viernes, noviembre 22

Virgen de Coromoto 79 años como Patrona de Venezuela

Hace 79 años el episcopado venezolano proclamó a la Virgen de Coromoto como Patrona de Venezuela. Dos años más tarde, en 1944, el papa Pío XII la declara como Celeste y Principal Patrona de Venezuela.

Este año se cumple además 10 años de que la sagrada imagen fue declarada Patrona Principal de la Arquidiócesis de Caracas, luego que la santa sede aprobara su designación.

Por tener tan alta consideración eclesiástica, la solemnidad en honor a la Virgen de Coromoto, en su santuario de Guanare, estado Portuguesa, tradicionalmente ha recibido a miles de fieles.

El año pasado por efectos de la pandemia, se le rindió honor solo en forma virtual para evitar contagios con la COVID-19. Sin embargo este año, por decisión de la Diócesis de Guanare, tanto la eucaristía como demás actividades religiosas y culturales en honor a la virgen serán presenciales y se efectuarán en el Campo La Coronación, en Guanare.

Esta advocación mariana es venerada en toda Venezuela y la devoción por ella crece día a día, porque la gente le pide con fe.

Su primera aparición al indio Coromoto y a la mujer de éste, ocurrió un 8 de septiembre de 1652, por eso algunas personas le rinde tributo ese día.

La historia da cuenta que cuando la ciudad de Guanare fue fundada en 1591, los indígenas que habitaban en la región, los Cospes, huyeron hacia la selva en el norte de la nueva ciudad. Esto dificultaba la evangelización que la iglesia católica había emprendido.

Un día de 1652, el cacique Coromoto y su mujer atravesaban una corriente de agua y vieron una señora de extraordinaria belleza que les dijo en su idioma: «Vayan a casa de los blancos y pídanles que les eche el agua en la cabeza y así poder ir al cielo». La historia señala que un español llamado Juan Sánchez pasó por ahí y el cacique le relató lo sucedido.

Sánchez entonces le pidió que se alistara con la tribu, que él pasaría dentro de ocho días a fin de enseñarles todo lo necesario para bautizarlos. Cuando regresó los indígenas marcharon con él a un ángulo formado entre los ríos Guanaguanare y Tucupido, donde les repartieron tierras e iniciaron la catequización, a fin de prepararlos para el bautizo.

Varios indígenas recibieron el bautismo, pero no Coromoto, quien echaba de menos la selva donde él era libre y no tenía que obedecer a los blancos. Esto lo hizo preparar su huida del campamento. Sin embargo, el sábado 8 de septiembre de 1652, la Señora volvió a aparecer en su bohío, en presencia de Coromoto, su mujer, su cuñada Isabel y un sobrino de esta.

El cacique cogió una flecha y apuntó para matarla. Como la Señora se le acercó, Coromoto lanzó la flecha e intentó empujarla, pero ella desapareció, dejándole en la mano un pequeño pergamino con su imagen grabada.

Esa tarde del sábado 8 de septiembre de 1652, Juan Sánchez decidió reunir a los indígenas para que asistieran a un acto religioso que se iba a realizar en un caney. Coromoto se negó a asistir y mientras sus compañeros oraban, él con gran enojo intentó irse aceleradamente hacia su pueblo. Pero habiendo transcurrido unos instantes desde su llegada a la choza junto a su esposa, su cuñada y su sobrino, la Señora vuelve a aparecer de modo visible el umbral del bohío del indio.

Emanaba copiosos rayos de luz que bañaban el estrecho recinto de la choza, tan potente «como el sol de mediodía«, según describió Isabel, cuñada de Coromoto.

El sobrino de Isabel corrió a avisarle a Juan Sánchez, quien con dos de sus compañeros fueron al sitio de donde apareció la mujer y recogieron el pergamino que dejó.

La imagen fue alumbrada por Sánchez con apenas un cabo de cera negra. Esta luminaria ardió día y noche sin consumirse, desde las 12 del domingo hasta el martes por la tarde. Hecho considerado por los testigos como milagroso.

Dieron parte a las autoridades civiles y eclesiásticas, quienes a pesar de no creerlo, resolvieron llevar el pergamino a la Iglesia de Guanare en 1654, donde permaneció en un relicario hasta 1987, cuando fue incrustada en el pedestal de la imagen de madera en que yace hoy día en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, construido en el lugar de esta segunda aparición.

El Cacique Coromoto al ver que la Señora no había logrado nada con él, huyó a la selva, donde lo mordió una serpiente venenosa. Entonces comenzó a pedir el bautismo, el cual le fue administrado.

Al bautizarse se convirtió en apóstol entre los indígenas, pidiendo a estos que no se separaran del misionero y que se bautizaran, y luego falleció.

El Santuario Nacional «Nuestra Señora de Coromoto», fue consagrado a esta virgen el 7 de enero de 1996, e inaugurado con la solemne Eucaristía presidida por el Papa Juan Pablo II el 10 de febrero de 1996.

A la ceremonia asistieron fieles provenientes de todos los estados del país y estuvo presente buena parte del clero venezolano.

La imagen que Nuestra Señora de Coromoto dejó en manos del cacique de los indios Coromoto el 8 de septiembre de 1652, mide 27 milímetros de alto por 22 de ancho y está encerrada en un óvalo de 41 milímetros por 33. Es el tamaño de una huella dactilar de una persona de 14 ó 15 años.

La reliquia de la virgen tiene forma ovalada. En la simbología cristiana el comienzo de todo es con un óvulo: Ella se muestra como el comienzo de todo, la Madre de Dios, el comienzo de la Nueva Alianza.

No se ha logrado saber de qué material es la base sobre lo que está la imagen de la Virgen. Se sabe que el cacique Coromoto no tenía nada en la mano cuando gritó que la había atrapado y cuando abrió la mano mostró la imagen de la Virgen con el Niño . También se sabe que la imagen está hecha de un solo trazo. Hay trazos más delgados que están dentro del grosor de la fibra.

Por Agencia