¿Cómo alguien puede disfrutar y aplaudir, beber y reír mientras sucede…? Es lo que me pregunto al pensar en una corrida de toros. Me conmuevo especialmente cuando pienso en la forma en que el toro resiste la crueldad, como usa su fuerza corporal para aguantar semejante tortura y dolor, hasta que luego de la agonía llega la muerte. Finalmente, solo queda reventar en llanto imaginando que durante el “espectáculo” el toro se preguntará: ¿Qué hice? ¿por qué me hacen esto? Al igual que él, yo no lo logro entender.
Está mal, está muy mal. Y defenderlo como “entretenimiento” es mucho peor. Y promovido como parte de una programación desde el gobierno en la Venezuela Bolivariana, resulta increíble. Eso creo, especialmente porque lucho por un proceso que asume el humanismo como bandera y el rechazo a la violencia como un principio elemental de su accionar, reseñó Últimas Noticias.
Lo que el Ministerio Público hace es defender a una mayoritaria parte de la sociedad que tiene claro que matar no puede ser un espectáculo público y que la crueldad hacia los animales no debe ser tolerada, así como ningún tipo de violencia. Así que expreso mi total apoyo a la medida solicitada por el Fiscal General.
No es un tema de a quien le gusta y a quien no, pues la defensa de la vida va más allá de una preferencia personal. Pero si de gusto se trata, el propio comandante Chávez dijo en el Aló Presidente del 8/03/2009 “a mí nunca me han gustado, ni los toros toreados ni los toros coleados, aun cuando llanero soy, no me gustan, no me gustan”, con lo cual sintonizó, como siempre lo hizo, con el genuino y avanzado sentimiento popular. Tampoco a mí me gustan y me tomo muy en serio las palabras del líder. El legado de Chávez no es solo un color y un camino político, sino también el ejemplo de una avanzada sensibilidad que lo llevó y que nos lleva a rechazar cualquier expresión de injusticia o crueldad.
Alguna gente arguye que tan atrasada manifestación forma parte de la “tradición cultural” e, inclusive, que en san Cristóbal fue declarada como “patrimonio cultural”, esto último producto de una decisión en el 2011 de un Concejo Municipal y una alcaldesa ultraderechista que dos años después encabezaron guarimbas y planes de desestabilización violenta contra el Estado de derecho y el pueblo venezolano.
Ese llamado “patrimonio cultural” también tiene una oposición mayoritaria en Colombia, España y México, por citar ejemplos ampliamente difundidos, donde es defendido a fuerza de maniobras legales por los partidos más reaccionarios, mismos que denigran de la Revolución Bolivariana, propiciando el bloqueo y alentando conspiraciones contra el presidente Maduro. Como vemos, el tema de esta deleznable expresión reviste también un carácter político.
Otros, colgándose del discurso oficial para justificar la atrocidad, pretenden que promueve el crecimiento económico, como si la producción agrícola dependiera de la sangre en la arena del ruedo y no del agua que riega los sembradíos. ¡Qué falacia! El interés de los empresarios taurinos es la venta de los boletos, no la economía.
Son muchas las perspectivas y argumentos jurídicos, psiquiátricos, políticos y culturales que apoyan la abolición de las corridas de toros y de toda forma de maltrato animal; quienes luchamos por este cambio no somos personas aisladas entre sí, formamos parte de colectivos y organizaciones.
Los y las que militamos en el movimiento por los derechos de los animales estamos claros de que no solo se trata de lograr medidas legales, sino también de un acto de conciencia y respeto a la vida. En defensa de esta barbarie solo escucho que “es tradición”, “hay mucha gente que le gusta”, “genera empleo” y otras sinrazones que difícilmente pueden ser catalogadas de argumentos. Mientras, para evadir el fondo de la contradicción, esos defensores de una costumbre superada nos tildan de atrasados, incultos e ignorantes. “El mundo al revés”, diría Eduardo Galeano.
También defendemos la cultura nacional y el crecimiento económico, pero a la par y de la mano con una nueva sociedad y transformación cultural, donde la distracción y la tradición no sea celebrar con aplausos y vítores la tortura de un indefenso animal.
Sobre lo legal y otras cuestiones, les invito a leer el comunicado del Gran Colectivo Nevado Antitaurino (https://www.instagram.com/p/CZIDgV9FE9O/?utm_medium=copy_link).
Cierro estas palabras con Gary Franccione, reconocido académico especialista en el derecho de los animales:“…el movimiento por los derechos de los animales es un movimiento de izquierda, decir que es apolítico es para mí un sin sentido. Es un movimiento que busca justicia en general”. Vale la cita, pero igual, entre los que no se sienten de izquierda también hay un importantísimo número de personas que defienden a los animales, siendo esta lucha quizá el único espacio público organizado en Venezuela que nos une por encima de las agudas diferencias de la polarización. ¿No es esto un presagio de que, más temprano que tarde, lograremos nuestro objetivo?
¡No a las corridas de toros! ¡No al maltrato animal en ninguna de sus formas!
Por Agencia