Con devoción y alegría los feligreses asistieron este 27 de noviembre a la celebración del día de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Una advocación mariana de origen francés, pero que de igual manera es adorada mundialmente.
A la solemnidad asistió Manuel Rosales, gobernador del estado Zulia, Adrián Romero, alcalde encargado de la ciudad, así como parte del tren ejecutivo.
La misa se realizó en la Iglesia Milagrosa (ubicada en la avenida Los Haticos), y fue oficializada por Monseñor José Luis Azuaje, arzobispo de Maracaibo.
«Son muchas cosas las que pudiera uno reflexionar en torno a esta fiesta, 1830, toda una historia de vida que tiene esta hermosa devoción de la medalla milagrosa. Es la que abrió el compás a todas las demás presencias de Maria Santisima por el mundo, es una de las más antiguas y esto nos llena a nosotros de júbilo por poder tener en la ciudad una parroquia dedicada a la Milagrosa», dijo Monseñor Azuaje como introducción a la misa.
Asimismo, resaltó basándose en los versículos de la biblia, la importancia y la historia de la presencia de María Santísima, como mujer, como madre y compañera de las primeras comunidades, de los apóstoles.
«Lo fundamental está en la presencia viva del hijo y de la madre, y es eso lo que nos soporta a nosotros en función de nuestro quehacer diario, de nuestra fe y todo lo que nosotros tengamos que hacer en la construcción del bien común y también del desarrollo humano integral de las personas y de nuestros pueblos, amén», expresó.
Lo realmente importante no es lo material sino lo que representa
«Ustedes se preguntarán porque nos da un signo, y es porque nosotros los seres humanos necesitamos ver, tocar, oír (…) Al tener la medalla milagrosa sentimos protección, porque es así, no tanto el objeto material, sino lo que representa», explicó el también canciller de la Universidad Cecilio Acosta (UNICA).
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa cumple 194 años de aparecerle un 27 de noviembre de 1930 a Santa Catalina Labouré, fiel religiosa francesa.
Los devotos unidos por la fe entonaron al unísono oraciones hacia la Virgen, quien rodeada de hermosas flores amarillas, en su mayoría, los acompañaba.
Además al terminar la misa los feligreses la cargaron en sus hombros, mientras se escuchaban de fondo cantos litúrgicos en honor a la venerada advocación mariana.
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Por: Yorgelis Labarca / Fotos Lizaura Noriega