenamientos del exespía ruso Sergei Skripal y su hija en la ciudad inglesa de Salisbury. Gran Bretaña culpó a Rusia de que la pareja fue expuesta a un agente nervioso, alegación que Moscú negó.
En 2012, una jueza del Tribunal Superior de Londres citó los vínculos de Abramovich con Putin al emitir un fallo sobre un litigio legal. La jueza Elizabeth Gloster mencionó que Abramovich tenía “muy buenas relaciones” y «acceso privilegiado” con Putin, aunque añadió que no podía “mover los hilos presidenciales”. Abramovich ha negado seguir las órdenes de Putin.
Por: Agencia