La reciente intervención Adolfo Superlano ante el Tribunal Supremo de Justicia y las consecuencias que tal acción tuvo en contra de la voluntad popular del pueblo de Barinas y de la democracia, me hicieron recordar aquella fábula de la rana y el escorpión, en la cual el escorpión engañó a la rana para que lo ayudara a cruzar el río y en medio del trayecto, este le picó con su aguijón. La rana muriendo le pregunta ¿Por qué lo has hecho? Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:—Lo siento, no he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.
Así, en plenas facultades y conocimiento de su ambición desmedida, naturaleza rastrera y ponzoñosa actuó Adolfo Superlano, como siempre lo ha hecho, como todo un alacrán.
Pero de dónde viene este alacrán, revisando su historial encontramos que resultó electo diputado a la Asamblea Nacional en el 2015, en ese entonces militaba en Un Nuevo Tiempo y participó por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) por el circuito 1 del estado Barinas para el período 2016-2021.
De sus decisiones contradictorias destacan, por ejemplo, que por su ausencia en la sesión del 15/12/16 impidió la designación de los dos rectores del CNE, su incumplimiento representó la falta del quórum necesario para designar a las autoridades.
Luego el 19/12/16, siendo aparentemente de la MUD, acusó al partido Voluntad Popular y su representante diputado Freddy Guevara, de tratar de imponer su propia agenda en la Asamblea Nacional. Ese mismo día, siendo el responsable de la falta en la designación de los rectores del CNE, señaló que era el Parlamento que había incurrido en un acto de omisión legislativa.
En el amplio historial de decisiones contradictorias de este alacrán se suma también su acomodaticia y tarifada participación en la comisión que viajó a Colombia y Europa para lavarle la cara a, nada más y nada menos, que a Ale Saab.
En 2019, aprovechando el reconocimiento de la comunidad internacional a Juan Guaidó y de la Asamblea Nacional, único órgano legítimo, Adolfo Superlano, junto con Luis Parra y José Brito, entre otros, emprendieron giras internacionales a Colombia y Europa para entregar cartas de buena conducta de personajes corruptos y confesos como Alex Saab y Carlos Lizcano.
Sin pasar por alto la actuación de este trío de pillos cuando, con el respaldo del régimen, tomaron el control del Palacio Federal Legislativo e impidieron el ingreso de Juan Guaidó, juramentándose éstos como miembros de la directiva de una Asamblea Nacional paralela e írrita.
Ahora bien, ni esta actuación del alacrán fue aislada, ni autónoma, y mucho menos desinteresada. Allí están metidas las manos de toda la corte de alacranes que cohabitan en Miraflores y en el TSJ.
Solo con este ejemplo de Barinas, aquellos genios de la política y del teclado que tanto acusaron a la falta de unidad como causa de los resultados de las elecciones del 21N, quedaron bajo el más sepulcral silencio.
Con un alacrán es imposible negociar, y mucho menos dialogar, con un alacrán es imposible hacer política, porque tarde o temprano te clavaran su ponzoña y te mataran, porque, sencillamente, esa es su naturaleza.
Tan responsable es Nicolás Maduro de la debacle de Venezuela, como los alacranes que se han prestado y beneficiado con su juego. No puede haber una nueva elección libre y justa en Venezuela con un alacrán de por medio.
Por: Lester Toledo